6 fotos
Luchadores contra el cambio climático Existen héroes a pequeña escala, empeñados en impulsar en sus comunidades la electricidad solar, la agricultura ecológica o las granjas urbanas. Un colectivo de periodistas franceses se ha propuesto recorrer los escenarios donde se mira por el futuro de nuestro planeta Durante los últimos 15 años, Eva-Lanxmeer ha sido un modelo de ciudad en plena transición. Este distrito ecológico se empezó a construir a finales de la década de 1990 en la ciudad de Culemborg, en Holanda. Acoge a 1.000 habitantes y cuenta con casas ecológicas con paneles solares, jardines compartidos, una granja urbana, centros escolares (de primaria y secundaria), viviendas de renta baja, hogares para jubilados gestionados por ellos mismos, oficinas de alta calidad ambiental… El planteamiento ecológico aspira a ser global e incluye todos los medios posibles para reducir la huella ambiental de sus habitantes. A escala europea, el distrito de Eva-Lanxmeer es el mejor embajador a la hora de mostrar cómo podemos vivir en un entorno verde dentro de un contexto urbano, y de demostrar que otra clase de ciudad no solo es posible, sino también atractiva. En la foto, estanque en el distrito de Eva-Lanxmeer, en Culemborg (Holanda), donde los niños disfrutan de una pista helada en invierno y de una piscina natural en verano. Éléonore Henry de Frahan Indonesia es el mayor talador de árboles del planeta. La deforestación avanza allí dos veces más deprisa que en la Amazonia. Alrededor del 80% de la selva virgen ha desaparecido. De todos los grandes bosques tropicales de la Tierra, el de Indonesia es el que está retrocediendo más rápidamente. La consecuencia es que este vasto archipiélago del sureste de Asia es el tercer emisor mundial de gases de efecto invernadero después de China y Estados Unidos. En la isla de Sulawesi, el cultivo de palmeras de Palmira, de las que se extrae azúcar, permite proteger la selva de la deforestación, así como recuperar el clima alterado e impulsar la distribución de la riqueza a escala local. Y la verdad es que funciona. Los agricultores, organizados en una cooperativa, han aumentado sus ingresos y están participando en la reforestación de su tierra. En la isla de Sulawesi, el cultivo de palmeras de Palmira ayuda al medio ambiente y proporciona ingresos a la población. Mediante energía geotérmica, una fábrica produce una tonelada de azúcar al mes sin generar desperdicios. Guillaume Collanges En África, donde las tierras semiáridas del Sahel están amenazadas por la desertización, cada vez más campesinos ponen en práctica técnicas agroecológicas para mantener e incluso mejorar sus cultivos de cereales y hortalizas. Esta forma de agricultura natural concilia tradición y modernidad, al combinar el saber local con los conocimientos más actuales, adaptándose al clima y la geografía del país. La agroecología, más atractiva y rentable que la agricultura química, también permite proteger el entorno y, sobre todo, garantizar la fertilidad de la tierra para futuras generaciones. En el norte de Burkina Faso, Madi Savadro es uno de los impulsores de esta transición ecológica. Sirviéndose de una agricultura 100% natural, está logrando su independencia alimentaria y realizando su sueño: hacer que el Sahel reverdezca. El objetivo es reverdecer el Sahel. La asociación Terre Verte anima a ello en Burkina Faso mediante técnicas agroecológicas. En la imagen, una mujer y su hijo en Filly, junto a cientos de plantas. Jérônime Derigny Encajonados en una escarpadura del volcán que se cierne sobre ellos, los pescadores de Monte Trigo, una pequeña aldea de Cabo Verde, no tienen más horizonte que el mar. En estas abruptas y áridas pendientes no hay carreteras ni tampoco otros recursos. Desde hace dos años los paneles instalados en el porche de la escuela por fin suministran corriente las 24 horas del día. Así, Monte Trigo ha entrado en la modernidad por la puerta grande: la de la sostenibilidad. El objetivo y la revolución que se marcó Cabo Verde, país cansado de depender totalmente del petróleo, es pasar de utilizar solo combustibles fósiles a depender exclusivamente de la energía renovable en el plazo de 10 años. Hoy solo quedan cinco para el objetivo: en 2020, con la ayuda del Estado alemán de Renania Palatinado, de los fondos europeos y de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), quiere convertirse en el primer país en desarrollo que use un 100% de energías renovables y en el primer Estado del mundo que dependa totalmente del viento y el sol. Guillaume Collanges En el valle del Drôme, al pie de las colinas Vercors, en Francia, otro mundo está tomando forma. Uno en el que la humanidad es parte interesada en la naturaleza, en el que la agricultura respeta tanto la tierra como a los agricultores, y en el que la economía está al servicio de los seres humanos y no al revés. En esta tierra rebelde, abrupta y montañosa, los campesinos, los artesanos, los empresarios, los diputados y los ciudadanos están poniendo en marcha un proyecto ecológico completo y ambicioso que creará un valle totalmente sostenible. Algunos de sus objetivos son conseguir que en 2015 un 50% de la tierra esté dedicada a la agricultura ecológica; servir un 80% de alimentos orgánicos o de proximidad en el sector del catering en ese mismo año; producir toda la energía consumida en los hogares a partir de energías renovables ya en 2020; crear 15 ecopueblos o ecodistritos en un periodo de 10 años, e instalar un ferrocarril que dé la vuelta al valle. Distintas caras de un valle pionero. Éléonore Henry de Frahan En 2008, del desierto de Emiratos Árabes Unidos surgió una ciudad pionera con bajas emisiones de gases con efecto invernadero. En este país en el que las temperaturas alcanzan normalmente los 50 grados y en el que hay que desalinizar cada gota de agua, el diseño pasivo permite reducir los costes energéticos. Masdar significa “fuente” en árabe. Una fuente de innovación en medio del desierto. Los coches están prohibidos y la gente se desplaza en pequeños vehículos sin conductor que avanzan por raíles magnéticos empotrados en el suelo. A lo largo de los años se han ido construyendo tiendas y oficinas. El denominador común de todos estos edificios es su (muy) alta eficiencia energética. La ciudad completa, que cubre una superficie de seis kilómetros cuadrados, estará acabada en 2030, y los primeros habitantes llegarán en 2017. Si se considera que la huella de carbono por habitante de Emiratos Árabes Unidos es la tercera más alta del mundo, Masdar representa un auténtico cambio de paradigma. Laurent Weyl