¿De qué felicidad estamos hablando?
DICE que su vida es miserable, pero se la pasa riéndose”; “Dice que es un hombre feliz, pero está siempre estresado”. Algunas veces oímos frases como esas que parecen denotar una contradicción, pero, de acuerdo con la encuesta mundial de Gallup sobre felicidad y bienestar, no necesariamente es así. El bienestar subjetivo, es decir, aquel que la gente declara tener, presenta al menos dos dimensiones. Son las que uno de los principales líderes en este campo, el premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, ha llamado bienestar “valorativo” y “experimentado”. El primero, como su nombre sugiere, se refiere a juicios de valor generales que formulamos sobre nuestra vida y la de nuestro entorno. Es el tipo de evaluación que hacemos cuando, por ejemplo, decimos que tenemos una vida miserable, o que la educación de nuestros hijos es excelente, o que nuestra relación de pareja es muy buena. En cambio, el bienestar experimentado se refiere a vivencias definidas que podemos reconocer como, por ejemplo, agotamiento, rabia, estrés, preocupación, alegría, emoción o risa.
De acuerdo con Kahneman, el sujeto vive de una forma y evalúa de otra. Por eso las mediciones del bienestar subjetivo utilizan preguntas y métodos distintos para auscultar ambas dimensiones. Para medir el bienestar valorativo, se pregunta a la gente en qué peldaño de una hipotética escalera de 11 tramos se encuentra hoy y en cuál cree que se encontrará en cinco años. Un extremo representa la mejor vida posible que puede tener el entrevistado y el otro la peor. En cambio, para determinar el bienestar experimentado se les pregunta sobre situaciones y estados de ánimo que pudieran haber vivido el día anterior. Se hace así porque es un tiempo muy cercano que pueden recordar bien, y porque es un periodo acotado. Con las respuestas obtenidas, Gallup construye un índice de experiencias positivas y otro de experiencias negativas y, a partir de ahí, determina valores por países, grupos de personas o cualquier segmentación que se quiera hacer.
Resulta interesante ver los resultados, que serán muy distintos según nos guiemos por uno u otro concepto de bienestar. En función de ese criterio, los países más felices del mundo serán diferentes. Si, por ejemplo, tomamos los 10 países que obtienen los valores más altos en las dos categorías, veremos que en 2015 ninguno aparece en ambas listas.
Hay otros dos datos interesantes. El primero es que, cuando se trata del bienestar valorativo, existe una alta correlación entre riqueza económica, medida por renta per capita, y la sensación de comodidad. En cambio, cuando se trata del experimentado, esa correlación se atenúa. En otras palabras, pareciera que el dinero y la riqueza tienen más impacto en la forma en que valoramos nuestras vidas que en la forma en que la experimentamos. El segundo dato relevante es que en la clasificación de los países con los índices de experiencias positivas más altas existe una elevada concentración regional: 8 de los primeros 10 países, incluyendo los 3 primeros, son latinoamericanos. Se trata de un fenómeno fundamentalmente cultural, ya que algunas sociedades tienden a responder a cualquier problema de manera más positiva; se inclinan a ser más optimistas sobre la vida y su futuro. Si esa actitud está acompañada además por mejoras significativas en las condiciones materiales de vida, como las que ha experimentado buena parte de Latinoamérica en la última década, esos resultados no deben sorprendernos.
‘Ranking’ de países
por tipo de bienestar/
VALORATIVO EXPERIMENTADO/
1. Noruega 1. Paraguay
2. Suiza 2. Guatemala
3. Dinamarca 3. Honduras
4. Finlandia 4. Uzbekistán
5. Nueva Zelanda 5. Ecuador
6. Holanda 6. El Salvador
7. Australia 7. Indonesia
8. Suecia 8. Costa Rica
9. Israel 9. Uruguay
10. Austria 10. Colombia/
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