_
_
_
_
LA PUNTA DE LA LENGUA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La transición de las palabras

La suavización del lenguaje político tras morir Franco hizo que se fueran desvaneciendo los vocablos más abruptos

Álex Grijelmo

No hay una transición política real sin una transición de las palabras. Y así ocurrió con el abrupto lenguaje usado hace 40 años en los dos lados de la trinchera, que se suavizó para aproximar a los distantes.

La palabra “camarada” puede simbolizar ese proceso. Sus tintes militares (“camaradas” eran los que dormían en la misma cámara o camarote) no impidieron que se llamaran entre sí “camaradas” tanto los comunistas como los falangistas. Pero aquellos aires de encuentro arrinconaron este término del lenguaje político, sustituido por otros más civiles como “compañero” o “correligionario”.

Casi todas las ideas de enfrentamiento se fueron desvaneciendo en el lenguaje público, y de ese modo “la lucha de clases” se transmutó en la búsqueda de la “igualdad social”. El concepto de “proletariado” (se denominaba así a quienes no tenían más posesión que su propia prole) aún se refugiaría durante un tiempo en la expresión “clase obrera”, para transfigurarse luego en “las clases populares” y más tarde en enunciados más blandos: los “productores”, los “operarios”, los “asalariados”, los “trabajadores”, los “empleados”…

En el ámbito del terrorismo, por el contrario, el lenguaje se endureció

En el otro lado, “la oligarquía”, “la burguesía” o “los poderes fácticos”… se transforman en “la clase dirigente”, “la clase alta”, “las élites sociales”… Y hoy en día, en “los ricos”.

Las palabras “patrón” y “patronos”, que transmitían su vieja idea del señor a quien sirven los criados, dejan su espacio a “empresarios”, “empleadores” o, más recientemente, “emprendedores”.

Los sindicatos han participado también de esta edulcoración. El “despido colectivo” (en el que se ven obligados a colaborar con las empresas) se ha transformado en un esquelético “ERE”, después de transitar por la “regulación de empleo”, las “rescisiones de contratos” o los “ajustes de plantilla”.

Esa suavización del lenguaje de estos 40 años ha alcanzado al propio vocabulario interno de los partidos, que pasaron de albergar “tendencias” enfrentadas (con la connotación que lleva asociada el término “tendencioso”) a discutir entre “corrientes”. Más tarde se llamaron “familias”, para quedar finalmente en “distintas sensibilidades”.

En el ámbito del terrorismo, por el contrario, el lenguaje se endureció. Ahora nos sonrojamos al recordar que a los miembros de ETA los llamábamos “activistas” en vez de “terroristas”, o al repasar noticias donde se informaba de que una persona “resultó muerta” en vez de haber sido asesinada.

¿Era todo un juego de eufemismos? Tal vez, pero no se trataba de eufemismos de parte sino más bien de un cambio en el lenguaje común, fruto de un pacto tácito.

Los acuerdos inconscientes sobre el léxico suelen servir como termómetro para analizar las posibilidades de un consenso. Por el contrario, las divergencias en el vocabulario preludian siempre el conflicto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_