El salvavidas ‘techie’ para tiburones
Un dispositivo emite sonidos para atraer a los escualos y evitar sus muertes accidentales provocadas por la pesca
Parece un torpedo. Alargado y lanzado por una nave bajo las aguas. Pero este aparente proyectil no tiene como meta alcanzar un banco y explotar. Su objetivo es disfrazarse de pez malherido o enfermo para atraer la atención de los tiburones cercanos. Es Calvoshark, el dispositivo que ha desarrollado Grupo Calvo en colaboración con la empresa Marexi y que se encuentra actualmente en fase de implantación.
"Lo que queremos es que no desaparezca nuestro medio de vida, la pesca. Así que este es uno de los proyectos que estamos desarrollando para minimizar el impacto ecológico de nuestro modelo de negocio", explica Antonio Cuevas Iglesias, responsable de I+D del Grupo Calvo. La idea es encontrar el dispositivo más efectivo que logre desviar la atención de los tiburones antes de que se despliegue la red para atrapar la captura. Pero sin que agreda al animal: "Buscamos en el mercado qué soluciones había y nos encontramos conque eran agresivas con el tiburón, que intentaban espantarlo. Nosotros intentamos hacer lo contrario, encontrar un método para atraerlo", apunta Cuevas.
Hallarlo es una aplicación de libro del método científico. La prueba y error es la base del dispositivo. "La idea es ponernos en la piel de un tiburón. Si somos capaces de efectuar determinadas llamadas a los diversos sentidos de tiburones, los podremos atraer. Así que hemos intentado simular artificialmente todos los estímulos que podrían recibir los órganos del tiburón", explica Iñaki Miniño Arbilla, codirector de Marexi.
Esa emulación incluye imitar el sonido de presas débiles o enfermas, las preferidas por el escualo, estimular su olfato con sangre o feromonas o incluso su vista (es un animal bastante miope) a corta distancia. Se trata de que el animal se desvíe de la zona peligrosa en la que se despliega la red para la captura y que además permanezca en esa zona segura. "Al principio, lo estábamos haciendo como los demás, intentando repelerlo. Pero pronto nos dimos cuenta de que es mucho más efectivo atraerlos. Un tiburón es como una persona. Y si vas a un sitio a trabajar o a comer, por mucho que te intenten espantar, te quedarás. Por eso intentamos conseguir lo contrario, que se queden con nosotros", apunta Miniño.
Pero el dispositivo no depende solo de los tiburones para resultar efectivo. La propia captura de la pesca, el atún, echa una mano al ingenio. "Tenemos la suerte de que los tiburones no se suelen encontrar dentro de los bancos de atún, sino en los alrededores. Así que estamos intentando situar Calvoshark en las corrientes más favorables para que ellos perciban los estímulos", especifica Cuevas. La tarea no es fácil, porque los protocolos varían según el tipo de maniobra que esté realizando la tripulación y del comportamiento del banco. Si este se mueve mucho, la operación se dificulta.
Al dispositivo le toca ahora enfrentarse con la realidad. "No tiene nada que ver hacer pruebas en entornos controlados, como un acuario, con la realidad. La actividad pesquera, por ejemplo, ya genera de por sí un estímulo contra el que competimos. No es un medio inocuo. Ruidos como el del agua golpeando el casco nos influyen. O los cardúmenes de peces que se están agitando contra los que competimos, porque tenemos que ser más atractivos que el propio alimento", detalla Miniño. El objetivo final, que Calvoshark sea coto exclusivo de Calvo, sino que se convierta en un compañero imprescindible de cualquier barco pesquero. "No queremos quedarnos la tecnología para nosotros", aclara Cuevas. "Lo que nos interesa es que nuestro medio de vida, la pesca, perdure. Así que, si funciona, intentaremos que nuestra tecnología se instale en toda la flota". Entre las mejoras pendientes, convertir el dispositivo en un equipo desechable, de usar y tirar cada vez que una tripulación pesquera tenga que faenar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.