_
_
_
_
_
Porque lo digo yo
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hogueras

Hay cosas que llevan a pensar como la extrema delgadez de Allegra Versace y las curvas de Gigi Hadid

María Porcel
Donatella Versace y su hija, Allegra, durante la Semana de la Moda de Milán.
Donatella Versace y su hija, Allegra, durante la Semana de la Moda de Milán.CORDON PRESS

La frivolidad puede estar bien. De hecho, incluso muy bien a ratos, en un mundo tan serio y cansado. En este hastiado sitio gris, ¿qué sería de nosotros sin el calor de la hoguera de las vanidades? Pero piano, piano. Mesura. Cierto es que no está esta columna, ni esta columnista, para dar lecciones ni soltar moralinas. Pero es que hay cosas que llevan a pensar.

Toda esta chapa viene a raíz de una foto, bastante poco vista por suerte para sus retinas, pero que deja una terrible impresión. Personalmente, esa impresión me acompaña desde el lunes, al verla por primera vez. Donatella, la siempre excesiva, megaoxigenada y recauchutada Donatella (no necesita ni apellido), posa durante una fiesta en la Semana de la Moda de Milán, que terminó este martes. La cabeza creativa de los Versace iba acompañada de su hija, Allegra, también heredera del imperio de la medusa, pero de un perfil mucho más bajo que el de su mamma. Más bajo porque Allegra apenas se prodiga. Si la hubieran visto en esa única foto (Google y Twitter se la enseñarán, si realmente lo desean), tan, tan delgada que delgada no es ni de lejos la palabra, todavía se les repetiría su mirada perdida, sus bracitos, su cuello. Unos rasgos que delatan enfermedad y dolor.

No digo que la culpa sea suya, nuestra, mía. Pero es que también veo a Gigi Hadid, una top increíblemente guapa y buenorra como pocas (y flaca, aunque la tele y las fotos engañen: las modelos lo están) teniendo que defenderse de acusaciones de estar ¿¡gorda!? y no entiendo nada. O quizá ahí se empiece a entender todo.

Repito: frivolidades, todas. Pero no dejen que la hoguera les queme.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_