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“En Hollywood lo tengo difícil porque no tengo aspecto de latino”

El actor Félix Gómez, proagonista de la sección 'El Foco' del número actual de ICON, desvela su cara y sus planes de futuro

Félix, vestido para ICON con gafas de Giorgio Armani, jersey de Alain Paine. La tela de fondo es de Lantero Decoración
Félix, vestido para ICON con gafas de Giorgio Armani, jersey de Alain Paine. La tela de fondo es de Lantero DecoraciónPhillipe Milton

La experiencia en Los Ángeles de este sevillano ha sido un continuo coitus interruptus. Estuvo a punto de entrar en Mad Men, quedó finalista para una serie de los hermanos Wachowski (los directores de Matrix), pero al final el papel se lo llevó Miguel Ángel Silvestre, y por fin grabó un piloto para la ficción policiaca Stitchers, de la cadena ABC, y a última hora los productores ordenaron reescribir el episodio y su personaje se quedó fuera. Con todo, Félix Gómez ha llegado en solo dos años mucho más lejos que la mayoría de los actores españoles que se van a hacer las Américas. “Cada vez doy un pasito más en Hollywood, espero que a la cuarta vaya la vencida”, dice con optimismo en la furgoneta de producción que le lleva a su casa de Madrid después de una jornada de rodaje de Carlos, Rey Emperador, la nueva y ambiciosa serie de TVE.

Jersey azulón de U Adolfo Domínguez y reloj Bolt-68 de Bomberg, que se desenrosca en la correa y se transforma en reloj de bolsillo
Jersey azulón de U Adolfo Domínguez y reloj Bolt-68 de Bomberg, que se desenrosca en la correa y se transforma en reloj de bolsilloPhillipe Milton

¿Como en casa, en ningún sitio?

Eso desde luego, aquí en España está mi mercado, es donde me he hecho un nombre, no puedo descuidarlo. Después de lo que sucedió en diciembre con Stitchers me llevé una gran decepción y justo me llamaron de TVE para hacer este spin off, o más bien continuación, de Isabel. Interpreto al tercer duque de Alba, nada menos. Es un papel que estoy disfrutando mucho.

¿No se arriesga a perder el tren hollywodiense?

Félix viste jersey de mango, gafas de Alain Afflelou y reloj Geneve
Félix viste jersey de mango, gafas de Alain Afflelou y reloj GenevePhillipe Milton

No, esto solo es un paréntesis de seis meses, luego volveré para seguir intentándolo. Es cierto que mis agentes de allí se quedaron un poco moscas cuando me vine, pero este era un proyecto que no podía desperdiciar.

Jersey de pata de gallo Antony Morato y reloj de acero Nixon
Jersey de pata de gallo Antony Morato y reloj de acero NixonPhillipe Milton

Usted se fue a Los Ángeles hace dos años, justo en una época en que muchos españoles han emigrado a buscar trabajo fuera por la crisis. ¿Es uno de ellos?

Hollywood era un sueño para mí desde el primer momento en que fui actor, hace 17 años. Es mi meta, formaba parte del plan ir antes o después. Hace dos años estaba en un momento económicamente fuerte, me podía permitir hacer una pequeña inversión e irme a Los Ángeles, porque es un gasto importante: son dos años en los que no estás trabajando, además el primero me lo tiré estudiando, manteniendo casa en España y allí… Es mucha pasta y en este momento decidí hacer esa inversión, como cualquier empresa que afronta su internacionalización. Ahora mi idea es estar entre los dos países.

Ahora que ha estado tan cerca, será una espinita clavada.

Cada vez que voy avanzo un paso más. Aquello es muy bestia. Ruedas un piloto y aun así existe la posibilidad de que lo reescriban y desaparezca tu papel. Pero lo curioso es que mi personaje tenía ciertas garantías, aportaba el punto exótico a la serie, por su condición de hacker, el punto latino… Me quedé muy disgustado al principio.

¿Siguen encasillando a los actores españoles en el rol de latino? Usted podría pasar por cualquier nacionalidad.

A mí el mercado norteamericano me cuesta un poquito más porque yo no tengo pinta del clásico latino. Me llaman para castings de papeles más europeos… En el caso de Stitchers, por ejemplo, mi papel era el de un hacker universitario llegado de Europa, al que captaba una organización policial supersecreta. Hacía hincapié en la sofisticación del personaje, en su procedencia exótica, pero no tanto en su carácter latino. Y precisamente por esto mis agentes me exigen mucho con el inglés, con la acentuación, porque en mi caso no cuela un acento hispano.

