Las mayores rivalidades de la historia del deporte
Si un Madrid-Barça se le antoja conflictivo, lo que ocurre entre estos equipos de fútbol, baloncesto o béisbol le parecerá atroz
Las grandes rivalidades deportivas proliferan por doquier. Desde el derbi futbolístico de Soweto entre los Kaizer Chiefs y los Orlando Pirates, que ha dado episodios de virulencia inverosímil; al odio político y arrabalero que se profesan los Estrella Roja y Partizán de Belgrado; pasando por las guerras de religión de Glasgow, por la reedición de la ya lejana Guerra de las Dos Rosas que disputan todos los años los equipos de críquet de Lancashire y Yorkshire, o la batalla campal que se desata en el este de Londres cada vez que se cruzan los irreconciliables Millwall y West Ham; los encuentros entre iguales funcionan como grandes tragicomedias. Aquí, los más encarnizados del planeta. Historias de pasión, lealtades cruzadas y partidos de leyenda que en ocasiones degeneran en actos de insensatez y barbarie.
Fútbol: Cardiff City – Swansea City
Pasa desapercibido en el exterior, pero ningún derbi futbolístico británico supera al del Sur de Gales en tradición, intensidad y acritud. Las ciudades se detestan cordialmente, pero entre sus respectivos equipos, que compiten en la liga inglesa y vienen enfrentándose con regularidad desde 1912, hay odio genuino. Los aficionados del Cardiff City viven de recuerdos como la victoria por 8–0 de octubre de 1940, en plena II Guerra Mundial. Los del Swansea rememoran, sobre todo, el mucho más reciente 4–1 de marzo de 1995, disputado bajo la nieve y con el Cardiff como colista destacado. En cuanto a la crónica negra, ha ido ganando en intensidad desde los años ochenta. Se nutre de las tropelías de la Soul Crew del Cardiff City, un ejército hooligan de más de 500 miembros, y las de los menos organizados pero también rudos y montaraces ultras del Swansea. En septiembre de 1988, varios seguidores del Cardiff fueron arrojados al mar en las inmediaciones del estadio de Vetch Field. Desde entonces, es costumbre que los aficionados del Swansea City acudan allí con gorros de baño y aletas de buzo.
Racing – Independiente
El clásico de Avellaneda, a las afueras de Buenos Aires, una de las contadas ciudades del mundo con dos ganadores de la Copa Intercontinental. Menos clásico pero bastante más derbi que el del Boca Juniors y River Plate, que perdió parte de su carácter de duelo local cuando el River abandonó el barrio de La Boca para trasladarse, primero a la Recoleta, y después, en 1938, a Núñez. En cuanto a Racing e Independiente, su rivalidad resume en gran medida el gran folclore del fútbol argentino: su derbi se disputa desde 1907, estuvo muy igualado hasta el espectacular tirón de Independiente en las últimas décadas, ha tenido títulos en juego y también lamenta hitos violentos como las batallas campales de 1961 y 2006.
Baloncesto: Olympiakos – Panathinaikos
85 años de odio incondicional, ahí es nada. El duelo entre los dos rivales eternos del baloncesto griego es conocido en el país heleno como “la madre de todas las batallas”, como han demostrado las tres veces que ambos equipos se han cruzado en la semifinal de la Euroliga. Panathinaikos ha sido tradicionalmente el club de las élites refinadas del centro de Atenas. Olympiakos, el de los estibadores del barrio portuario de El Pireo, tradicional feudo comunista y hoy principal caladero de votos de Aurora Dorada. Sin embargo, la tradicional hostilidad ideológica y de clase se ha visto sustituida en los últimos años por estallidos de violencia dadaísta como los de la final de Copa de Grecia de 2013, suspendida y reanudada a puerta cerrada horas después, cuando por fin se disipó el humo de las hogueras y pudo desalojarse a los últimos ultras atrincherados.
Duke – North Carolina
Dos campus universitarios, uno a diez kilómetros del otro, que viven por y para el baloncesto y se detestan desde 1920. Los de Duke tienen su sede en Durham, y los de North Carolina, en Chappel Hill. Compiten por hacerse con servicios de los mejores jugadores, los entrenadores más prestigiosos e incluso las más reputadas cheerleaders. Para la historia, la casi inverosímil remontada de North Carolina en 1976, la virulenta guerra psicológica y mediática entre Dean Smith y Mike Krzyzewski en 1989 (Guardiola y Mourinho no inventaron nada), o los múltiples incidentes a pie de pista que se hicieron endémicos en la década de los noventa. Todo compensado, eso sí, con un acto de hermandad en 2008, cuando los jugadores de Duke lucieron por primera y única vez el lazo azul de sus rivales por un estudiante de North Carolina asesinado en Chapell Hill.
