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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Flaco favor a Argentina

Cristina Kirchner perjudica al país y complica aún más los retos de Macri

Mauricio Macri, junto a su esposa Juliana Awada y con su hija Antonia en brazos, ayer en el balcón de la Casa Rosada.
Mauricio Macri, junto a su esposa Juliana Awada y con su hija Antonia en brazos, ayer en el balcón de la Casa Rosada.JUAN MARCELO BAIARDI (AFP)

El kirchnerismo y su líder, la ya expresidenta Cristina Fernández, han declarado la guerra a su sucesor, el liberal Mauricio Macri, desde el primer día de su mandato. Así es como hay que entender el boicot de ayer al traspaso democrático de poder, ordenando a sus fieles no asistir a la jura presidencial en el Congreso y negándose a imponer a Macri, como manda la tradición, la banda presidencial en la Casa Rosada.

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El acto de hostilidad, inédito en la historia argentina, no solo es un caprichoso desprecio de mal perdedor a las reglas del juego democrático, esenciales para la convivencia pacífica de una sociedad, sino que agrava la división política de Argentina y daña la imagen exterior de la nación latinoamericana cuando más necesita el respaldo internacional.

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El gesto de Cristina Fernández augura una oposición frontal al nuevo Gobierno y la generación de una tensión innecesaria para el desarrollo democrático de Argentina. Así las cosas, solo queda esperar que de las propias filas del peronismo surja un ala responsable y madura capaz de ejercer una oposición constructiva por el bien de todos los argentinos y con el respeto que merece una ciudadanía que ha optado libremente por el cambio.

Mal final de la presidenta saliente, por multitudinaria que fuese la despedida, e innecesario mal comienzo para su sucesor, que va a tener que desplegar una extraordinaria inteligencia y habilidad políticas para pilotar el nuevo rumbo de Argentina. Además de luchar contra la pobreza y el narcotráfico —prioridades marcadas ayer por el presidente— los males de la economía necesitan remedios urgentes y exigirán paciencia y consenso en los objetivos. El primero de todos levantar el cepo (control) cambiario para ajustar el valor real del peso; después, controlar la inflación, ya por encima del 28%; enseguida, atraer la inversión extranjera que permita aumentar las actualmente escuálidas reservas de divisas, y finalmente acabar con los excesos del proteccionismo kirchnerista.

Macri llega al poder con una Argentina “cansada de enfrentamientos inútiles”, como dijo ayer, y que desea un cambio tranquilo. Las expectativas son altas; cumplirlas exigirá unidad y respeto a la transparencia y a las reglas democráticas. Que no las defraude el rencor, la prepotencia, la corrupción y otros vicios de la vieja política.

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