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Columna
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El indio

La jarana mediática se repitió cuando el avión presidencial del Evo fue vetado en el cielo de cuatro países europeos, con un muy feo papel de la diplomacia española

Manuel Rivas

¿Recuerdan los ejercicios de estilo racista que se hicieron cuando Evo Morales visitó España, vestido con su “chompa”? Nunca antes se había dado semejante maltrato a un presidente de otro país. “Indígena con dos co...caínas”, escribía un fenómeno habitual. “Un jersey así lo dan las catequistas en sus caridades y se lo tiran a la cara”, apuntaba otro sobresaliente. Fueron días de florido vejamen en la excelsa caverna. ¡Qué somanta de risas se llevó el indio! En otros tiempos le habrían aplicado un corte de orejas, como hizo con los nativos aquel predicador: “Ya que no eran dóciles al imperio de mi voz”. La jarana mediática se repitió cuando el avión presidencial del Evo fue vetado en el cielo de cuatro países europeos, con un muy feo papel de la diplomacia española, y tuvo que aterrizar de urgencia en Austria, todo por la patraña de que en la nave viajaba el exagente de la NSA Edward Snowden. Ahora, Evo Morales acaba de tomar posesión para su tercer y último mandato. Reelegido en octubre por más del 60% del electorado, es el presidente que ha propiciado el periodo de mayor estabilidad, independencia y prosperidad en la historia de Bolivia. El crecimiento económico en el pasado año ha sido del 6,8%, con una tasa de paro del 3,2%, la más baja de Latinoamérica. En los años de Gobierno del aymara Morales, la extrema pobreza se ha reducido a la mitad, y se ha multiplicado la construcción de escuelas y hospitales. Tiene toda la razón para bromear que en su país no mandan los “Chicago boys” sino los “Chuquiago Boys”, también apodo popular del club de fútbol La Paz. Parece inminente su reconciliación con Obama. Ojalá consiga otro sueño para Bolivia: un acceso al Pacífico. Ver el mar sin pedir permiso.

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