Béisbol: Yankees de Nueva York – Red Sox de Boston
Al eterno duelo entre los Yankees y Red Sox, que se disputó por vez primera en Baltimore hace 110 años, le falta el ingrediente local (más de 300 kilómetros separan Nueva York, sede de los Yankees, de Boston), pero le sobra mística y pasión. Cuenta la leyenda que los Sox no levantan cabeza desde que traspasaron a su mítico pitcher Babe Ruth a los Yankees en 1919, pero eso no les ha impedido disputarle el título a sus archirrivales en múltiples ocasiones y, por fin, ganarlo en 2004 poniendo fin a 84 años de sequía. La rivalidad ha conocido episodios trágicos, como los apuñalamientos de Nashua, New Hampshire, en 2008; grotescos, como aquella espectacular llave de judo en plena trifulca que el dominicano Pedro Rodríguez le hizo en 2003 a Don Zimmer, entrenador auxiliar de los Yankees que por entonces tenía ya 72 años; o delirantes, como la efímera remontada en intención de voto que consiguió Mitt Romney en las presidenciales de 2008 poco después de proclamar en público lo que muchos consideran un secreto a voces: que América entera odia a los Yankees.
Hockey hielo: Canadiens de Montréal – Bruins de Boston
Una rivalidad legendaria en el hockey sobre hielo propulsada por el alto nivel de ambos equipos y por un extraño incidente que se produjo el 13 de marzo de 1955. Ese día, policías de Boston irrumpieron en el vestuario visitante para detener a Maurice Richard, jugador de Montreal que acababa de agredir minutos antes a un juez de línea. Pero los canadienses lo impedieron armados con sus sticks. Desde entonces, varios títulos de la NHL en juego, tanganas legendarias dentro y fuera de la pista de hielo y dos certezas: que los equipos de Boston son bravos y se toman las rivalidades deportivas muy en serio; y que el equipo de Montreal se ha convertido en símbolo del orgullo de la comunidad francófona canadiense, que vive sus éxitos como actos de resistencia ante la globalización de una liga profesional en la que predominan los equipos estadounidenses y anglosajones.
Fútbol australiano: West Coast Eagles – Swans de Sydney
La tiranía de los Swans, que venían dominando el fútbol australiano desde su fundación en South Melbourne en 1874, llegó a su fin en 1988 con la primera irrupción en las series finales de los Eagles, un club de Perth fundado apenas dos años antes. Desde entonces, compiten entre sí con una intensidad frenética. El periodo de 19 meses, entre septiembre de 2005 y marzo de 2007, en que llegaron a enfrentarse en seis ocasiones, con victorias alternas y siempre por diferencias mínimas, fue clave en el espectacular resurgir de la popularidad del deporte autóctono que se vive ahora mismo en el país. Se odian, se respetan, se necesitan y contribuyen a engrandecerse mútuamente: una rivalidad deportiva de manual.
Remo: Oxford – Cambridge
Remando hasta la extenuación y acumulando anécdotas y pequeños rencores desde 1829. Todas las primaveras, los remeros de azul claro (Cambridge) se citan con los de azul oscuro (Oxford) para surcar con sus embarcaciones un tramo del río Támesis de apenas siete kilómetros. Las regatas son un acto de hermandad y fair play, pero no les falta su dosis de animadversión: Cambridge ha sido acusado en varias ocasiones de reclutar mercenarios (remeros profesionales disfrazados de falsos estudiantes), la tripulación de Oxford se amotinó en 1959 y 1987, y se han producido un total de cinco hundimientos y una colisión que casi acaba en tragedia. Sucedió en 1984 cuando los chicos de Cambridge chocaron de frente con una gabarra y se fueron a pique, hecho que aún hoy es motivo de recochineo entre los incondicionales de Oxford.
Fútbol americano: Bears de Chicago – Packers de Green Bay
Es conocido como el derbi de los Grandes Lagos. Se disputó por primera vez en 1921 y ha venido jugándose todos los años con la única excepción de 1982. En total, 190 enfrentamientos con un resultado global de 93 a 91 para los Bears, y seis empates. Pero lo principal es la tremenda inquina que se tienen ambas aficiones, algo que ya no ocurre en la también antigua y muy publicitada rivalidad entre los New York Giants y los San Francisco 49ers. El pique entre los de Chicago y los de Wisconsin viene de muy lejos y se ha ido consolidando a lo largo de las décadas por pequeños hitos como el partido de 1924, en el que se produjeron las primeras expulsiones masivas de la historia de la NFL; el supuesto tongo de 1941, que hizo correr ríos de tinta; o las sonrojantes palizas con que los Bears destruyeron la moral de los Packers en los sesenta. En los últimos años, han vuelto a cruzarse en play offs en 2001 y 2010, con una victoria para cada bando en un par de series épicas.
Lacrosse: Tigers de Princeton – Cornell Big Red
El derbi de la la Ivy League o la rivalidad deportiva más aristocrática y exclusiva del mundo. Dos universidades de élite que juegan a lacrosse, un deporte minoritario, practicado en centros académicos de la Costa Este de Estados Unidos. Los Tigers, además, son del Estado de Nueva York, mientras que los Big Red son de Nueva Jersey, pariente pobre al sur de la Gran Manzana.
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