Un periódico como exponente del ego
El nuevo diario de Karl Lagerfeld, 'The Karl Daily', ha sido alabado en los blogs del mundillo como otra genialidad suya
Usted se preguntará si Karl Lagerfeld, excéntrico diseñador que con su espíritu osado ha llegado al éxito haciendo de la vida una obra de arte, necesita hoy publicar su propio periódico. La respuesta es sí.
Tengo suerte. Sujeto un ejemplar de la primera edición de The Karl Daily, conseguido en su tienda del Boulevard Saint-Germain. Voy al café Le Basile de la Rue Grenelle, siempre jovial. Es un momento importante. En muchos blogs fashion este desmedido periódico en blanco y negro, bilingüe inglés-francés, se ha celebrado como “otra genialidad de Karl”, “reivindicación de la prensa en papel”, “demostración de crecimiento más allá de la industria”. Desplegarlo es un guiño a Gutenberg y un retorno al país de Alicia: “Aquí tienes que correr a toda velocidad para poder permanecer en el mismo lugar”, escribió Lewis Carroll.
En portada, Lagerfeld es entrevistado por Derek Blasberg, y la primera respuesta del diseñador más tecnológico promete: “Soy un friki del papel. Lo electrónico está bien, pero esto es mejor”. Entrañable. Enseguida nos presenta a Choupette, su gata persa, blanca de ojitos azules, y guest special editor (invitada especial como directora) del diario: “Se porta como una princesa, se adapta bien al jet privado y a comer en vajilla Goyard”, confiesa Karl, que acaba de presentar la colección de bolsos Monster Choupette, inspirada en ella. Conforme avanzo descubro que Lagerfeld aparece en todas las páginas, retratado, ilustrado o como personaje de cómic. En un impecable ejercicio de egocentrismo no se habla de nada más que de él.
Asustado por tanta autorreferencia, deposito el periódico en una papelera, no vaya a ser que se me quede algo
En cada página suelta frases tipo “con mis gafas oscuras puedo ver el viejo mundo y el nuevo mundo a la vez”, “mi lema es: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, “la moda es como un océano, o como el amor, va y viene como una ola”. ¡Qué profundidad! Termino el horóscopo y mido mi nivel de karlificación con el pasatiempo y, un poco tenso, llamo a mi amiga Nicole, psicóloga, que me des-duda: “Sí, manifiesta una conducta histriónica que posiblemente trate de calmar sus necesidades narcisistas, que desde el concepto tradicional de normalidad consideraríamos desmedidas, pero teniendo en cuenta el entorno de la moda, es probable que alguien lo vea como una maravillosa idea a imitar”.
Necesito que otro experto pase revista, y voy a ver al diseñador Gonzalo Vázquez: “El káiser, por su gran riqueza evolutiva, tiene reservado un gran lugar en la historia de la moda. The Karl Daily nos demuestra que la entiende como un universo estético y ético y que su personaje está al servicio del marketing de su obra”.
Con los niveles de idolatría por los suelos, evoco a Richard Precht cuando dice: “Nuestra autoestima contribuye de forma decisiva a que consideremos nuestra vida digna de vivirse”. Asustado por tanta autorreferencia, deposito el periódico en una papelera (de papel) no vaya a ser que se me quede algo. Y una vez liberado, pienso que el hecho de que el número se esté agotando dice muchas cosas, pocas buenas, ya que, como argumenta el visionario Jaron Lanier, pionero de la realidad virtual, “cuando los contenidos no tienen valor, las personas se convierten pronto o tarde en cabezas vacías”.
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