Y usted, ¿qué hace?
Los liderazgos se fraguan contrariando a veces el sentimiento del propio votante
Hubo colas, se evitó el caos. La huelga del metro barcelonés no machacó ayer a los 95.000 asistentes al Congreso Mundial del Móvil, el Mobail.
Buena noticia. Porque ese cónclave es clave. Versa sobre la tecnología más auspiciosa, pues las telecos se saltan ya el cable en la mitad del orbe.
Propicia, más que las compraventas de las antiguas ferias de muestras, el intercambio de tecnología, métodos y contactos, básicos en una sociedad de las tres i —información, innovación, investigación aplicada—, de la que aquí aún estamos a años luz.
Y riega el semillero de empresas tecnológicas de nueva creación, las start ups: de las 2.100 compañías presentes en la capital catalana, 174 son de casa, en su mayoría recién nacidas.
Si el (legítimo) conflicto laboral no ha estropeado el (imprescindible) evento es en buena medida a causa de una (estupenda) rectificación, de la alcaldía.
Una rectificación secuencial en cinco pasos. 1) el programa electoral de Ada Colau proponía reconsiderar la celebración del congreso, por poco social; 2) una vez elegida alcaldesa, la duda le duró segundos, pugnó por mantener la sede hasta 2023 y lo logró; 3) medió en el conflicto laboral, a título “excepcional”, sin éxito; 4), criticó la huelga, sin desautorizarla, justificó la propuesta de alza salarial (un 1%) y a fuer de transparente publicó los sueldos (33.000 euros los más habituales); y 5) propició amplios servicios mínimos de metro y dio franquicia total temporal a los taxistas.
Los liderazgos se fraguan contrariando a veces el sentimiento del propio votante. Helmut Kohl se apuntó al euro en 1998 pese al malestar de sus electores porque perdían el marco: recogió frutos. Felipe González y Carlos Solchaga irritaron a muchos con su reconversión industrial de 1983, que acabó en éxito. François Mitterrand rectificó en 1982 su estrategia izquierdista de nacionalizaciones y expansionismo fiscal: evitó la quiebra. Palmiro Togliatti dio en 1944 la svolta di Salerno asumiendo el pacto con el monarca y el general Badoglio, lo que permitió al PCI entrar en un Gobierno de unidad nacional antifascista, aquel gran logro.
“Cuando los hechos cambian, cambio de opinión, y usted, ¿qué hace?”, aleccionó en una ocasión lord Keynes.
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