Salvar al elefante africano
La población de elefantes en Kenia está menguando de manera imparable, víctima del tráfico de marfil y de los cazadores furtivos, mientras que en Zimbabue o Botsuana sucede lo contrario. Desde hace décadas se está produciendo un interesante experimento en África. Países como Kenia, Tanzania y Uganda han ilegalizado su caza y, a pesar de ello, su población ha menguado inexorablemente. Otros, como Botsuana, Malaui, Namibia y Zimbabue han adoptado una perspectiva diferente, mucho más sensata desde el punto de vista económico: han privatizado los elefantes y han permitido a sus propietarios que hagan uso de su propiedad como estimen oportuno. Algunos organizan cacerías, otros sacrifican a los animales para comerciar con el marfil, otros han establecido granjas para turistas y otros han sido vendidos a conservacionistas que protegen al animal y no participan del negocio de la caza o del comercio de marfil. En todos los casos los propietarios gozan ahora de un enorme incentivo por evitar su extinción ya que de lo contrario desaparecería su negocio. El resultado es que Zimbabue cuenta con más elefantes de los que puede sostener: los funcionarios del Servicio de Vida Silvestre se ven obligados a sacrificar ejemplares cada año; además, Zimbabue exporta elefantes a Kenia donde son propiedad estatal y donde, como consecuencia de ello, se encuentran a las puertas de la extinción.— Diego Ferreño Blanco.
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