_
_
_
_
Blogs / El Viajero
El viajero astuto
Por Isidoro Merino

Perm-36: viaje al Gulag soviético

El mundo está lleno de maravillas, pero también hay lugares que dan mucho miedo, y no me refiero a las casas encantadas. La primera parada de un viaje por los hitos de la sinrazón humana es un archipiélago famoso, y no por sus aguas cristalinas

Isidoro Merino
Campo de trabajo de Perm, en los Urales (Rusia).
Campo de trabajo de Perm, en los Urales (Rusia). Pierre Perrin (Getty)

A las afueras de Perm (Rusia), una ciudad de los Urales en la ruta del Transiberiano (el escenario donde se desarrollan Doctor Zhivago, de Pasternak y Las tres hermanas, de Chejov), se conservan los restos del Perm-36, el único campo del Gulag (en ruso, ГУЛАГ: Главное Управление исправительно-трудовых ЛАГерей, Dirección General de Campos de Trabajo Correctivo) que sigue intacto.

Perm36-4

Perm-36 estuvo en activo hasta 1985, cuando Mihail Gorbachov, cuya familia se vio directamente afectada por la política represiva soviética, decidió acabar con este siniestro régimen carcelario por el que pasaron 18 millones de personas. Se conserva, convertido en museo del Gulag, gracias a los esfuerzos de algunos ex prisioneros e historiadores, que empezaron a organizar visitas guiadas y alquilar habitaciones.

La existencia del Gulag.se conoció en Occidente en 1977, con la publicación de la obra de Aleksandr Solzhenitsin Archipiélago Gulag. A partir de nuevos estudios, memorias publicadas tras la caída de la URSS y algunos archivos hasta entonces secretos, la periodista estadounidense Anne Applebaum publicó en 2003 Gulag, donde describe la dureza de la vida en estos campos: las automutilaciones para evitar los trabajos forzados, las bodas entre prisioneros, la vida de las mujeres y los niños.

En el libro, con el que ganó el Premio Pulitzer de 2004, Applebaum sostiene que el Gulag nació no solo por la necesidad de aislar a los enemigos del Partido Comunista, sino para conseguir una masa de trabajadores esclavos en las minas de Kolima o el canal del mar Blanco: entre 1931 y 1933, cien mil prisioneros fueron obligados a trabajar, empleando las herramientas manuales más rudimentarias, en la construcción de un canal de 227 kilómetros entre los mares Blanco y Báltico.

En Perm-36 estuvieron encerrados escritores como Varlam Shalamov (Relatos de Kolima) y el poeta Osip Mandelstam, que firmó su sentencia de muerte con 16 versos satíricos sobre Stalin; lo tituló Kriemliovsky Goriets (El montañés del Kremlin), y es también conocido como Epigrama a Stalin:

NKVD_Mandelstam

Img_art_13762_5743

Estamos vivos, pero ya no sentimos la tierra que pisamos;

nuestras palabras no se oyen a diez pasos,

pero se necesitan pocas

para describir al montañés del Kremlin.

Sus dedos gruesos, grasientos, como larvas;

y sus palabras tan correctas, tan pesadas, como plomos.

Risueños mostachos de cucaracha

y botas relucientes.

Entre una chusma de burócratas de cuello fino,

él juega con sus favores.

Uno silba, aquel maúlla, otro se queja,

pero solo él decide, y señala con el dedo,

firmando sentencia tras sentencia, como quien forja herraduras:

a uno en la ingle, al otro en la frente, o en la sien, o en el ojo.

Para él, cada muerte es como una golosina,

y caben muchas en su ancho torso de osetio.

(Noviembre de 1933)

La traducción es mía, es posible que tenga errores, así que dejo también la versión original en ruso, por si alguien se anima.

Кремлёвский горец

Мы живём, под собою не чуя страны,

наши речи за десять яагов не слышны,

а где хватит на полразговорца,

там припомнят кремлёвского горца.

Его толстые пальцы, как черви, жирны,

а слова, как пудовые гири, верны.

Тараканьи смеются усища,

и сияют его голенища.

А вокруг него сброд тонкошеих вождей,

он играет услугами полулюдей.

Кто свистит, кто мяучит, кто хнычет,

он один лишь бабачит и тычет,

как подкову, кует за указом указ:

кому в пах, кому в лоб, кому в бровь, кому в глаз.

Что ни казнь у него – то малина

и широкая грудь осетина.

Ноябрь 1933

StalinPortrait

Debajo se puede ver una de estas sentencias, de 1940.



En ella, Stalin rubrica con un lacónico “за”, adelante, en ruso,una solicitud de Beria, el jefe de la temida policía secreta NKVD, antecesora del KGB, para ejecutar a 346 “enemigos del Partido Comunista y los dirigentes de la Unión Soviética”; el número 12 de la lista es el escritor judío Isaak Bábel, autor de Caballería Roja, un libro de relatos publicado por Galaxia Gutenberg, con traducción de Ricardo San Vicente.

Isaak babel

Vorkuta, una ciudad construida por trabajadores del gulag en la tundra ártica, busca en el turismo extremo una solución al cierre de sus minas de carbón, el recurso que provocó el trabajo forzado de dos millones de prisioneros desde la década de 1930, cuando en Vorkuta y sus alrededores se contaban hasta 132 campos de trabajos. Vorkuta_Gulag

En un artículo sobre Vorkuta publicado en The New York Times, su alcalde, Igor L. Shpektor, declaraba su deseo de construir un parque temático sobre el Gulag, donde los turistas podrían comer sopa de remolacha y dormir en barracones de madera rodeados de alambre de espino. "Les daremos la oportunidad de escapar. Los vigilantes les dispararán (con bolas de pintura, naturalmente, no con balas)”. La idea, con la que pretendía hacer frente a la crísis tras el cierre de las minas de carbón, levantó ampollas entre los supervivientes de los campos.

En ellos estuvieron cautivos varios estadounidenses, prisioneros de la guerra de Corea o espías de la Guerra Fría, como Homer H. Cox (en la foto de abajo), en quien está basado Alex Mason el protagonista de Call of Duty: Black Ops, un videojuego lanzado en 2010 y ambientado en parte en Vorkuta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Isidoro Merino
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_