_
_
_
_

Doce cosas que pasaron en la Barcelona Shopping Night

El jueves, la ciudad se llenó de estrellas del Hollywood clásico, cava y lluvia. También hubo ofertas hasta del 50%. Y ocurrió esto

Xavi Sancho

La lluvia hizo todo lo que pudo por tratar de deslucir la Barcelona Shopping Night, evento que este año tenía la era dorada de Hollywood como hilo temático. Pero no terminó de lograrlo, aunque ganas le puso. Más de 65.000 personas y una cantidad similar de paraguas llenaron el Passeig de Gràcia. Sesenta comercios, una decena de hoteles y una quincena de restaurantes se adhirieron al evento. Descuentos en las compras de hasta un 50%, oferta gastronómica y mucho cine. El Palau Robert ensayó su conversión en el Kodak Theatre, con su alfombra roja, su photocall y el peligrosamente embarrado suelo del parque. Pasaron muchas cosas. Estas son algunas de ellas.

1. Pasear por Barcelona y encontrarse cada dos esquinas a alguien vestido de Charles Chaplin o Marilyn Monroe resulta sorprendente y hasta agradable, más si consideramos que faltan tres meses para carnaval. Además, y como era ya de suponer, estas viejas estrellas del cine son seres sobrenaturales. Pueden pasearse bajo el frío y la lluvia ligeras de ropa, sin paraguas y con una sonrisa.

2. La Shopping Night es uno de los pocos eventos multitudinarios que sucede en la Ciudad Condal y que no ha sido tomado al asalto por el turismo. Ya sea por las fechas (una noche de jueves en pleno otoño) o por lo que sea, lo cierto es que el evento pertenece a los locales, quienes escenifican una suerte de contraataque en el que toman posesión de lo que una vez fue suyo. Mientras, los turistas chinos y rusos cenan en sus hoteles esperando que llegue la mañana siguiente, cuando las tiendas de lujo abran sus puertas.

El evento pertenece a los barceloneses, que toman posesión de lo que una vez fue suyo. Mientras, los turistas chinos y rusos cenan en sus hoteles esperando que llegue la mañana siguiente, cuando las tiendas de lujo abran sus puertas

3. Puedes probar el maravilloso caldo de Navidad de Carme Ruscalleda, o las tapas del Hotel Condes de Barcelona a precios reducidos. Y si eres de los que tiene la suerte de acceder a algunas de las carpas a las que solo se puede entrar por invitación es posible que incluso puedas beber Anna de Codorniu de gratis mientras comes jamón y blini con salmón, o cenar a base de quesos suizos de la mano del chef Carles Abellán en el enorme stand que este país (¿de dónde sacan el dinero los suizos, se pregunta la sociedad del sur de Europa?) instaló en el Paseo de Gracia. Si no podías accederé al interior de la carpa VIP, podías, al menos, catar estos productos, que se ofrecían a todos los visitantes hasta agotar existencias. En este caso, 300 kilos.

4. Las grandes marcas de lujo siguen siendo reflectarias a esta celebración. Santa Eulàlia fue de las únicas pocas tiendas de esta categoría que abrió al público. En su sótano se exhibían antiguos vestidos que en su día fueron lucidos por Marilyn Monroe. Sus amables empleados –los de la tienda, no los de Marilyn–, al ver la cara de frío que tenías al acceder a sus dependencias ofrecían amables la posibilidad de remediarlo adquiriendo alguno de sus maravillosos abrigos, además de obsequiar a los visitantes con unas simpáticas y prácticas fundas para paraguas.

5. La cantidad de cava que puede ingerir un ser humano es mucho mayor de la que este mismo ser humano puede pensar antes de empezar la noche. El Juve & Camps que se servía en la carpa situada frente a la Tinenda Tween ayudaba, sin duda, a convertir el espacio en la mejor fiesta de la noche: los camareros más simpáticos, la gente mejor vestida y el cava más frío.

6. Hay cosas en Barcelona que siempre será complicado sacar adelante. Así, un evento como este, aunque cuente con la colaboración del Ayuntamiento quiebra los límites de los horarios comerciales de la ciudad y de algunas de sus normativas con respecto a la venta de alcohol. Algunos establecimientos fueron llamados a capítulo por servir bebidas alcohólicas pasadas las once de la noche. No se puedo cerrar el Psseo de Gracia como estaba previsto y algunas de las obras que se acometen en la vía dificultaron el tránsito de peatones. A pesar de todo, bien.

7. Los barceloneses no sabemos qué hacer con la lluvia. Es un clásico de la ciudad cancelar cualquier tipo de actividad a la que caen cuatro gotas. ¿Vamos al cine? No, que llueve. ¿Tomamos una caña? Que no, hombre, que llueve. ¿Vamos a buscar a los niños al colegio? Pero si está lloviendo, que vuelvan andando.

8. Viendo las tráilers que se mostraban en el Palau Robert, donde se presentaban los premios Gaudí del cine catalán, y tras un buen rato observando desfilar muestras de películas, documentales o tv movies bajo la lluvia, pero, eso sí, sorbiendo un buen vermut, uno podía empezar a pensar que iban a mostrar incluso el tráiler de la nueva de la saga de La guerra de las galaxias, también producida por un catalán, claro.

9. En la parte baja del Paseo, cerca de la Plaza Cataluña, se encontraba un mercadillo de creadores emergentes. No era la zona de tránsito más fácil, pero sí una de las partes en las que productos más interesantes podían encontrarse.

En la zona alta, tocando con la Diagonal, la mítica tienda Gratacós se llevó el récord de la cola más larga para acceder. Se rendía homenaje a Alfred Hitchcock y a Edith Head, diseñadora de Paramount

10. En la zona alta, tocando con la Diagonal, la mítica tienda Gratacós se llevó el récord de la cola más larga para acceder. Se rendía homenaje a Alfred Hitchcock y a Edith Head, diseñadora de Paramount y responsable del vestuario de cintas como Vértigo. Cada escaparate estaba dedicado a una película del señor que tanto gusto le cogió a asustar a la gente. Se podía ver el vestido blanco de Tippi Hedren en Los pájaros o la espectacular falda de La ventana indiscreta. También había cava. Mucho.

11. Nunca se debe infravalorar la capacidad de un señor o señora de mediana edad de dejarle a uno sin comer bocado. Una vez más, el evento puso de manifiesto la superioridad casi genética de una serie de profesionales del sarao, aquellos que siempre saben por dónde sale la comida, aquellos que, si te ven cerca de una bandeja, te piden que se la acerques, y en vez de hacerse con un canapé, se la llevan entera. Aquellos, en fin, que hacen que a medianoche busques un McDonald’s.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_