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Marc Gasol, rey de Memphis

Es el mejor ‘pívot’ de la NBA, el líder de su equipo, los Grizzlies, por los que acaba de renovar con un salario de superestrella Durante tres días en EEUU, nos cuenta sus planes para lograr el sueño de convertise en campeón

Álvaro Corcuera
Marc Gasol pasea por el centro de Memphis, Tennessee, Estados Unidos.
Marc Gasol pasea por el centro de Memphis, Tennessee, Estados Unidos.Ana Nance

"El mejor consejo que me dieron ante la paternidad fue: ‘Dejarás de ser el protagonista de tu vida’. Ya no soy importante. Mis prioridades han cambiado. El otro día comíamos lubina en casa. Mi hija me pidió un poco. Después quería más. Cuando me di cuenta…, ¡la madre que la parió!, ¡que se había comido toda la lubina la niña!”. A Marc Gasol (Sant Boi de Llobregat, 1985) el tema de conversación que más le ilumina el rostro es su pequeña. Más que los focos que dan brillo a las espectaculares pistas de parqué de la NBA, más que la atención y el cariño que recibe en Memphis, su ciudad en Estados Unidos. Es el líder indiscutible dentro de un vestuario, el de los Grizzlies, en el que sobresalen tres, el big three que junto a Gasol forman el base Mike Conley y el ala-pívot Zach Randolph.

La que empezó hace dos semanas es su octava temporada en Memphis. Para Conley y Randolph, la novena y séptima respectivamente. “La franquicia ha confiado en nosotros mucho tiempo. Es una suerte. No es común. Los grupos tienen ciclos de cuatro años como mucho”, explica Marc. Él pudo cambiar de aires en verano. Con su contrato expirado –llegó en 2008 a la NBA para tres años y 9,8 millones de dólares, y renovó en 2011 por cuatro cursos más y 57,5 millones–, en julio dio un nuevo sí a los Grizzlies: cinco temporadas y 113,2 millones de dólares (unos cien millones de euros), hoy el sexto mejor contrato en la liga. El suyo es el mejor caché de su equipo, esta campaña el doble que Conley o Randolph. “La profesionalidad y la entrega van más allá del salario. Este depende de muchos factores: de tu situación en la liga, de tu edad… No siento presión, sino responsabilidad”.

En su coche, un todoterreno Mercedes, conduce de camino a un acto benéfico de su equipo en un barrio humilde de Memphis, no muy lejos del motel Lorraine, en el que falleció tiroteado Martin Luther King en 1968. La ciudad donde Elvis Presley se coronó rey acogió a la familia Gasol cuando Marc tenía 16 años. “Cuando Pau fue drafteado en la NBA –elegido como número tres en 2001, el mejor europeo hasta la fecha–, yo estaba en un torneo en Francia con la selección española cadete. No pensé que nos mudaríamos toda la familia. Pau iba a viajar solo a Estados Unidos con la que era su pareja. Pero aquello se diluyó y nos pidió que le acompañáramos”. ¿Recuerda cómo fue ese momento?. “¡Claro que sí! Estábamos en el salón de nuestro piso de Sant Boi. Nos preguntó qué pensábamos. Mis padres lo tuvieron claro. No dudaron en dejarlo todo, coger una excedencia en sus trabajos, en los que tenían una buena posición…, mi madre era médico y mi padre enfermero…, y marchar. La idea fue irnos un año, para que Pau se asentara”. Finalmente, la familia se quedó más tiempo: Marc, el que menos, pasó allí dos años antes de regresar en solitario a España con 18.

Marc Gasol of Memphis (Marc Gasol de Memphis) era el título de un emotivo vídeo que en el mes de junio lanzaban los Grizzlies en su web, una campaña para animar al jugador a quedarse en la ciudad, a renovar por el equipo del que fue líder el año pasado en puntos (17,4 por partido) y segundo en rebotes (10,5) y asistencias (3,8). Lemas como “A true Memphis” (un verdadero Memphis), “Memphis made” (fabricado en Memphis) o “One of us” (uno de nosotros) aparecieron por la ciudad junto a su cara. Eslóganes también en la boca de la gente. Una aficionada del equipo no duda en bajarse de su vehículo cuando ve al ídolo local paseando entre la calle Main y la avenida Vance. Le abraza, se hace un selfie y exclama: “¡Es nuestro!”.

