La lucha de Hitler
Nos volvemos a cruzar con los nacionalistas xenófobos, como si fueran una peste de la que no hay quien se libre

Guardo en alguna maleta que no puedo localizar fácilmente (no porque tenga muchas, sino porque las tres están desordenadas) un ejemplar espléndidamente conservado de Mein Kampf, que en su día fue editado en español con gran éxito de público. El fascismo vivía un gran momento en España, y también en Alemania, claro. La Embajada alemana se encargó de todos los gastos, y los enfervorizados lectores no tuvieron que poner un duro de su bolsillo para conocer las simplezas que agrupó en un libro el penoso intelectual que fue Hitler.
Ahora, el poseedor de los derechos de autor, un pariente de Hitler, persona decente, ha renunciado a todo diciendo que él no quiere vivir de aquel horror. Yo tampoco sacaré dinero de mi ejemplar. Si alguien lo quiere me tendrá que dar a cambio la libertad de algún judío castigado por serlo o la de un preso político venezolano. Viene a cuento esto porque nos volvemos a cruzar con los nacionalistas xenófobos, como si fueran una peste de la que no hay quien se libre, como de las ratas o de las cucarachas. Ahora, cuando Pedro Sánchez ha dicho que consultará con Podemos para ver si hace Gobierno, Pablo Iglesias ha advertido de que está dispuesto a negociar pero hay una línea roja: no hablará con quien no acepte que hay que hacer un referéndum en Cataluña sobre la independencia. Solo un ingenuo o un desinformado ignora que eso forma parte destacada de la estrategia soberanista. Y solo un desinformado contumaz ignora que el mensaje de, por ejemplo, Francesc Homs es claramente xenófobo cuando habla del posible Estado catalán, donde los recursos se dedicarán a lo de dentro y se acabará con ese despilfarro que la gente cree que es la solidaridad. Si Cataluña tiene más recursos es porque produce más y mejor que, por ejemplo, Extremadura. El que quiera casuística sobre esto, no tiene más que entrar en Internet. Ya lo sabe Errejón, que presume de progresista por repetir sandeces como esa.
Los xenófobos nacionalistas amenazan con colarse por la puerta de atrás en nuestra gobernación. Y ya tuvimos bastante con 40 años de nacionalcatolicismo para que ahora nos den una dosis de otro nacionalismo. Regalo mi ejemplar de Mi lucha al futuro museo de la libertad en Venezuela.
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