Hollywood tiene que ser un entrenamiento intensivo.

Es increíble la intensidad allí, estar allí solo, concentrado las 24 horas al día en tus clases, castings, reuniones… Son herramientas que te sirven cunado vuelves, desde luego. Estos dos años venía a hacer pruebas y los directores de casting me decían en España: “Félix, cómo estás cambiando, cómo has crecido”. Yo no lo notaba, pero efectivamente, algo debía estar moviéndose dentro de mí que sí que se estaba notando fuera.

¿Cuál es la principal diferencia?

El ritmo en las audiciones, es mucho más frenético. El año pasado logré dos pilotos, uno no lo pude hacer porque estaba rodando Tiempo sin aire aquí en España y por un día no me cuadraron los vuelos. Pero el otro, el de Stitchers… Recuerdo que estaba cenando en Los Ángeles con el director Eugenio Mira, con el que rodé Agnosia, y con Elijah Wood, porque venían de la premiere de Open windows. Me sonó el móvil, era mi agente, y me decía que al día siguiente a las diez de la mañana tenía una audición. Así que me levanté de la cena, fui a casa de mi agente a preparar la prueba, y me fui a la prueba casi sin dormir. Aquí en España tienes una semana, cuatro días, para preparártela.

Menos mal que no estaba de copas.

(Rie) ¡Menos mal! Ahora en serio, hay un punto en que estás siempre en alerta. Allí soy un obsesivo del teléfono, estoy todo el día enganchado a la pantalla. Cuando voy al gimnasio, entreno con el teléfono al lado, mientras que en España lo dejo en la taquilla y me olvido. Las audiciones surgen de un día para otro, y eso me vuelve un adicto al móvil.

¿Es cierto lo que se dice de que un actor de Hollywood debe saber hacer casi de todo? Montar a caballo, cantar, bailar…

Igual que aquí. El nivel de preparación que tienen allí es elevadísimo porque la competitividad es brutal y cuantas más cualidades tengas, mejor. Pero últimamente en España pasa exactamente lo mismo. Lo de cantar, en mi caso, no hay manera (ríe).

Ha participado en éxitos sonados de tele como Al salir de clase o Amar en tiempos revueltos, ha rodado a las órdenes de Jaime Chávarri o Antonio Banderas… Pero me da que llegar a la final de Mad men es una de las cosas que más ilusión le ha hecho.

Yo siempre he sido un fanático de las series americanas. Six feet under, por ejemplo, cambió mi percepción de este mundo, porque HBO había inventado una nueva forma de hacer televisión. Luego llegaron Los Soprano, The wire… Y Mad men, de la que soy auténtico fan desde que empezó. Imagina la emoción cuando vi que tenía la posibilidad de actuar ahí, con todos esos actores que admiraba.

También ha hecho mucho teatro…

Lo tengo aparcado, porque es un compromiso mucho mayor. No puedo tener a mi compañía dependiendo de si me voy a Estados Unidos o me quedo… Me puede llamar mi agente en cualquier momento y si me tengo que ir a Los Ángeles los dejo tirados. No entiendo el teatro sin compromiso. Pero quiero retomarlo. Ahora que voy a quedarme un tiempo en España, no descarto buscar una obra de programación corta, un par de meses… Es algo que tengo que mirar.

¿Le da tiempo a ser, simplemente, Félix Gómez?

Soy workaholic, no lo puedo evitar, me paso el día bastante obsesionado con mi profesión. Por ejemplo, el tiempo que he pasado en Los Ángeles, como sobre todo me he formado, pero no he llegado a actuar en ningún papel aparte del piloto, he estado escribiendo, tengo un guión, pero porque tenía que sacar eso que llevaba dentro. Actuar es una droga. Cuando lo tienes porque piensas en ello, cuando no, piensas en cómo conseguirlo. De todas formas, intento no desconectar tanto. Justo en cuanto acabe esta entrevista me voy a comer con mi hermano. Le he llamado esta mañana y le he dicho: “Nano, sácame sí o sí, que me conozco”.

A Félix Gómez lo fotografió Phillipe Milton y vistió Antonio Gabardino para la sección El Foco del número enero-febrero 2015 de ICON – EL PAÍS.

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