Una aficionada de los Memphis Grizzlies para a Marc Gasol en la calle para darle un abrazo
Una aficionada de los Memphis Grizzlies para a Marc Gasol en la calle para darle un abrazoAna Nance

"He renovado por muchas razones. Llegué aquí muy joven. Tengo una excelente relación con los fans, con muchas personas del equipo y con algunas instituciones como el Saint Jude Children’s Research Hospital [un centro médico para niños]”, explica el jugador. “También es importante la relación con el propietario. Tenemos visiones parecidas”, dice en referencia a Robert Pera: 37 años, ex de Apple y CEO de Ubiquiti, empresa tecnológica, es el dirigente más joven de la NBA y la séptima persona por debajo de los 40 más rica de EE UU según Forbes. Ambos son ambiciosos. “Empecé aquí ganando 24 partidos la primera temporada”, recuerda Marc. Eso en una liga en la que se juegan un mínimo de 82 encuentros anuales, al término de los cuales 16 equipos (de 30) disputan los play off o eliminatorias por el título. Con la ayuda de Gasol, los Grizzlies han dado un vuelco. En las últimas cinco campañas han jugado siempre la postemporada, llegando a una final y a tres semifinales de su conferencia, la Oeste. Los Grizzlies son hoy un equipo respetado, un hito para una franquicia nacida en 1995 en Vancouver (Canadá), que penó hasta mudarse a Memphis en 2001 coincidiendo con el fichaje de Pau, pero que ha sido con el liderazgo de Marc cuando más lejos ha llegado. “Hemos vivido un proceso muy bonito y quiero ver si somos capaces de dar el último paso, que es muy complicado”, dice en referencia al sueño de conquistar el anillo de la NBA.

Mi madre quería que estudiara una carrera en EE UU. Yo me volví a Barcelona”

Marc da la importancia justa a los logros individuales. El baloncesto, dice, es un deporte de equipo. Sin embargo, sabe que los reconocimientos a su persona han ayudado a poner a Memphis en el mapa: mejor defensor en la temporada 2012-2013 (el primer europeo en conseguirlo) e incluido en el primer equipo de la NBA en la pasada campaña, junto a Stephen Curry, LeBron James, Anthony Davis y James Harden, internacionales con EE UU. Por delante, por cierto, de Pau Gasol, con quien protagonizó una fotografía histórica en febrero, al disputar el salto inicial del All-Star Game, la primera vez que dos hermanos se enfrentaban entre sí en un partido de las estrellas.

¿Es hoy Marc Gasol mejor que Pau Gasol? Una encuesta realizada el mes pasado por la NBA a los general managers de los 30 equipos de la liga así lo ratifica. El de los ­Grizzlies fue elegido, con un 65% de los votos, como el pívot más valioso de la competición. “No me sorprende. El año pasado jugó su mejor temporada”, comenta Pau desde Chicago. “Nuestras trayectorias son muy difíciles de comparar. Los dos estamos teniendo la suerte de disfrutar de carreras excepcionales. Ojalá Marc pueda ganar un campeonato de la NBA. Sé que está trabajando muy duro para conseguirlo”, añade el hermano mayor. En los Grizzlies también respetan al mediano de los Gasol. Vince Carter, 18 temporadas en la NBA, de la que es uno de sus jugadores más veteranos y reconocidos, define tras un entrenamiento: “Es una gran persona. Y es humilde. Créame, he conocido a muchísimos jugadores y él es uno de los mejores dentro y fuera de la cancha”.

