La comidista africana
Yoyo y Yasmine son amigas, compañeras en el mundo del blog y dos universos creativos que se encuentran.
Yoyo ejerce de apelativo, chic y amable, de Guilène Assamoi (Abiyán, 1982), una escritora y bloguera marfileña que regresó al país en plena crisis post-electoral, dejando atrás la seguridad de Francia. Yasmine responde también al nombre de AfroFoodie Abidjan y mantiene un blog dedicado a sus experiencias gastronómicas y de viaje.
Muy activa en las redes sociales -especialmente en Facebook, Twitter e Instagram- ésta última se especializa en montar concursos apetecibles, crear avant gouts y guiños a su comunidad con fotos de restaurantes y platos que recomienda y colgar citas culinarias siempre llenas de humor. Se las arregla para despertar una agridulce mixtura de expectación y pánico en el sector restaurador y la golosa envidia de todos los que echan los ojos sobre su esquinita virtual. "Comemos primero con los ojos", precisa, razón por la que adora tomar y compartir instantáneas que acicatan la curiosidad de los lectores.
AfroFoodie está empezando a salir del anonimato, una de las herramientas que utiliza para poder hacer su trabajo sin presiones, con libertad total. Hasta ahora no admitía casi publicidad ni invitaciones y ha llegado a proteger tan celosamente su identidad como para revelarla, efectista, justo al finalizar el postre en uno de los lugares en el que le convidaron. "La idea es vivir la experiencia comidista como todo el mundo, a fin de ser lo más objetiva posible", explica. Para ella, su trabajo es una cuestión de pasión y sobre todo, de diversión, no de obligaciones comerciales.
Yasmine, AfroFoodie, en la imagen superior. Yoyo LaJolie o Guilêne Assamoi, en la inferior. Fotos de Paul Sika en la Galería Cècile Fakhoury
Nos encontramos en la paz refrigerada de la Galería Cécile Fakhoury, un coqueto y hermoso edificio situado cerca de la Embajada de Etiopía, en Cocody, barrio pijo de la capital económica marfileña. Los pájaros canturrean en el jardín que la rodea y una lluvia mansa golpea, cadenciosa, el exterior de una instalación de Cheikh Ndiaye. Yoyo cruza las piernas en vaqueros, con una gorra tapándole el ondulado pelo natural y sombreando apenas una sonrisa que ilumina su piel mestiza. Yasmine, oscura y coqueta, juega con sus pulseras de madera y ríe con frecuencia. Uno de los artistas revelación del país, el fotógrafo Paul Sika, inmortaliza el momento con una cámara, moviéndose en torno a ellas discretamente.
Yasmine cuenta que la idea del blog Le Journal d'une Foodie (diario de una comidista) surgió en el aparcamiento del restaurante La Langouste Chez Cakpo, en Abiyán. Un restaurante familiar que la sedujo con su marisco y sus eventos. Tres años después de ese momento, AfroFoodie se enfrenta al proceso de transformar su blog en un negocio y las nuevas oportunidades que se abren ante ella provocan su felicidad.
Yoyo, de momento, ha creado un universo denominado Jolieville y ha puesto en marcha un boletín electrónico donde sugiere planes culinarios y propuestas de ocio a sus suscriptores. Empezando por Abiyán. Las dos quieren explotar el terreno del turismo gastronómico y poner a Costa de Marfil en su mapa. Defienden que es un país diverso, lleno de rinconcitos agradables y sabores únicos. "Queremos mostrar la cultura marfileña. Es una cultura mestiza, porque aquí viene mucha gente de todas partes", subrayan.
"Somos parte de una generación nueva", habla Yoyo. "Nos divertimos, nos gusta lo que hacemos y compartimos, trabajamos en red. Ahora buscamos patrocinio y rentabilizar este trabajo, pero no desnaturalizarlo. Queremos vivir de esto, abrazarnos a las nuevas tecnologías y despertar la curiosidad de fuera. Hemos dado ganas a otros de volver, a la diáspora que abandonó el país porque pensaba que el país les cerraba las puertas. Aquí hay muchas cosas que hacer, la gente tiene ganas de vivir. Incluso al poco de terminar la guerra, en 2011, veía que se organizaban muchas actividades, que la gente quería hacer cosas, disfrutar. Podemos empezar de cero, hacerlo todo a nuestra manera. El país tiene mucho potencial, es joven, hay ideas bellas y originales".
Ella pasó 10 años a caballo entre Francia y Alemania antes de regresar a Costa de Marfil y sufrir el choque con la realidad de la guerra. Abrió el blog para contar sus experiencias, siempre desde el humor y la ternura, en un contexto que no era precisamente favorable a ninguna de las dos cosas. Yoyo también reflejó en su blog el dilema de ser mestiza en un conflicto en el que se enfrentaban una parte de los marfileños y el gobierno francés. Hasta que llegó un momento en que no pudo continuar con la escritura, sobrepasada por las circunstancias y entendiendo que el humor era una falta de respeto a las familias que habían perdido a sus seres queridos durante la crisis.
Una vez terminada la guerra y recuperado el pulso del país, poco a poco, Yoyo se fue soltando el pelo rizado, implicándose en más proyectos que unen literatura, arte, blogueo, viajes, eventos y comida. Todo lo que le produce placer y le hace sonreír. A través del trabajo se encontró con Yasmine, pero fue el blog lo que las unió. AfroFoodie la reconoce como mentora de su bitácora: los estilos son parecidos y Yoyo le ayudó a buscar una plataforma e instalarse en la blogosfera. Hoy también son amigas y compañeras de proyectos y maquinaciones. Ya sea encerradas entre las blancas paredes de la galería Cécile Fakhoury o sentadas frente a un plato, con la servilleta sobre los muslos, intercambiando siempre complicidades, bocaditos e ideas.
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