Cosas de la edad

En la campaña electoral ha aparecido un ingrediente que de cuando en cuando pide la vez en cualquier disputa sobre razones y sinrazones de la política.

Esta vez le ha tocado el turno a Albert Rivera, que ha dicho una tontería de tamaño descomunal al afirmar que la política española la podrían corregir solamente los nacidos en democracia. O sea, después del año 1978.

Rivera coincide, quizá porque no se ha enterado antes, con Pablo Iglesias, que habla de la generación del 78 como la madre de la porquería en la que vivimos. La democracia española es de tan baja calidad porque la pusieron en marcha las gentes de esa época. No sé si se ha atrevido aún a decir que esos del 78 son franquistas. En los dos discursos, el de Podemos y el de Ciudadanos, es lo único que falta.

No voy a caer en la tentación de dedicarme a hablar de los méritos de los de esa edad en la construcción de la democracia y en la ruptura del franquismo. Hoy no.

Creo que vale más la pena centrarse en lo que significa realmente un discurso así. ¿Creen de verdad Rivera e Iglesias que se puede ser más chorizo por haber nacido un año u otro? ¿Creen de verdad esos chicos que por haber nacido en un cierto año se puede ser más tonto que otro?

La respuesta, amigos míos, está en el viento, y es muy sencilla, fácil de entender, fácil de explicar: son ustedes dos una pareja de demagogos sin dos dedos de frente si son capaces de mantener afirmaciones semejantes.

Quizá Ciudadanos y Podemos tengan un problema suplementario, que hasta ahora no se nos había ocurrido a ninguno: tienen necesidad de encontrar toques originales que les muestren ante la ciudadanía como gente inventiva y rompedora. Lo de la edad significa que no han salido a la calle, que no se han tomado el número suficiente de cafés cortados o de cañas para poder hablar de los conciudadanos.

Para tonterías semejantes, me quedo con las que podían decir los viejos comunistas. Al menos tenían un sentido histórico, aunque fuera estrafalario.