“Siempre he confiado en que Marc se convertiría en un gran jugador, pero era difícil imaginar que llegaría donde ha llegado”, prosigue Pau, el único baloncestista español en alcanzar la gloria en EE UU, doble campeón con Los Angeles Lakers (2009 y 2010) y que hoy milita en los Chicago Bulls. “Siempre ha tenido un gran talento y desde pequeño era importante en sus equipos. Pero sin duda su camino ha sido increíble, del cual me siento enormemente orgulloso. Su sacrificio y su determinación son fundamentales en su evolución”, analiza Pau.

Marc Gasol, en su etapa adolescente en Memphis, con la camiseta del Lausanne Collegiate School
Marc Gasol, en su etapa adolescente en Memphis, con la camiseta del Lausanne Collegiate School

"Cuando nos mudamos a Memphis, inicialmente para un año, fue muy bonito. Pero el segundo curso me costó”, recuerda el pívot de los Grizzlies. En el Lausanne Collegiate School, donde estudió, una de sus profesoras, Brenda Robinette, recuerda a un chaval “muy tímido, pero dulce y buen niño”, cuenta en la cancha donde Marc se ganó el cariño de sus primeros fans y adonde Pau acudía con sus padres y su hermano pequeño, Adrià, para verle jugar. La camiseta del mediano de los Gasol, hoy expuesta, recuerda a un chaval que sobresalía por su tamaño –más de dos metros y cien kilos– y calidad –llevó al equipo a la final estatal en su categoría–.

Con 18 años, Marc decidió volver a Barcelona, dejando en Memphis al resto de la familia. Su madre no estaba de acuerdo. “Ella quería que cursara una carrera en EE UU. Si te pones en su lugar, que un hijo vaya a una universidad americana, y si encima juega bien al baloncesto, que era mi caso, obtenga una beca deportiva… era la mejor opción”, recuerda Marc. Pero él lo tenía claro. El Barça (al que había pertenecido en categorías inferiores) y su preparador de la primera plantilla, Svetislav Pesic, lo reclamaron para ayudar en los entrenamientos y también para jugar en el Barcelona B, en la Liga EBA (la tercera división). “Cuando me llamó Pesic fue increíble. ¡Les había visto ganar la Euroliga en el Palau Sant Jordi! Me sentía como un niño”.

“En Memphis sabía que tenía talento. Jugué bien, pero era un nivel de colegio y físicamente no supe gestionarme. Había cogido mucho peso, no tenía confianza en mí mismo y necesitaba reencontrarme”, sonríe ahora Marc al recordarlo. En Barcelona le inculcaron disciplina. Creyó, “por primera vez”, que podía ser profesional. Dedicado al baloncesto las 24 horas, compartía piso con otras promesas. Y se ejercitaba sin parar: “Entrenábamos muchísimo, de nueve de la mañana a una de la tarde con el primer equipo; después a las cuatro de la tarde, con el B, y de nuevo a las siete con el primero. Lo pasaba realmente bien”. Marc fue dejando atrás la adolescencia, aunque aún pasaría tiempo, y cánticos de burla en las canchas rivales, por sus 137 kilos para 2,13 metros de altura (hoy está en 115 kilos y 2,16 metros). Él se esforzó: con el consejo de los médicos del Barça, se alimentó mejor y en orden, redujo peso y ganó musculatura.

En el Barça pasó tres años. Debutó en la Liga ACB (la categoría profesional en España) en el primero; en el segundo, el equipo lo pasó mal tras la marcha de Pesic y además Marc se lesionó un pie, y finalmente llegó el tercero. Ahí esperaba dar un paso al frente. Con Dusko Ivanovic en el banquillo –un entrenador con fama de sargento–, el mediano de los Gasol sintió que se estancaba: apenas jugaba minutos ni en la ACB ni en la Euroliga. A mitad de temporada habló: “Pedí que me cedieran a un equipo de la LEB [la segunda división]. No es que quisiera irme, solo quería jugar”. Le dijeron “no” y participó aún menos, tal y como señalaba en una entrevista en EL PAÍS en 2006. Hoy, más diplomático, afirma: “Nunca he tenido resentimiento. Se puede pensar que fue un año muy malo…, pero aún recuerdo cosas que hoy día me sirven de mucho, como valorar el jugar y el esfuerzo. Dusko es duro, con él sufrí, pero aprendí que cuando consigues una meta sales reforzado”.

