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Columna
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Propinillas

Volvamos a Europa. La ofensiva contra la corrupción, la de calderilla y la de no, no puede ser sólo española

Jorge M. Reverte

No se a qué viene tanto escándalo con el presidente de Extremadura, exbombero José Antonio Monago, por unas pequeñeces relacionadas con sus viajes privados. Fijémonos en Europa, que ha sido siempre nuestro referente moral desde la política. Los europarlamentarios (los de Podemos, también) cobran todos los meses 4.200 euros para gastos generales relacionados con su actividad. Una buena cantidad que no hace falta justificar seriamente.

Bueno, pues nuestros parlamentarios europeos (todos los europeos) no han protestado todavía contra esta miserable práctica que les beneficia, como tampoco han renegado de los generosos fondos de pensiones que ellos mismos se votan.

Lo que el presidente extremeño ha hecho mal consiste sobre todo en no tener ni idea ni de qué significa ser un representante político ni de qué significa la decencia personal. Monago ha intentado salir enaltecido por no cobrar el jabón de su bidé a las arcas públicas. Monago no tiene ni idea. Posiblemente le ha ayudado a construir su discurso su paisano Floriano.

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Volvamos a Europa. La ofensiva contra la corrupción, la de calderilla y la de no, no puede ser sólo española. Por una vez pensémonos como la vanguardia de la cutrez esclarecida. ¿Cómo es posible que ningún grupo político europeo ponga en cuestión estas herramientas del pequeño forre y la dudosa compensación de sueldos por talento de que nos quieren convencer nuestros amigos diputados?

Monago ha tenido que pasar por la vergüenza de contar lo de su novia y los europeos que gozan de este dineral semiclandestino ni siquiera tienen que ver la foto de su novia publicada en la contraportada de algún diario deportivo. ¡Monago, compañero, qué europeo eres!

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