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'Creatónomos', el 'boom' de la autoproducción

Anatxu Zabalbeascoa

Cada vez más diseñadores autoproducen sus creaciones. El regreso a esta manera de fabricar coincide con una nueva defensa de la artesanía, una demanda de objetos únicos que cuestiona la fabricación global. El menos pero mejor y la asunción del riesgo que implica responsabilizarse de todo –desde la idea hasta la venta, pasando por la manufactura y la distribución– cambian las reglas del consumo y del trabajo de muchos creadores. Jóvenes que empiezan y profesionales con experiencia recurren a este método para no depender de otros. No son pocos los que defienden que el trabajo autoproducido repercute en la sociedad reactivando los oficios y el consumo local. Este enfoque afecta también a aspectos medioambientales, al ofrecer mercancías pensadas para durar. Por eso, para muchos esta es una vía de experimentación y una posibilidad laboral (muy esforzada), pero también, como dice Lys Villalba, una de las arquitectas de Mecedorama, “una forma de hacer y de ser con el mundo”.

CARME PINOS | El poder del optimismo

Autora del CaixaForum de Zaragoza, la arquitecta Carme Pinós (Barcelona, 1954) ha levantado escuelas en España y rascacielos en México. Además de una dilatada trayectoria, tiene un estudio con 15 empleados y, paralelamente, lleva décadas produciendo sus propias estanterías y años almacenando dibujos de posibles objetos. “Lo hacía para tener la mente ocupada en las largas esperas en aeropuertos”, cuenta. Pero llegó un momento en el que, ante el descenso de trabajo en el estudio, quiso volver a arriesgar. Decidió autoproducir. “Coincidía con el inicio de la crisis y el ambiente era pesimista. Quise inyectar optimismo al estudio y volver a tener a todo el mundo ocupado y entusiasmado”, dice. Lo consiguió. Fabrica y vende en una galería propia llamada Objects, abierta al público en Barcelona. “Vendiendo nos hacemos responsables del producto frente a los usuarios, eso nos obliga a estar atentos a todo”. Explica que la experiencia es positiva y rentable sin grandes beneficios. “Eso sí, exige más atención de la que le dedicamos”. Admite que, para crecer, deberá darle más peso en la jornada laboral. El producto que más le solicitan es la estantería Moni, sencilla y práctica, que cuesta 49,50 euros. “Tengo por clientes a muchos de los grandes acumuladores de libros y editores de Barcelona. Jaume Vallcorba me compró para Acantilado, su viuda la ha puesto en su casa nueva, y la editora Mónica Gili también las llevó a su despacho y a su casa. Son muchos los editores y escritores que la han elegido”.

MECEDORAMA | Ideas hechas a mano

“Autoproducimos porque nos gusta hacer cosas con nuestras propias manos. Es la única manera de convertir ideas en realidad”, explican Lys Villalba (Madrid, 1981), María Mallo (Madrid, 1981) y Juanito Jones (Madrid, 1987). Estos tres arquitectos forman Mecedorama, a la vez un estudio y una marca de ingeniosas mecedoras hechas a mano que se venden desde 300 euros. En Colombia conocieron a Rogelio, un artesano. Aprendieron su técnica del zunchado y, de vuelta en Madrid, Lys construyó una para regalársela a Juanito por su cumpleaños. María, que además de arquitectura estudió escultura, sabe soldar. Por eso se unió al grupo. Tres meses después nació su primer prototipo. En 2012, Mecedorama comenzó a ser el modus vivendi de sus artífices. Trabajan mucho. Admiten que el camino es difícil. “Pero preferimos la realización profesional a los salarios fijos”.

 ÁLVARO CATALÁN DE OCÓN | La luz del reciclaje

Tras producir una serie de lámparas que tienen tanto de invento como de objeto artístico, a Álvaro Catalán de Ocón (Madrid, 1975) le pilló la precrisis, “que fue peor que la crisis”. “En 2005 había mucha arrogancia entre los empresarios y colas de diseñadores”. De esa etapa surgió su decisión de autoproducir. Hoy lo hace con siete profesionales más (arquitectos, diseñadores y un electricista), dedicados a realizar productos como sus famosas PET Lamp. En Colombia conoció a los artesanos que realizan el que es su producto más vendido, que parte de una pregunta: ¿por qué las botellas de refresco están fabricadas con un material que dura 300 años? Catalán quiso trenzarlas y convertirlas en para lámparas. “Es un trabajo humano. Se puede hacer sentado en la calle, hablando con amigos…”. Sus nuevos modelos se elaboran en Chile y Etiopía. Producidas a mano, las lámparas hablan del lugar donde fueron hechas, del artesano que las tejió y del diseñador que las ideó.

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 CATERINA BARJAU

LASELVA STUDIO | Diseño participativo

Los diseñadores industriales valencianos David Galán y Manuel Bañó nacieron en 1990. Puede que por eso su forma de adentrarse en el universo del diseño no busque tanto cuestionar como conseguir. Y puede que por eso tuvieran la candidez de pensar que el mundo podía necesitar un perchero más. Y la fortuna de que el tiempo les diera la razón. Su Loop es un producto sencillo e inteligente que resulta más novedoso por su modo de producción que por su resultado formal. Para fabricarlo recurrieron a Kickstarter, la plataforma de micromecenazgo. Tras varias semanas, 180 personas donaron un total de 8.500 dólares. Hoy Loop está a la venta en su página web en multitud de colores y materiales. Acumula premios como el alemán If Design Award y este año ha sido seleccionado para el Salone Satellite de Milán. La autoproducción les proporciona el 30% de sus ingresos. El resto llega de otros trabajos. Por eso advierten: “La libertad no es siempre una ventaja. A veces te ves con demasiadas opciones y debes tener capacidad crítica. Un paso en falso puede quitarte el sueño”.