La imagen de Marc Gasol está en todas partes en Memphis. Es el ídolo local.
La imagen de Marc Gasol está en todas partes en Memphis. Es el ídolo local.Ana Nance

Y entonces llegó el verano de 2006. Su punto de inflexión. “En julio hablaba con la que hoy es mi mujer sobre la siguiente temporada. Tenía la posibilidad de irme cedido a Girona, pero era un drama porque ella seguía estudiando Administración y Dirección de Empresas en Barcelona. Y, vale, solo eran 100 kilómetros, pero a esa edad nos parecía un mundo. Decidimos ir a ver a Pau a San Fernando (Cádiz), aprovechando que tenía un par de días libres en la concentración de la selección, que se preparaba para el Mundial de Japón”, rememora. “En ese viaje me llamó Pepu [Hernández, seleccionador entonces] y me preguntó dónde estaba. Se acababa de lesionar Fran [Vázquez] y me pidió si podía ayudar en los entrenamientos. Le dije inmediatamente que sí”.

El resto es historia del baloncesto español. Contra todo pronóstico, Marc se impuso a Eduardo Hernández Sonseca, del Real Madrid, y Jordi Trías, del Barcelona, por la última plaza vacante para el Campeonato del Mundo. Una vez en Japón, “el hermano de Gasol” fue el complemento perfecto. Sus estadísticas fueron discretas, y en las semifinales contra Argentina, el partido más ajustado de España (75-74 a favor), ni siquiera jugó. Pero en ese encuentro Pau se lesionó y la final habría de disputarse sin él. El rival por el oro, Grecia, asustaba: venía de derrotar a la Estados Unidos de LeBron James, Dwyane Wade y Dwight Howard. Sin Pau en la pintura, cerca de la canasta, la amenaza se llamaba Sofoklis Schortsanitis, un peso pesado. “Recuerdo las emociones cuando Pau se lesionó. Sentí mucha tristeza porque mi hermano se acababa de romper y no iba a jugar la final. ¡Qué putada! Pero pensé…, oye, ¡que igual juego yo! Fue una gran contradicción”, rememora Marc. En su partido con más minutos en cancha en todo el Mundial (jugó 17) apenas anotó dos puntos. Pero su labor en tareas defensivas, secando a Sofo, que solo anotó una canasta, fue vital: “Salí como un loco, a defender, a pegarme. Aquello me dio visibilidad”. España venció ­47-70 y muchos espectadores descubrieron aquel día al futuro mejor defensor de la NBA.

Ser hermano de Pau te pone en boca de la gente. Nadie creía en mí y fui poco a poco”

Al Mundial le siguió su llegada al CB Girona, un equipo histórico al que una inmobiliaria, Akasvayu, había inyectado cifras millonarias un año atrás y fichado a jugadores de caché como Raül López (procedente de la NBA), Fran Vázquez o Germán Gabriel. Tras un decepcionante séptimo puesto en la ACB, el conjunto fichó como entrenador a Pesic, el mismo que había reclamado a Gasol para el Barça cuando acabó su etapa de high school en Memphis. De repente, todo cuadró. En Girona, una ciudad que Marc no conocía demasiado aunque su abuela paterna era de allí, encontró su sitio, cuajó una primera campaña muy buena y el equipo conquistó una competición europea, la FIBA Eurocup. El Barcelona e Ivanovic reclamaron su vuelta. Pero él lo de­sestimó. “Tuve claro que Girona me había dado la oportunidad de jugar. Me sentía, como me pasa ahora en Memphis, con la responsabilidad de devolver la confianza a ciertas personas”, explica. Ese verano aún tuvo que decir no a otra oportunidad: Los Angeles Lakers le eligieron en el draft, pero en una posición muy discreta: segunda ronda, número 48. “Conocía el mundo NBA. Sabía que ir ese verano a EE UU no me garantizaba absolutamente nada. ¿Fue arriesgado? No creo. Prefería quedarme en Girona, donde tenía mucho camino por recorrer y la confianza de mucha gente, que ir a entrenar con un equipo que no me iba a dar nada”. Acertó. En su segundo curso en la ciudad catalana, Marc completó un año sublime y fue nombrado mejor jugador o MVP de la Liga ACB.

