Ana Peleteiro, el rugido de la fiera

FUE un rugido de león. Un bramido que escondía una promesa: “A mí esa no me gana”. Ana Peleteiro (A Coruña, 1995) no destacaba en la especialidad de triple salto. “Era bastante penosa”, reconoce la atleta. Pero aquella compañera de entrenamientos con la que no se llevaba demasiado bien y que nunca le había superado hizo mejor marca y consiguió plaza para el campeonato de España. Peleteiro tuvo que verlo desde casa. Y el gruñido le brotó de las entrañas. No iba dirigido a su compañera, sino más bien a sus propias piernas: “Tenéis que despertar”. Al año siguiente, en 2010, fue Peleteiro la que acudió a la competición nacional. Quedó primera en triple y longitud. “Me demostré que podía conseguir todo lo que me propusiera”. Ese rugido fue el responsable de que la joven deportista, que entonces tenía 14 años y poco interés por la modalidad, empezara a volcar todas sus fuerzas en el triple salto.

Arrancó así su colección de medallas. Su piel también albergaba poco a poco los valores que le ardían en el pecho. Se tatuó una leona en el antebrazo. “Significa poder, sacrificio e incluso un poco de celo por lo suyo”. Solo unos centímetros por encima de las orejas del felino se grabó en la piel en inglés “prohibido rendirse”. Hasta ocho dibujos recorren hoy su anatomía. Y los que le quedan. “Es mi cuerpo y quiero dejar en él lo que me ha ocurrido a lo largo de mi vida”. Sueña con verse tatuados cinco anillos entrelazados, un objetivo que siente que está rozando con la punta de las zapatillas. Río 2016 podrían ser sus primeros Juegos Olímpicos, pero tiene que conseguir saltar 14,15 metros para obtener el pasaje. “Puedo hacerlo. Mis piernas saben lo que es eso, solo tienen que recordarlo”, afirma. A los 16 años se alzó con el título de campeona mundial júnior en triple salto con una marca que no ha vuelto a repetir: 14,17. El reto ahora es personal. Consiste en consolidarse como deportista adulta. “Tengo más fuerza que antes. Estoy bien, pero no rindiendo al 100%. La verdad es que tengo mucha hambre de éxitos”.