Joyas rebeldes
Originales, exclusivas y a precios que no resultan inalcanzables. Las piezas de UNOde50 son el fruto de años de aprendizaje, dedicación y una nota de inconformismo
A veces la proyección de una empresa depende de saber identificar el destello de una idea y mezclarlo con una pasión propia y una buena dosis de rebeldía. Este es el combinado que ha llevado al éxito a la firma de bisutería UNOde50. La idea surgió en 1997 del proyecto personal de un grupo de creadores que vieron en la artesanía y la edición limitada –solo 50 piezas de cada creación– una forma diferente de hacer accesorios con identidad propia. ¿Su público? Todo aquel que buscara diseños sorprendentes fuera del circuito comercial masivo pero que al mismo tiempo oscilaran en un determinado rango de precios.
Propietario total de la marca desde 1999, José Azulay, también su director creativo, aportó tanto la pasión como la rebeldía, igualmente presente en el propio concepto. “Me gustó la idea desde el principio porque era original, pero cuando me ofrecieron ser socio lo dejé pasar por distintas circunstancias. Cuando se presentó la opción de comprar, me lancé porque vi la oportunidad de un proyecto en sus inicios, en el que se palpaba que podía hacer algo especial, con alma”.
Azulay no era un novato ni como empresario ni como diseñador. De forma absolutamente autodidacta, había probado a personalizar relojes en la tienda que su padre tenía en Melilla, y después, en Madrid, había montado un negocio de distribución y venta de relojes que primero transformaba y después pasó a diseñar.
"UNOde50 es un producto español y parte de su indiosincrasia es que se fabrica aquí. También lo es mantener ese componente artesado que nos distingue"
“Me iba muy bien económicamente y durante un tiempo compatibilicé esa empresa, en la que aprendí todo lo que no se debía hacer, con UNOde50, mientras iba profundizando en su funcionamiento e introduciéndome en el departamento de diseño, mi pasión. Desde 2004, mi dedicación es exclusiva”. Al triunfo de la marca han contribuido, a partes iguales, un ADN claramente identificable por su tribu de consumidores –que consiste en una mezcla de glamur, un toque cañero y producción artesanal– y una cuidada selección de los canales de distribución. La base son las tiendas propias, además de corners en grandes almacenes meticulosamente seleccionados y franquicias en puntos emblemáticos de ciudades de Asia y Latinoamérica.
En la actualidad, las dos colecciones anuales de UNOde50 reparten por los 40 países en los que están presentes con 120 espacios alrededor de 800.000 objetos con su sello, lo que significa tiradas de entre 800 y 1.200 unidades por modelo. Ya no son 50 piezas de cada diseño, pero la producción tampoco se ha masificado tanto como para perder el concepto de exclusividad. Esa esencia se recupera intacta en cada colección con entre cuatro y seis creaciones de edición limitada que respetan escrupulosamente la idea inicial: solo medio centenar de unidades, firmadas y numeradas.
Pero ¿cómo casan los conceptos de artesanía y éxito internacional en una misma fórmula? Para entenderlo, basta con recorrer las instalaciones de la empresa en Alcobendas, a unos 20 kilómetros de Madrid, donde se crean, se montan, se embolsan y se distribuyen todos y cada uno de los productos que se pueden encontrar en cualquiera de sus puntos de venta, ya sean pulseras, collares, anillos, llaveros, pendientes, tobilleras o anillos de nariz.
La vida de cada uno de ellos comienza en el departamento de diseño. En él, cinco personas, incluido Azulay, inician cada seis meses un proceso de creación que culmina en una colección de unos 200 nuevos modelos. Para llegar a ellos, previamente se han rastreado tendencias, se han hecho bocetos a mano y fichas técnicas, y se han montado cientos de composiciones para encontrar las más identificables con la marca.
El zamak, una aleación con un baño de hasta 15 micras de plata o tres de oro, combinado con maderas, piedras, cuero…, es la base de sus diseños. Y cada elemento de la composición, desde el más pequeño hasta el más impactante, sigue el mismo proceso: se esculpe en cera, se saca el molde del que después se obtiene una pieza en metal, se graba a mano con el sello de la marca, se pule y, una vez acabado, sirve como modelo madre para el molde que realizarán los proveedores. Estos, también exclusivos, son los encargados de la producción masiva de las piezas, que se vuelven a pulir una a una para retornar, ya convertidas en fornituras (nombre que recibe cada uno de los componentes de un modelo), a su punto de partida: la sede en Alcobendas.
Llega el momento del taller de montaje. No hay máquinas capaces de automatizar diseños tan personales, así que 80 operarias, guiadas por un esquema de montaje y su experiencia, comienzan la tarea de acabar un collar, una pulsera o un anillo de principio a fin: una bola, una medalla, un nudo, una piedra, tres bolas, dos nudos… Cada montadora debe conocer los procesos: cortes, abalorios, técnicas de pegado, anudados…, y todas se esmeran en hacerlo perfecto. Saben que, después de reposar durante 48 o 72 horas para que sequen, sus creaciones pasarán una a una por un estricto control de calidad. Si no lo superan, volverán a su montadora original.
“No quiero abandonar esta filosofía”, afirma Azulay, “UNOde50 es un producto español, y parte de su idiosincrasia es que se fabrica aquí. También lo es mantener ese componente artesano que nos distingue. Es un proceso más caro, pero de otra forma perdería su personalidad. Hemos crecido muy rápidamente, pero nunca olvido que lo que manda es la fuerza del producto”.
Azulay sigue el rumbo que se ha marcado imparable pero sereno. Ha conseguido crear el equipo que soñaba: tiene a dos de sus tres hijos, David y Asher, aprendiendo el negocio en Nueva York, su sede para el mercado de Estados Unidos. Su hija pequeña, Keren, ha estudiado comunicación y puede acabar en la empresa después de realizar su rodaje fuera. El futuro de la firma crece sobre bases robustas, y su propietario continúa derrochando energía: siente que ha conseguido “hacer andar su proyecto vital sin olvidar sus raíces rebeldes”.
elpaissemanal@elpais.es
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.