En paralelo, esa misma temporada, Pau fue traspasado tras seis años y medio en Memphis. Los Grizzlies enviaron a su mejor hombre a Los Angeles Lakers, donde disputaría las finales de la NBA cuatro meses después. A cambio recibieron a tres jugadores y los derechos de un cuarto: Marc Gasol. El traspaso despertó recelos en el universo NBA. En una liga que siempre busca el equilibrio entre los equipos para conseguir atractivo, competitividad e igualdad (de ahí el sistema de draft, que permite que los peores conjuntos tengan prioridad a la hora de fichar los talentos más jóvenes), el intercambio no se vio con buenos ojos desde algunos contrincantes directos de los Lakers, que creyeron, en definitiva, que Memphis salía perdiendo. Pero la liga, que tiene derecho a vetar traspasos, admitió el intercambio. Meses después, Marc Gasol, con la confianza por las nubes tras su éxito en Girona, se enroló en la NBA y regresó a la ciudad de la que su madre le aconsejó no salir.

Otra vez en Memphis, Marc debía demostrar su valía a la estela de Pau. “Lo que te hace ser hermano de es ponerte en boca de la gente. Yo tuve la suerte de tener un carácter bastante hecho y que no me afectara mucho lo que se hablara. Si hubiera escuchado lo que decían de mí, no hubiera jugado al baloncesto. Nadie creía en mí. Pero fui poquito a poquito. ¿Soy hermano de Pau? Sí, claro, es un hecho objetivo. Eso me ha ayudado. He convivido con él, he vivido cosas que le han pasado y he visto cómo las ha gestionado. Hasta el día de hoy, aún aprendo de él y compartimos muchas cosas”, reflexiona con rapidez.

Pau y Marc Gasol realizan el salto inicial del último All Star Game. Era la primera vez que dos hermanos se enfrentaban en el Partido de las Estrellas de la NBA.
Pau y Marc Gasol realizan el salto inicial del último All Star Game. Era la primera vez que dos hermanos se enfrentaban en el Partido de las Estrellas de la NBA.Getty

“Somos una familia muy unida”, continúa. “Durante el año es fastidiado vernos con los horarios de Pau y los míos. Con nuestro otro hermano, Adrià, el pequeño, sí. Él juega al baloncesto en el Collblanc y estudia Administración y Dirección de Empresas en Barcelona, así que nos visita cuando tiene vacaciones en la Universidad. Además, la novedad de su sobrina es un aliciente muy grande para él venir, verla, jugar con ella. Es la primera niña de la familia, aparte de nuestra prima. A mi madre, después de haber tenido tres chavales de semejante tamaño…, ¡también le hace una ilusión tremenda! Ella ahora está en España. Pero vive épocas en Memphis, en una casa que aún tiene Pau aquí, y también pasa tiempo en Chicago. Mi padre lo mismo, se escapa y viene con mi madre, pero está más con Adrià y trabaja en Barcelona. Gestiona nuestras empresas”, detalla.

Los Gasol comparten una organización que lleva su apellido, la Gasol Foundation, que se centra en “proporcionar herramientas a los más jóvenes para que lleven una vida más saludable”. Y es que la salud, el ejercicio físico, la buena alimentación… son asuntos que les preocupan. Los niños en general, las acciones solidarias, forman parte de su ADN. Les gusta enfocar así su fama, aprovechándola para ayudar a otras personas, ya sea participando en el primer partido NBA en África (amistoso, eso sí) el pasado verano en Johanesburgo, colaborando con Unicef o, en el caso de Marc, dada su ­vinculación sentimental con Girona, impulsando en la ciudad desde el año pasado el Club Escola de Bàsquet Marc Gasol, en categorías infantil, cadete y júnior. Un proyecto que le retrotrae a su propia infancia.

