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La vida rosa de Sophie Auster

Hija de los escritores Paul Auster y Siri Hustvedt, la joven se considera ante todo una profesional de la música, pero reconoce que la mayor parte de sus ingresos proceden de su fotogenia. Su padres son sus críticos más feroces

Carlos Primo
La hija de Paul Auster y Siri Hustvedt, Sophie, músico, actriz y modelo.
La hija de Paul Auster y Siri Hustvedt, Sophie, músico, actriz y modelo.

“Recuerdo el estreno de Lulu on the Bridge en el festival de Cannes. Íbamos en coche a la proyección y la gente se agolpaba contra las ventanillas, pero cuando miraban dentro y solo nos veían a nosotros decían ‘no es nadie’ y se iban decepcionados”. Desde luego, hay distintos tipos de fama, pero el hecho de que los cinéfilos de la Croisette no reconocieran a Paul Auster y Siri Hustvedt no impide que Sophie Auster (Brooklyn, 1987) haya tenido que enfrentarse desde pequeña a una vida poco convencional. “Los padres de mis amigos tenían profesiones corrientes y horarios corrientes, y a mí me parecía muy exótico, con mis padres siempre en casa o viajando”, recuerda.

Aunque no le gusta incidir en sus orígenes familiares, Sophie Auster no puede negar que algo genético hay en su inclinación hacia el arte. El próximo junio publicará Dogs and Men, su tercer trabajo discográfico como cantautora y el proyecto que la ha tenido ocupada en los últimos tiempos. “Cuando publiqué mi primer disco apenas tenía 18 años y la industria discográfica todavía funcionaba bien, pero ahora todo es distinto”, explica. Su nuevo álbum, editado de forma independiente, le ha permitido enfrentarse a nuevos desafíos. “No hay una discográfica que te ayude a pagar las facturas, pero tampoco nadie que me diga lo que tengo que hacer”, afirma.

En su caso, la independencia creativa ha venido por caminos inesperados. Sophie se considera ante todo una profesional de la música, pero reconoce que la mayor parte de sus ingresos proceden de otras facetas profesionales. Es actriz y, gracias a una fotogenia innegable, modelo e imagen de marcas como Carolina Herrera, que la invitó a ofrecer un concierto en Madrid con motivo del lanzamiento de la fragancia 212 Vip Rosé, en cuya campaña participa. “Tengo suerte porque estas actividades me permiten ganar dinero e invertirlo en mi música”, explica.

Sophie Auster con su padre, el escritor Paul Auster, en el festival de cine de San Sebastián, en 2007.
Sophie Auster con su padre, el escritor Paul Auster, en el festival de cine de San Sebastián, en 2007.jesús uriarte

La hija de Paul Auster estrenó su carrera cinematográfica con el primer largometraje dirigido por el escritor (Lulu on the Bridge, 1998), cuando apenas contaba con 11 años, y desde entonces ha participado en producciones independientes de todo tipo. “Nunca me plantearía ser actriz en serio, pero ¿cómo decir que no a experiencias tan interesantes?”, argumenta. Exhibe la misma actitud ante el mundo de la moda. “Trabajar como modelo es divertido, y aunque nunca me lo he propuesto como meta siempre he disfrutado de ello”.

Con una trayectoria tan plural y prolífica, no extraña que hace algunos años la prensa decidiera adjudicarle la etiqueta de it girl. Intelectual, pero it girl. ¿Se siente cómoda? “Me parece ridículo, porque no sé ni siquiera qué significa exactamente”, responde. “Cuando pienso en ese término me vienen a la mente figuras trágicas como Edie Segwick, y mis planes son algo más ambiciosos”, explica. “Es cierto que a la gente le gusta emplear este tipo de categorías, pero es una fama muy efímera y a mí me gusta ser conocida, pero por los motivos correctos”. Con un notable control sobre su imagen, su carrera profesional siempre ha discurrido en un entorno cómodamente underground con ocasionales incursiones en proyectos más mediáticos. Sus conciertos suelen desarrollarse en espacios íntimos o con motivo de eventos, como el que ofreció invitada por la diseñadora Sonia Rykiel en enero de este año. Y, aunque domina el arte de manejar las redes sociales y es muy activa en Instagram, “también intento no hacerme demasiados selfis”, bromea.

Esa ambición se refleja en su trayectoria musical. Si su primer disco homónimo, publicado en 2005, contenía adaptaciones musicales de poemas de la literatura francesa de vanguardia y su segundo trabajo, Red Velvet (2012), se adentraba en la denuncia social y trataba temas como el tráfico de armas, su próximo álbum se articula en torno a dos vertientes distintas. “Una es el desamor, un tema inevitable”, afirma. “Pero también he querido explorar mi subconsciente para conocerme mejor y explorar mi lado irracional”. Puede que en su formación haya desempeñado un papel relevante su vínculo con su ciudad natal, Nueva York. “Conocer desde pequeña a tanta gente tan distinta y con vidas tan diversas me ha hecho desarrollar una mentalidad muy abierta”, cuenta. “Crecer en una atmósfera demasiado protectora puede llegar a ser muy perjudicial”.

Lo que no entra en sus planes, de momento, es debutar como escritora. “Conozco demasiado bien las tribulaciones de vivir con padres escritores, y prefiero trabajar en formatos más breves”, explica entre risas. ¿Tanto le influyen sus padres? “Son mis críticos más feroces, aunque mi madre suele decir que las malas críticas tienen que ir amortiguadas por la confianza”. En cualquier caso, confiesa que ha descartado canciones después de interpretarlas ante sus padres. “Soy muy sensible a las críticas”, aclara. Y, desde luego, son mucho más llevaderas si vienen de casa.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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