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De Karl para Coco

Karl Lagerfeld rinde homenaje en una exposición a los iconos concebidos por Gabrielle Chanel: creaciones sobre las que ha construido una de las firmas más poderosas del mundo

Selección de vestidos de alta costura recogida en la exposición 'Mademoiselle Privé'.
Selección de vestidos de alta costura recogida en la exposición 'Mademoiselle Privé'.

Hace ya años que la industria de la moda y el mundo del arte establecieron una sinergia tan rentable en términos de imagen como comerciales. Superada la novedad de las exposiciones retrospectivas y las colaboraciones con pintores, escultores y performers varios, las grandes marcas comienzan a apostar por una fórmula consistente en elevar su propio proceso creativo a la categoría de contenido museológico.

El pasado mes de septiembre, Louis Vuitton inauguraba en Londres una muestra que juega a adentrarse en la mente de su diseñador, Nicolas Ghesquière, durante el proceso de elaboración de su última colección. Y en octubre, la galería Saatchi, situada también en la capital británica, acogía Mademoiselle Privé, un recorrido por los iconos con los que Gabrielle Chanel definió su firma. Del perfume Nº 5 a la chaqueta de tweed. Más que una revisión histórica, se trata de una exhibición –en ambos sentidos de la palabra– de la habilidad de Karl Lagerfeld para mantener la relevancia de estos elementos y construir sobre ellos un imperio, cuyas ventas alcanzaron el año pasado los 5.000 millones de euros, según datos de la revista Forbes.

Es fácil pensar que Coco Chanel se quedaría sin palabras si levantase la cabeza y viese en qué se ha convertido su maison. Pero Lagerfeld, que tomó las riendas de la casa en 1983, está seguro de que haría cualquier cosa menos quedarse callada. Y así lo plantea en un corto dirigido por él mismo y estrenado en la exposición. En él, Geraldine Chaplin, trasmutada en la modista, resucitaba para encontrarse con el creador alemán.

“¿Qué crees que estás haciendo?”, le pregunta ella. “Mantenerte viva”, contesta él. Poco satisfecha con la respuesta, la francesa se queja de que el único mérito de Lagerfeld ha sido copiar lo que ella ha inventado. A lo que este replicaba recordándole que cuando falleció, en 1971, la marca no atravesaba, precisamente, su mejor momento. “Le he dado un papel más importante. Tenía un ego muy fuerte, algo que yo no poseo. En realidad, yo parezco más un fantasma que ella”, explicaba Lagerfeld al diario británico The Guardian el día de la inauguración.

La cinta no solo es hilarante, sino que resume a la perfección el mensaje de Mademoiselle Privé, que viajará a otras ciudades aún sin confirmar. En la exposición se rinde homenaje a todas las fuentes de inspiración de Chanel. Pero, más allá de este ejercicio de autopromoción, se responde a dos preguntas fundamentales. La primera: cómo Lagerfeld ha conseguido mantenerse fiel a la leyenda de su predecesora y al mismo tiempo hacer de la firma algo absolutamente personal, casi tan indisolublemente unido a su figura como a la de Coco. Y la segunda: cómo pretende seguir haciéndolo.

Imagen original de la única colección de alta joyería que realizó Gabrielle Chanel. La presentó en Londres en 1932, pero no puedo seguir desarrollándola debido a las férreas leyes aduaneras británicas.
Imagen original de la única colección de alta joyería que realizó Gabrielle Chanel. La presentó en Londres en 1932, pero no puedo seguir desarrollándola debido a las férreas leyes aduaneras británicas.

Con respecto a esta última cuestión, el propio planteamiento de la muestra, pensada para ser disfrutada por una generación que vive pegada al móvil, arroja pistas claras. A través de una aplicación gratuita, el visitante puede descubrir la historia que esconde el símbolo del signo zodiacal de Chanel con solo enfocar a la escultura de un león. O trasladarse al apartamento que la modista tuvo en Rue Cambon al mirar las paredes aparentemente desnudas de una sala a través de la cámara del teléfono.