Recuerdo que un día mi padre llegó con una bolsa de deportes, de esas que regalaban con la libreta ahorro, con la nómina. Me dijo: ‘Hoy te quedas a jugar al básquet’. Tenía seis años y me apuntaron con los niños de siete”, dice Marc. Así entró en contacto con el baloncesto, el deporte que también practicaron sus padres, en el colegio Llor de Sant Boi (Barcelona). Hoy, echando la vista atrás y pensando en su escuela en Girona, subraya: “El deporte a esas edades es ideal. Se aprende a ayudar, a compartir y a organizarse el tiempo: ‘A las 17.00 acabo clase, a las 17.30 quedo con los amigos para ir a entrenar, a las 17.45 estoy en la pista con la pelotita. Y después hago los deberes’. Hice muchas amistades para toda la vida y guardo sensaciones que, quieras o no, son las que me han empujado a crear un club ahora. Si los niños hacen deporte, les ayudamos a que canalicen su energía en algo positivo”.

Marc Gasol calienta, antes del partido que enfrentó a su equipo, los Memphis Grizzlies, contra Minnesota Timberwolves, a finales de octubre.
Marc Gasol calienta, antes del partido que enfrentó a su equipo, los Memphis Grizzlies, contra Minnesota Timberwolves, a finales de octubre.Ana Nance

La escuela, dice, también se enfoca a los padres: “Muchas veces no se dan cuenta de que los niños son esponjas. Aunque su padre esté en la grada y haya 200 personas y muchísimo ruido…, un simple chasquido de desaprobación, un comentario, el niño lo escucha”. Marc pausa su discurso: “A mí me emociona, lo siento. El baloncesto me ha dado muchísimo, lo vivo de esa manera y tengo una relación especial con los chavales de la escuela. Veo sus partidos por Internet. Lo disfruto mucho”.

En el ámbito profesional, asegura que también se pueden hacer amigos. Y muy buenos. Cita a Mike Conley, compañero en los Grizzlies. Y a Fernando San Emeterio, de su etapa de Girona y de la selección desde la sub 20 hasta ahora. Este último, hoy en el Valencia Basket, disfruta con el éxito de Marc: “Sinceramente, no pensé que fuera a llegar tan lejos. Creía que podía ser un gran jugador, pero ni por asomo que fuera a convertirse en el mejor cinco (pívot) de la NBA”. De su etapa en común en Cataluña, San Emeterio recuerda que iban mucho a comer juntos “a la Costa Brava con nuestras novias, que ahora son nuestras mujeres”.

La esposa de Marc, cuenta él, es de Sant Boi, de su pueblo: “Desde que estamos juntos, siempre me ha ayudado a ganar autoconfianza y a superar las inseguridades que tenía desde pequeño. Es una persona muy estable, muy positiva, no tiene picos, y eso me equilibra mucho”. A pesar de la fama de su marido, ella procura mantenerse al margen. “Muchas veces no puedes evitarlo”, dice Marc, “pero tampoco somos de enseñar nuestras vidas. Hay gente que, por ejemplo, es muy activa en redes sociales; yo no”. Entonces rectifica. “En realidad…, sí lo soy, ¡pero lo divertido es que tengo una cuenta con 14 seguidores que no saben quién soy!”, bromea el hombre al que jalean en sus partidos en casa en el FedEx Forum cerca de 20.000 espectadores por noche.

