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Vainica doble. Fábulas iconoclastas

Marcos Gendre se ocupa de desvelarnos los intríngulis de una carrera discográfica jalonada de malentendidos y falsas oportunidades

Gloria Aerssen y Carmen Santonja, de Vainica Doble.
Gloria Aerssen y Carmen Santonja, de Vainica Doble.

Siempre es grato tener noticias de Vainica Doble, de quienes sabemos apenas lo que les sonsacó El Zurdo en una serie de entrevistas allá por 1982. Acababan de ser redescubiertas por una generación empeñada en ponerle color a ese escenario urbano que hasta entonces todos veíamos en gris o, siendo benévolos, en blanco y negro.

Hechiceras del pop

En Vainica Doble. La caricia pop (editorial Milenio), Marcos Gendre se sirve de una serie de entrevistas realizadas a compositores y artistas varios para hacer un recorrido por la trayectoria musical y vital de Carmen y Gloria, poniendo de relieve su influencia en la historia del pop español.

Ahora es Marcos Gendre en Vainica Doble. La caricia pop (editorial Milenio) quien se ocupa de desvelarnos los intríngulis de una carrera discográfica, jalonada de malentendidos y falsas oportunidades, que se circunscribe precisamente a los primeros ochenta, esa época tan fértil en aventuras musicales. Además, el libro sigue la pista de su generosa influencia sobre un sinfín de autores y grupos que las han reivindicado durante décadas como las madres del pop español.Las Vainica, prolíficas como ellas solas, ya nos dicen mucho de sí mismas a través de sus canciones, que a menudo se constituyen en fábulas iconoclastas. Carmen y Gloria transitaron por todos los registros musicales imaginables, con una amplitud estilística inmensa; y sus letras, que podrían rozar la cursilería –¡pobre rosita de pitiminí!–, te atacan de repente con un zarpazo brutal que coloca las cosas en su sitio. La ternura puede dar paso a la ironía más cruel o directamente al humor negro. Con la mayor naturalidad.

Canciones inclasificables que mantienen múltiples lecturas para diferentes oídos y, más aún, para diferentes escuchas de un mismo par de oídos. ¡Eso es arte, señores! Esta característica de “servir igual para un roto que para un descosido” es uno de los síntomas de que nos encontramos ante el arte mayor, el que no admite etiquetas. El otro es que resista el paso del tiempo. Sobre eso no hay duda alguna. Parafraseando a Gloria, o a cualquiera de nuestras abuelas, “cuando las cosas están bien hechas, duran toda la vida”.

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