No parece casual que la firma haya elegido este formato digital justo después de anunciar que lanzará su propia tienda online en 2016, tras años resistiéndose a comercializar sus productos en Internet. “Lo digital es el área que hay entre la tienda y el comprador, y para nosotros constituye la mejor herramienta para interactuar con él. Hay gente a la que le encanta ir de compras, la sorpresa, pero otra prefiere estar preparada, saber lo que le interesa. Nuestro trabajo es ponérselo lo más fácil posible”, argumentaba Bruno Pavlovsky, consejero delegado de la casa, en una entrevista con la edición británica de Vogue.

Una ‘app’ permite conocer la historia de un vestido cuya confección requirió 1.200 horas de trabajo artesanal

La maison centenaria quiere demostrar que está a la vanguardia tecnológica sin dejar de reivindicar su patrimonio histórico, ese que Lagerfeld no solo ha mantenido vivo, sino que ha alimentado y actualizado. Por eso, una de las salas más impresionantes está dedicada a la alta costura. En ella puede contemplarse una vestido dorado en chiffon y organza perteneciente a la colección de primavera-verano de 1996 que, según revela la app, requirió más de 1.200 horas de trabajo manual.

Esta espectacular prenda fue realizada en la casa de costura Lesage, uno de los 11 ateliers o talleres que la marca ha ido adquiriendo en los últimos años y entre los que se encuentran Desrues, una firma especializada en la confección de botones; Lemarié, centrada en el trabajo con plumas, o la sombrerería Montex. Con su compra, la maison francesa no solo ha preservado estas empresas familiares, sino también las técnicas que en ellas se vienen desarrollando, a veces, desde hace siglos.

Un rincón de la exposición que recrea la primera tienda que Coco Chanel abrió en Deauville (Francia).
Un rincón de la exposición que recrea la primera tienda que Coco Chanel abrió en Deauville (Francia).

Por eso, Chanel no pierde la oportunidad de hacer ostentación de su capital artesanal ya sea sobre la pasarela o en exposiciones como Mademoiselle Privé. Motivos no le faltan. Además de trabajar para otras marcas como Valentino o Lanvin, Lesage es una de las escuelas de costura más prestigiosas del mundo. A su alrededor se articula una de las actividades más reveladoras que pueden realizarse en la exposición: un taller de bordado abierto a los visitantes e impartido por petit mains (costureras) de esta casa. El ejercicio consiste en algo aparentemente tan sencillo como decorar un broche con pequeños abalorios. Tras solo media hora con aguja y dedal, resulta más fácil entender que un diseño de alta costura valga lo que cuesta.

Otro de los talleres gira en torno al perfume Nº 5, sin duda uno de los iconos más célebres de la casa. Porque la exposición no solo revela cómo la maison se ha sustentado artísticamente sobre los pilares que Chanel construyó, sino también a nivel empresarial. Creado en 1921, el Nº 5 fue el primer perfume en llevar el nombre de la marca impresa en su envase. Es la fragancia más vendida de la historia: cada 30 segundos se despacha una frasco en algún lugar del mundo.

Sala dedicada al perfume Chanel Nº5, el más vendido de la historia.
Sala dedicada al perfume Chanel Nº5, el más vendido de la historia.

Junto al músculo creativo y financiero, el tercer valor que permite entender la evolución de Chanel es la habilidad de Lagerfeld para capitalizar el fenómeno celebrity. El prestigio de estos famosos junto a su poder en las redes sociales se ha convertido en una de las principales armas promocionales de la casa. O más bien en un arsenal del que, una vez más, el diseñador hace alarde al fotografiar a 16 de sus musas –todas primeras espadas, de Julianne Moore a Isabelle Huppert– ataviadas con la única colección de alta joyería ideada por la modista francesa en 1932. Porque el marketing cambia, pero el buen diseño permanece.

elpaissemanal@elpais.es

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