Robots que te miran a los ojos
Investigadores españoles crean un autómata que simula la intuición y esquiva obstáculos
Un robot transita por la Facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid. Es pequeño, a veces ruidoso, y se desliza lentamente por los pasillos mientras sortea a los alumnos que transitan de aula en aula. Se mueve con la suficiente intuición como para detectar y esquivar obstáculos imprevistos, como personas en movimiento. El autómata ha sido desarrollado por un pequeño grupo de investigadores españoles que está consiguiendo que el robot vea. No que mire, sino que vea como puede ver un ojo humano. Que identifique objetos y caras en el entorno, que intuya la actitud de la persona para saber si va a colaborar con él y, en función de ello, tomar la decisión de esquivar o no.
Hay robots que juegan al ajedrez, otros que resuelven ecuaciones matemáticas, y otros que conducen coches. Pero es mucho más complicado que adquieran conocimientos de inteligencia general, como el sentido común o la intuición. Hasta ahora eran incapaces, por ejemplo, de moverse sin un plano detallado de la oficina en su memoria. Lo que está haciendo este grupo de investigación de la Universidad Complutense y Politécnica es intentar desarrollar en una máquina la capacidad de tomar decisiones en entornos con situaciones imprevistas. “Nosotros queremos que sea capaz de razonar, de entender el mundo tal como lo entendemos nosotros, con pensamiento, con razonamiento, y que sea capaz de ayudarnos”, dice Valeri Makarov, matemático y director del proyecto.
El autómata está equipado con un sensor de proximidad que le anticipa dónde puede haber algún obstáculo, como una puerta, un pilar o una escalera. Una cámara le impide estrellarse contra las paredes y atropellar a los alumnos. Le ayuda a detectar la presencia de una persona, a ubicarla en el espacio, a identificar la distancia a la que está, y su actitud. “Si tú ves a alguien, puedes esquivarle, pero si ves que está sonriente, tú conducta con esa persona va a ser diferente”, explica Jose Antonio Villacorta Atienza, físico y coordinador de la investigación.
Toda la información que recibe se transmite al cerebro del robot, que está en el ordenador, el cual codifica lo que ve en fotografías. “En una situación dinámica, nuestro cerebro graba fotos, no películas, porque con fotos se procesa la información más rápido, y así podemos reaccionar con más fluidez”, asegura Makarov. Este principio sustenta el funcionamiento del robot y es uno de los avances principales del proyecto. Los científicos creen que puede tener una amplia gama de aplicaciones: un ayudante doméstico, un asistente en hospitales, un guardia civil, y hasta un guía para personas con problemas de visión, entre otros usos.
El equipo está satisfecho con el desarrollo de la investigación, pero ven un futuro incierto. “Cada vez es más difícil acceder a los fondos públicos. Es una lástima que en los últimos años se haya reducido tanto la financiación”, se queja Makarov. Solo el robot les costó 3.000 euros. La máquina muestra los avances de la robótica y la inteligencia artificial en España, pero también deficiencias por la falta de subvención. Al ordenador le dura la batería apenas media hora y el personal lleva meses sin cobrar. Todo ello ralentiza el progreso del proyecto.
“En nuestra vida cotidiana estamos esperando la llegada de los robots. Va a ser la siguiente revolución que creo vamos a vivir dentro de unos cuantos años”, augura el matemático. Los robots representan una creciente industria. Mueven cerca de 19.000 millones de euros al año, según datos del sector. Los grandes retos son la conciencia, la creatividad y las emociones. Que los ordenadores consigan tener ojos lógicos puede tener consecuencias revolucionarias, según este grupo de investigadores, pero su conocimiento nunca podrá ser comparable al de una persona por una razón: no tendrá las vivencias ni los recuerdos de un ser humano.
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