 LAGRANJA | Butacas sin fronteras

Gabriele Schiavon (Padua, 1973) y Gerard Sanmartí (Barcelona, 1974) llamaron a su estudio Lagranja, el nombre de la calle de Barcelona donde se instalaron hace 14 años. Por entonces recurrían a los disfraces (de conejo o de crupier) para destacarse en las revistas. Hoy las cosas han cambiado. Con 12 empleados y más encargos en el extranjero (en Estambul o Hong Kong) que en España, Lagranja vive de diseñar interiores. Para esos proyectos idean lámparas o sillas. Fue así como decidieron meterse en la autoproducción. Les habían encargado el interiorismo de un hotel y necesitaban una butaca. “Con los precios tan altos, quedaba un hueco para productos más ajustados que no fueran réplicas”. Con un carpintero, comenzaron a fabricar su sillón Basic. La cadena Starbucks compró 100, pero no aguantaban el uso de un lugar público. Decidieron mejorarlo, y el éxito les llevó a ampliar la colección. Ahora exportan el 50% de lo que hacen.

CLOSCA DESIGN | A golpe de pedal

Ya de pequeño, el ingeniero Carlos Ferrando (Valencia, 1977) cargaba una libreta en la que dibujaba inventos. “Pretendía cambiar el mundo”. Se ríe, pero no bromea: “No es que me considere un gran diseñador, pero hice mía la máxima ‘si quieres que funcione, hazlo tú mismo’. Con otro ingeniero, Rafael Cerdá, fundó una empresa para producir un casco de bicicleta plegable. Querían transformar un elemento de seguridad en un accesorio de moda. Por eso llamaron a la puerta de los diseñadores valencianos CuldeSac. Un premio Red Dot y un hueco en la tienda del MOMA certifican que dieron en el clavo. El casco lleva seis meses en el mercado. Las ventas tendrán la última palabra, pero su aventura no ha hecho más que empezar. “El inconveniente es que compites con todos. La ventaja, que las empresas pequeñas aprovechamos los avances tecnológicos para darnos a conocer, tratar con gente y buscar colaboraciones. Hoy la innovación llega de la mano de pequeñas empresas con agilidad para adaptarse”.

CENLITROSMETROCADRADO | Conservas sublimes

Ricardo Tubío Pazos (1977), Xabier Rilo Calvo, (1978) y Manuel del Río Regos (1978) montaron su estudio en 2007. Su primer proyecto fue una lata de conservas con semillas de hierba y sustrato vegetal. “Con solo abrirla y regarla, obtenías un pequeño jardín verde en medio del espacio de trabajo”. Lo idearon para darse a conocer y lo llamaron Dando la Lata. Fue su primera autoproducción. Tal vez por eso la relacionan más con la inversión en imagen que con el trabajo. “Siempre tuvimos claro que el objetivo de estos autoencargos era comunicar la identidad y las capacidades del estudio”. Al contrario que la mayoría de diseñadores reunidos aquí, no esperan rendimiento económico directo de sus autoproducciones. Lo que defienden es recuperar la satisfacción por la artesanía. “La opción de producir y comercializar puede parecer evidente, pero cuando intentas hacerlo tomas conciencia de lo absorbente que es tener que realizarlo todo, desde la idea hasta el transporte. Uno no puede ser bueno en todo”. Por esa razón, y a pesar de haber firmado mesas, bancos y mobiliario infantil, solo han autoproducido dos diseños.

 ÓSCAR DÍAZ | Alta calidad en pequeñas series

“Internet ha provocado el boom de la autoproducción”. Óscar Díaz (León, 1975) defiende que la Red ha alterado los costes asociados a la fabricación. El desarrollo de productos (con impresoras 3D), el marketing (a través de las redes sociales), la distribución (con plataformas de comercio online) o incluso la inversión (a través del crowdfunding) eran antes mecanismos complejos y caros que hoy se han simplificado. Asentado en Londres desde hace 12 años, se fue “porque allí se valora el diseño”. Su meta es idear un universo de objetos que se complementan unos a otros. Por eso necesita un espacio donde poder probar ideas. Vive de los encargos y de dar clases, pero se reserva un tiempo para investigar. “Por ahora, invertimos más de lo que ganamos. Utilizamos procesos de fabricación semiartesanales. Por eso buscamos alta calidad en pequeñas series. El objetivo es lograr una colección que se convierta en nuestra marca”.

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 CATERINA BARJAU

 MERCROMINA STUDIO | Emprender no es un juego

El diseñador industrial Sergio Mendoza (Valencia, 1984) y la interiorista Sandra García Chàfer (Genovés, Valencia, 1986) comparten estudio. Sergio trabajó para varias empresas y abrió un bar. Sandra colaboró con arquitectos y completó sus estudios en Milán. Allí se conocieron en 2012, cuando con otros 17 jóvenes de 14 países montaron la plataforma TIVD (This Is Very Dangerous) para dar a conocer sus proyectos en la Semana Internacional del Diseño. De esa iniciativa surgieron el estudio Mercromina y la tienda online WAO, donde venden sus diseños y los de otros creadores. “Producimos a medida que vamos vendiendo, con una inversión menor pero más eficaz”. Su lámpara Teo (385 euros) o su modelo Palitos (85 euros) son económicamente viables, pero solo ahora han empezado a dar beneficios. “Hemos sacrificado horas y vida, pero vale la pena. Al principio exige dedicarle tiempo a algo que no te da ingresos. Confías en que lo que haces se venderá, pero no siempre es así. Emprender no es un juego”, advierten. “A veces envidiamos a la gente con jefe y horario fijo. Esa gente que tiene dos días libres cada semana y tiempo para esquiar y esas cosas…”.

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