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Columna
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Ironía

Tengo un amigo estadounidense (sureño) que se asusta mucho cuando ve estas procesiones de Semana Santa y pregunta quién financia ese Ku Klux Klan

Manuel Rivas

España es una paradoja. Los fiscales encargados de la anticorrupción acuden en socorro de los corruptos. El Tribunal de Cuentas pide más efectivos, pero los expertos consideran que sería mejor convocar oposiciones a un nuevo Tribunal de Cuentas que controlase al Tribunal de Cuentas. En un ejercicio de sutileza, tal vez para evitar el extremismo, el juez Garzón, caído en la lucha contra los corruptos, ha declarado que la corrupción es generalizada pero no sistémica. Una ironía extrema. En uno de los autos sobre corrupción municipal, hay un caso muy literario: la empresa corruptora, a cambio de concesión de servicios públicos, financió el pago de los costaleros y las túnicas y capirotes de encapuchados. Tengo un amigo estadounidense (sureño) que se asusta mucho cuando ve estas procesiones de Semana Santa y pregunta quién financia ese Ku Klux Klan. Le aclaro que no, que no son mala gente, al contrario, que en su mayoría son parados que apoyan a Podemos y que llevan al Cristo crucificado con mucha profesionalidad. No se lo acaba de creer. Me pregunta qué hace la Guardia Civil y las autoridades presidiendo semejante marcha. Le aclaro que se trata de una representación histórica en la que los guardias, las autoridades y las damas con peineta están allí para proteger al Ecce Homo. ¿Proteger de quién? De los curas, le digo. Y me mira horrorizado, como cuando le expliqué el carácter de Bien de Interés Cultural de las corridas de toros. Me apresuro a contarle que todo es una ironía. Que España, en sí misma, es un régimen de democracia irónica. Una especie exótica en las ciencias políticas. La Transición es el paso de una dictadura que era una democracia orgánica a una monarquía que es una democracia irónica. Espero que nadie se moleste. Es una ironía.

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