“Quiero donar el cuerpo de mi marido a la ciencia porque yo ya no lo uso”

JUANITA Baomeno Cifuente (Cádiz, 1953) se define como una “apasionada del conocimiento científico” y por este motivo ha decidido donar el cuerpo de su esposo a la ciencia. “Todos ganamos. Yo tendré más espacio en la cama y los investigadores podrán ensayar experimentos o lo que quieran. Menos el bacalao, que no lo soporta, a Eudaldo todo le parece bien y nunca protesta”, explica. Pregunta si existe algún “contenedor de la ciencia” en el que dejar los cuerpos o si “los vienen a recoger a casa llamando al 010”.

¿Lo de donar el cuerpo de su marido ha sido una decisión consensuada o va usted por libre? Hace años que me cansé de consultarle las cosas a Eudaldo. Nunca le parece bien nada de lo que le digo. Tratándose de su integridad física, esta vez sí se lo comenté de pasada durante la cena. Y me dijo: “Lo que tú quieras, mujer”. Probablemente no me estaba escuchando. Nunca escucha. Por ahí podrían empezar a investigar los científicos, porque es un fenómeno llamativo.

¿No puede esperar a que su esposo fallezca para realizar este trámite? Sé que es de mala educación donarlo en vida, pero no hay mucha diferencia. Es verdad que no está clínicamente muerto porque sigue comiendo y bebiendo como un animal, pero en general no responde a ningún estímulo. Ni yo a los suyos, porque son muchos años juntos y la llama de la pasión se apaga. De hecho, no hay llama ya. La llama se ha sustituido por un vaso de agua con la dentadura dentro.

Supongo que es consciente de las trabas legales que existen para llevar a cabo su idea. Este país nunca ha apostado por la ciencia, lo sé. Pero yo lo ofrezco completamente gratis. Son todo facilidades por mi parte. Es un acto de misantropía.

Querrá decir de filantropía. No, no, de misantropía. Aborrezco al ser humano y donaría los cuerpos de todos los hombres a la ciencia si dependiera de mí. Que los investiguen y aprendan a construir robots mejores que mi marido. Si entregando a Eudaldo me devolvieran un robot con el que echar las tardes, a mí me hacían feliz.

La inteligencia artificial va avanzando, pero no a este ritmo. Ni siquiera pido que sea inteligencia artificial. Me vale con la buena fe artificial, se lo digo de corazón. Que de la inteligencia sale mucha mala leche, y al final lo que quieres de un hombre, o de un robot, es que te escuche y sea tu compañero.

Existen consejeros matrimoniales que podrían ayudarle a mejorar la relación de pareja. Sí, pero creo que el ser humano se engrandece cuando trasciende los intereses particulares y piensa en el avance como especie. Prefiero quedarme sin mi marido si a cambio contribuyo al progreso de todos, no solo al de mi vida sentimental.

¿No le parece inmoral tratar a su marido como si fuera un objeto? Las mujeres llevamos sometiéndonos a este tipo de cosas toda la vida. Fíjese que, aparte de contribuir a la ciencia, creo que mi idea es también una apuesta feminista.

Tiene un hijo. ¿Qué opina él de lo que se dispone a hacer con Eudaldo? A mi hijo Juan Ramón lo doné a una multinacional como becario, también completamente gratis. En esta familia el compromiso con la sociedad nos lo tomamos muy en serio.