Poder digital
Hay una gran revolución en marcha, la revolución digital, y Europa se está quedando atrás
Nos educan para creer que existe el progreso y que es lineal, que todo tiempo pasado fue peor y que todo tiempo futuro será mejor. Pero la historia está plagada de ejemplos de grandes retrocesos. De la mayoría de ellos puede responsabilizarse a los líderes e instituciones políticas que impidieron o asfixiaron la innovación. Fuera por prejuicios ideológicos, tabúes religiosos, mediocridad intelectual, falta de visión o el mero deseo de sus élites de conservar el poder y excluir de su disfrute a los demás, es un patrón recurrente a lo largo de la historia ver cómo grandes potencias, en su tiempo consideradas imbatibles, entraron en declive o incluso se desmoronaron por su incapacidad de innovar.
Poco antes de que Vasco de Gama doblara el Cabo de Buena Esperanza y Colón llegara a América, la flota imperial china armaba barcos cuatro veces más grandes que la Santa María y navegaba por las costas del África Oriental. Pero en 1479, la administración imperial, temerosa del creciente poder de los mercaderes, quemó las cartas de navegación, prohibió el comercio exterior, construyó una gran muralla y se volcó en la agricultura. En 1979, los chinos, responsables de cuatro innovaciones esenciales (la brújula, la pólvora, el papel y la imprenta), decidieron volver.
Nominalmente, la economía de la Unión Europea es más grande que la de Estados Unidos. Pero entre las diez primeras empresas del mundo no hay hoy ninguna europea. ¿Les dice algo que esas diez empresas sean todas estadounidenses, que las tres primeras sean Apple, Google y Microsoft y que la sexta y séptima sean Facebook y Amazon? Hace veinte años, siete de las diez primeras empresas eran japonesas. Hoy no hay ninguna. Y de las 102 empresas de reciente creación gracias al capital-riesgo orientado a la innovación que han superado los mil millones de dólares de valor, 69 están en Estados Unidos, 25 en China y sólo 8 en Europa. Hay una gran revolución en marcha, la revolución digital, y Europa se está quedando atrás. Su magnitud es comparable a la revolución industrial pero con un elemento inquietante: la velocidad a la que se está produciendo y la lentitud de Europa en subirse a ella. @jitorreblanca
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