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CLAVES
Columna
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Un ‘president’ mártir

Artur Mas llegó bien lavado y bien vestido para festejar a Lluís Companys, pero le ha faltado el verdugo español

Jorge M. Reverte

Se le veía ya venir al joven y apuesto president Artur Mas, que envidiaba de su antecesor la característica de mártir que tuvo. La diferencia enorme entre los dos fue que Lluís fue fusilado en las tapias de Montjuïc por la voluntad de un asesino llamado Francisco Franco. A Mas no le ha correspondido ningún asesino que le pusiera la miserable parafernalia que Franco le puso a Companys.

Un amanecer miserable, cutre, con un pelotón de fusilamiento armado por fusiles mal engrasados. Mucho olor a sudor desde la celda sin higiene hasta la tapia. Nadie para acompañarle. Silencio de las voluntades próximas. Una enorme, inmensa soledad para hacer con él el último y breve camino. Franco no ahorró nada de lo que hubiera en su imaginación para torturar y humillar al presidente catalán en su último trámite. Nosotros nos permitimos la licencia de imaginar un final digno para ese hombre perseguido con tanta saña. Y desde luego nada parecido en decencia para su verdugo.

Ahora, 75 años después, se ha presentado para el cásting de la nueva producción un tal Artur Mas, que va vestido con un traje impecable, la camisa blanca recién planchada, y la ducha fresca que le ha alegrado la mañana. Afuera, en la calle, hay muchos hombres que buscan darle compañía en su empeño real: dar un golpe de Estado contra la democracia española, apoyado por cuatrocientos alcaldes que dicen que todos los jueces y fiscales centralistas son una recua de falsificadores.

La tremendamente inoportuna intervención del fiscal que ha imputado a Mas por un delito electoral se ha convertido en una ilegal acción de apoyo a una tarea repetida, que Mas y los nacionalistas realizan con la mejor voluntad de Sísifo: no habrá democracia en Cataluña mientras no ganen los nacionalistas. Si no llegan los diputados, si no llegan los votos populares, ya llegará la independencia por la vía de los votos “pata negra”. Y si quitamos de en medio todas las leyes españolas, mejor, por más limpias.

Mas venía bien lavado y bien vestido, para festejar a Companys. Le ha faltado el verdugo español, que no ha sido todavía elegido para la ocasión. En el resto de España aún no hay verdugo electo. En el resto de Cataluña, tampoco.

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