El miedo nunca muere
En ‘Cruzando el bosque’, Emily Carroll recurre a los elementos convencionales del terror para construir cinco historias escalofriantes
La ilustradora Emily Carroll (London, Ontario, 1983) fue una de esas niñas de fe en la lectura y en los monstruos. Cada noche leía y temblaba ante el momento de dejar de hacerlo. Temía que al extender el brazo para apagar la luz, algo o alguien invisible-pero-que-estaba-allí la agarraría e introduciría en el país del mal. Al crecer, la razón nos blinda contra los miedos infantiles que fabrica la propia imaginación. Pero la razón resulta una coraza endeble cuando alguien combina los elementos adecuados para conectar de nuevo nuestra fantasía con nuestra sinrazón.
En Cruzando el bosque (Sapristi), Emily Carroll lo hace con tal eficacia que ha sido recompensada con alguno de los galardones más reconocidos del cómic. Recurre a los elementos convencionales del terror (oscuridad, bosque, nieve…) para construir cinco historias escalofriantes, apoyadas sobre unos textos escuetos y eficaces y, especialmente, unas ilustraciones de belleza sobrenatural. Un efecto estético que recuerda el poder del Drácula de Francis Ford Coppola. En estos cuentos góticos no hay, lógicamente, electricidad ni apenas coches. Las víctimas viajan en carruaje, habitan en casas de madera y se pierden en bosques de árboles grandiosos. La Luna siempre está llena, y el Sol, en el ocaso. Abundan las madres ausentes y los padres que toman decisiones equivocadas. Hay complejos de culpa que desencadenan catástrofes del más allá y envidias que conducen a tragedias del más acá. En honor a las reglas del juego, la desobediencia infantil acaba mal. Aunque también la debida obediencia acaba como el rosario de la aurora. En su epílogo final, una versión libre de Caperucita, donde la niña logra atravesar el bosque de noche sin tropezar con su depredador, un lobo apenas esbozado con dientes y córneas señala la gran paradoja: “Has de cruzar estos bosques cada vez y para evitar al lobo deberás tener suerte cada vez…, pero al lobo le basta tener suerte una vez”. Lo que demuestra Emily Carroll en Cruzando el bosque es que los viejos cuentos de terror nunca mueren.
Un debut a lo grande
Cruzando el bosque se publicó en inglés en 2014 con buenas críticas de la prensa anglosajona, incluidas alabanzas de dos especialistas como Scott McCloud y Paul Gravett. Es la primera novela gráfica de Emily Carroll, que hasta ahora había trabajado como ilustradora y autora de webcómics, y mereció en 2015 un Premio Eisner. Ese mismo año también recibió un Ignatz (galardón que distingue las obras y autores más destacados del cómic independiente) como mejor artista.
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