_
_
_
_
_

Por qué debemos dejar de reírnos de las frases cursis de otros en Facebook

¿Mensajes vacuos e irreflexivos? Puede ser. Pero también una técnica solvente para afrontar los problemas cotidianos

El poder terapéutico de la escritura se ha venido investigando desde finales de la Edad Media, pero fue a partir del siglo XX cuando numerosos ensayos concluyeron que su capacidad curativa era bastante mayor de lo que se sospechaba. Según un estudio publicado por la American Psychological Association en 2002, realizado por los psicólogos James Pennebaker, de la Universidad de Texas, y Joshua Smyth, de la Universidad de Syracuse, “escribir sobre las emociones no solo ayuda a liberar tensión y a superar los traumas, sino que incluso puede aliviar el dolor y mejorar el funcionamiento del sistema inmunológico”. Ahora bien, ¿qué sucede cuando no tenemos facilidad para escribir o carecemos de tiempo para explayarnos haciéndolo y nuestro diario se reduce a frases de fácil digestión como “después de una tormenta siempre sale el sol”, “deja de pensar en la vida y limítate a vivirla” o “voy a darme un estupendo paseo con mi bebé”, ya sea en cuadernos o en redes sociales? En este caso, ¿somos frívolos y exhibicionistas o nos beneficiamos de este impulso más bien cursi? La psicóloga Alicia López de Fez, con centro propio en Valencia, afirma lo siguiente: “No hace falta escribir tres folios de palabras amables para empezar a sentirnos liberados. Las frases positivas, por cortas y escasas que sean, son asimiladas por el área derecha del cerebro, que es el de las emociones, y enseguida nos generan placer, sorpresa, alegría… Indiscutiblemente, todas estas emociones nos ayudan a afrontar el día con una mejor predisposición”.

El efecto de las frases dura y dura

La psicóloga Elena Aparicio, del Centro de Psicología Kamyno, en A Coruña, es de la misma opinión: “Las frases que ocupan nuestro pensamiento determinan nuestro estado emocional, este afecta a nuestra conducta y ambos a nuestra salud, por lo que si esa frase con la que iniciamos el día es optimista, todo nos irá mejor. Si escribimos por la noche y por estresante o aburrida que haya sido nuestra jornada, logramos sacar un detalle positivo de lo vivido, tendremos un sueño más reparador y por la mañana nos levantaremos con un talante más alegre. En cualquier caso, es muy buena costumbre anotar en una libreta o en el móvil cada pensamiento o vivencia diaria que nos produzca bienestar, porque así generamos más endorfinas, que son las llamadas 'hormonas de la felicidad”. Este hábito nos sirve de entrenamiento para centrar la atención en los aspectos más positivos de cada día y se convierte en una herramienta perfecta para potenciar el optimismo. Y no solo en esa jornada que estamos viviendo, sino también en las posteriores, porque al releer lo escrito volvemos a sentirnos tan bien como cuando lo escribimos”.

Efectivamente, una investigación realizada por el científico Ting Zhang, de la Harvard Business School, publicada en Science News en 2014, demuestra que el efecto positivo de las frases escritas perdura en el tiempo. Su experimento consistió en pedir a un grupo de participantes que anotaran algo agradable que les había ocurrido durante el día, como una charla distendida con un amigo o alguna actividad entretenida realizada con los niños. Siete meses más tarde les pidió que releyeran lo escrito y le contaran qué habían sentido al hacerlo. Las respuestas fueron concluyentes: los voluntarios no solo habían disfrutado al revivir el momento (todos se sintieron más felices al recordarlo), sino que habían aprendido a transformar un acto aparentemente baladí y cotidiano en algo muy especial, a dar más sentido a cada instante vivido y a fijarlo mejor en su memoria.

Redes sociales de color rosa

Ahora bien, es indiscutible que la llegada de las nuevas tecnologías ha transformado nuestra forma de comunicarnos e infinidad de personas han sustituido el diario íntimo y privado por la publicación de frases de esperanza y motivación en Facebook o Twitter, accesibles a medio mundo. ¿De dónde surge esa imperiosa necesidad de compartir pensamientos, deseos y vivencias personales? Investigadores de la Universidad de Harvard descubrieron el motivo de este impulso gracias a un estudio realizado en 2012. Según sus conclusiones, revelar información acerca de uno mismo activa en el cerebro la misma sensación de placer que obtenemos al comer, ganar dinero o mantener relaciones sexuales. No en el mismo grado, por supuesto, pero la ciencia deja claro que las autorrevelaciones son una experiencia de lo más gratificante, que nos ayudan a sentirnos más felices. Al hilo de esto, la psicóloga Elena Aparicio añade: “En 1943, mucho antes de la aparición de Internet, el psicólogo estadounidense Abraham Maslow describía en Teoría sobre la Motivación Humana que, para alcanzar el bienestar, hay que tener cubiertas las necesidades más básicas (fisiológicas y de seguridad), y una vez satisfechas estas, toca cubrir la necesidad social de afiliación, de reconocimiento del grupo. Al compartir en Facebook, Twitter o Instagram nuestras vivencias o pensamientos positivos perseguimos tres objetivos: primero, mostrarnos ante los demás como personas optimistas, lo que ya es un gran valor. Segundo, reforzarnos en nuestra propia idea, lo que nos ayuda a mantenernos firmes en ella. Y tercero, contagiar a los demás y, como consecuencia, conseguir su tan ansiada aprobación, necesidades básicas de las que hablaba Maslow. Por eso las redes sociales se han extendido tanto en tan pocos años”.

“Otro motivo de su éxito es que se crea una especie de feedback entre los usuarios”, apostilla Alicia López de Fez: “Nosotros escribimos una frase positiva y nuestros amigos y seguidores nos responden con otra u otras del mismo estilo, lo que a su vez hace que todos nos contagiemos de sentimientos más amables y alegres". Una investigación de la Universidad de Waterloo (Canadá) adjudicaba, hace unos meses, a los autores de estas sentencias una escasa inteligencia. López de Fez difiere: "Que escribamos frases como 'no hay nada que te pueda asustar si te niegas a tener miedo' o 'tú tienes la llave para dejar de vivir encadenado' no implica que vayamos a tomarnos cada palabra al pie de la letra, sino solo que gracias a ellas potenciamos sensaciones positivas que nos ayudan a suavizar, aliviar y aligerar los problemas que nos vamos encontrando durante el día". De hecho, la mayoría de las frases que se publican en redes sociales hacen alusión a cosas bonitas. "Quizá porque cuando nos encontramos mal no queremos recrearnos en ese estado, sino salir de él enseguida”, concluye la experta.

 

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_