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El uso masivo del inglés muestra sus grietas

El mundo universitario holandés se cuestiona la utilización de la lengua de Shakespeare

Isabel Ferrer

Holanda encabeza la oferta de la educación superior en inglés fuera del ámbito anglosajón y del resto de países que lo tienen como lengua oficial. La internacionalización de la enseñanza, tanto los títulos de grado (equivalente al bachelor) como los de posgrado (máster), ha ganado terreno con rapidez: en 2015 había ya 90.000 alumnos extranjeros inscritos en el país, un 10% del total. Las ventajas de la situación derivada de estos datos, manejados por el Ministerio de Educación, son evidentes. Los estudiantes foráneos aprovechan el intercambio en una economía abierta y con un buen nivel universitario. Los autóctonos mejoran sus posibilidades de acceso a un mercado laboral global. Sin embargo, la omnipresencia del inglés puede repercutir en la calidad misma de los estudios.

El asunto es delicado porque el nivel de inglés de profesores y alumnos holandeses es bueno. Pero ahora que un tercio de los cursos de bachelor y dos tercios de los de máster se imparten por completo, o en gran parte, en inglés las grietas del sistema empiezan a notarse. Del lado estudiantil, los que tienen el holandés como lengua materna no siempre consiguen —en inglés— los matices de pensamiento y capacidad de abstracción de la suya. O al contrario, hablan mejor —en inglés— que los docentes. Como estos últimos, en su mayoría holandeses, acaban trufando su discurso de expresiones y giros verbales propios, el resultado es una especie de inglés internacional que no acaba de satisfacerles. Por supuesto, hay excepciones, y en las carreras técnicas se nota menos que en Letras.

Ger Groot, profesor de Filosofía en la Universidad Erasmus, de Rotterdam, y columnista del rotativo NRC Handelsblad, ha apuntado aún otro problema. El uso del inglés deja buenos dividendos en las universidades porque los cursos no son baratos, “pero a costa del alemán, francés e incluso holandés”. Entre las paradojas que señala destaca la de alumnos, germanos y galos, que acaban leyendo a Nietzsche o Descartes en inglés, porque así tienen que escribir y examinarse.

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