David Joerger es el entrenador de los Grizzlies. A finales de octubre, antes de un partido amistoso contra los Minnesota Timberwolves –en el que juega Ricky Rubio, otra estrella española en la NBA–, declaraba sentirse muy contento de poder contar con Marc otro año más en el equipo. Feliz también de que “haya descansado en verano y no jugado con su equipo nacional”. Y es que Gasol, tras su millonaria renovación con Memphis, tuvo que renunciar a disputar el último Eurobasket con España. “Me costó mucho, mucho, mucho decir ‘no’ a la selección. Es seguramente lo más difícil que me ha pasado nunca como deportista”, asegura. “Decir que no, casi por voluntad propia, sin que haya una lesión de por medio, es muy complicado. Por un lado estaba la responsabilidad con mi equipo de EE UU, con el que paso ocho o nueve meses al año, pero por otro también está el compromiso con mis compañeros cada verano desde los 16 años”.

Marc Gasol, a finales de octubre, durante el partido que enfrentó a los Grizzlies con los Timberwolves.
Marc Gasol, a finales de octubre, durante el partido que enfrentó a los Grizzlies con los Timberwolves.Ana Nance

Desde la grada y por televisión, vio en septiembre cómo un Pau estratosférico lideraba a España hacia el oro europeo (la semifinal contra Francia quedará para siempre en la memoria de los aficionados). Este, con la medalla colgada del cuello y el título de MVP en sus manos, se abrazó a Felipe VI y alimentó algunos comentarios, ahora que el conflicto catalán está tan candente. “Lo más seguro para nosotros es no opinar al respecto”, dice Marc. “Lo mejor es hablar con hechos, con gestos. Lo que nos importa es el trabajo que hacemos con nuestra fundación y que sigamos mejorando las ciudades en las que vivimos. Nunca nos ha gustado que nos mezclen, no nos gusta que nos usen en ningún sentido, tanto a mí como a Pau”, señala el mediano de los Gasol. Un mes más tarde, los dos hermanos, galardonados con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes, se ausentaron de la gala en Oviedo por sus compromisos en la NBA. “Es superespecial. Es algo que nunca imaginas, porque va más allá del baloncesto. Por nuestra área más humanitaria y lo que representamos, es un honor que nos reconozcan. Es una lástima que no podamos acudir”, comentaba en Memphis días antes de la ceremonia.

Tras su ausencia en el Eurobasket, su intención es acudir a los Juegos Olímpicos de Río el próximo año. “La ilusión” es ver si a la tercera, tras las platas en Pekín y Londres, España es capaz de llevarse el oro. Aguardan EE UU, Francia, Brasil... Para Marc sería la oportunidad de desquitarse también del que ha sido hasta ahora su último partido con la selección. En Madrid, en los cuartos de final del Mundial 2014, jugó uno de sus peores encuentros. El equipo fue eliminado y las críticas llovieron al seleccionador Juan Antonio Orenga –“No creo que fuera su culpa ni mucho menos”– y al propio Marc: “Viví un hecho extradeportivo que fue el nacimiento de mi hija en Barcelona el 9 de septiembre. Y el día 10 competimos contra Francia. Había pasado tres noches durmiendo en la cama de un hospital. No es ninguna excusa, solo te cuento cómo pasó”.

¿Una persona se comporta en la cancha como es en la vida? “Normalmente, sí”, responde. Marc, un tipo leal con los que confiaron en él en su carrera, en Girona, en Memphis o en la selección, es también alguien para quien su familia es prioritaria: “Cuando volví a Madrid para jugar el partido, comenté mi situación. Mentalmente estaba metidísimo, pero físicamente no estaba bien. Soy consciente y consecuente con lo que hice. Pero nunca me puedo arrepentir de acudir al nacimiento de mi hija ni de estar al lado de mi mujer. Tuvo un parto por cesárea y no se podía mover: yo tenía que ayudarle a ponerle la niña en el pecho. Creo que lo primero en este mundo es que somos personas”.

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Sobre la firma

Álvaro Corcuera
En EL PAÍS desde 2004. Hoy, jefe de sección de Deportes. Anteriormente en Última Hora, El País Semanal, Madrid y Cataluña. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull y Máster de Periodismo de la Escuela UAM / EL PAÍS, donde es profesor desde 2020. Dirigió 'The Resurrection Club', corto nominado al Premio Goya en 2017.

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