¡Todos al polo!
El laboratorio original de la base española en la Antártida, visitable en Cosmocaixa de Barcelona
Desde hoy no hay que ir muy lejos para ir a la Antártida. Basta con desplazarse a la parte alta de Barcelona. Allí, en el museo Cosmocaixa, se ha instalado el módulo laboratorio original de la Base Antártica Española Juan Carlos I, el lugar en el que trabajaban nuestros primeros científicos en el continente polar en los años ochenta. Base Antártica es visitable, y hasta puedes ver un pingüino (de pega). No hace falta ir muy abrigado.
La base, aunque pura historia de la exploración polar, no es un edificio muy espectacular ni presenta el dramatismo de otras construcciones antárticas como la legendaria cabaña de Scott y los suyos en Cabo Evans o la trágica tienda abatida donde murieron el explorador y su fracasada partida de ataque al Polo Sur. En realidad, el módulo de la base española sugiere una caseta de obra como la que se puede ver en cualquier construcción. Eso sí, está bien climatizada y dotada de toda una panoplia de instrumentos científicos, aparte de unas calzadas metálicas en el exterior para caminar sobre la nieve.
En la actualidad hay dos bases antárticas españolas
La oceanógrafa y bióloga barcelonesa Josefina Castellví (1935), la primera mujer en dirigir una base antártica y que pasó buena parte de su tiempo en aquel remoto y frío lugar dentro del módulo laboratorio (cuando no estaba observando a sus queridos pingüinos), ha sido la primera esta mañana en visitar la base junto con el presidente de la Fundación Bancaria La Caixa, Isidro Fainé, que no iba ataviado con pieles de foca como Shackleton sino que optó por el traje. Más veterana, Castellví ha escogido parka con forro: nunca se sabe.
El módulo laboratorio y el equipo de la época, cedidos por el Instituto de Ciencias del Mar y la Unidad de Tecnología Marina (Consejo Superior de Investigaciones Centíficas, CSIC), han sido restaurados e instalados en Cosmocaixa para recordar la aventura científica polar española. Esa aventura comenzó en 1986 cuando cuatro científicos del CSIC (Agustí Julià, Joan Rovira, Antoni Ballester y Castellví) plantaron su tienda de campaña en isla Livingstone, una de las Shetlands del Sur, en la punta de la península antártica. Desde ahí buscaron un emplazamiento para la que sería la base Juan Carlos I, que se instaló en 1988 en la península Hurd de la misma isla Livingstone. Al sufrir un ictus el líder de la expedición, Antoni Ballester, Josefina Castellví asumió la dirección del proyecto durante seis años. En la actualidad hay dos bases antárticas españolas: la Juan Carlos I y la militar Gabriel de Castilla (bautizada en honor del explorador y navegante español que llegó a las Shetland del Sur en 1603), en la isla Decepción.
Josefina Castellví, la primera mujer en dirigir una base antártica, ha sido la primera esta mañana en visitar la base
Josefina Castellví, que miraba con fría nostalgia su antigua base, ha recordado que el módulo prefabricado se adquirió en Finlandia pero ellos mismos, los expedicionarios, diseñaron su interior y lo hicieron fabricar por una empresa de Tarragona. Castellví, experta en microorganismos y a la que se ha consagrado un emocionante documental, Los recuerdos del hielo, de Albert Solé, para cuyo rodaje regresó a la Antártida, ha destacado la importancia de contar con bases en el continente polar para desarrollar proyectos científicos, puesto que la Antártida es “un laboratorio natural“ y “sus condiciones no se pueden reproducir”.
Las bases como la que ahora se ha reinstalado en Cosmocaixa convertida en pequeño museo dentro del museo, “permiten observar y experimentar in situ la vida, los procesos naturales y las características únicas de ambientes extremos como los que hay en los ecosistemas polares”, añade.
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