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Sin triunfalismo

En la entrevista de Leila Guerriero al dibujante Quino, hasta los diálogos parecen sacados de una novela y no de una conversación improvisada

Carta de la semana: Sin triunfalismos

Un bonito cuento cuyo protagonista nos muestra su tristeza, su rabia y su ternura. Así es la entrevista de Leila Guerriero al dibujante Quino, donde hasta los diálogos parecen sacados de una novela y no de una conversación improvisada. El repaso a esta vida entregada al dibujo, fiel a una filosofía puesta en boca de sus personajes, se presenta como una mirada melancólica al pasado y… al futuro. Ningún triunfalismo por parte de alguien que casi ha hecho carne a un personaje de viñeta conocido y amado a través de varias generaciones y sin visos de tener fecha de caducidad. La insatisfacción de sus niños, de sus personajes respondones es la suya propia. También afloran sus miedos: a la vejez, a la incapacidad, a la paternidad. Porque ya no puede dibujar y su trabajo era el sustento a esos temores y carencias. Su obra se rejuvenece porque es sencilla y valiente; llena de hijos que han sido creados a su antojo.; incorruptibles y sabios. ¿Qué premio puede mitigar el ocaso de un creador como él? Más cuando entre sus quejas y su angustia sigue asomando una irrenunciable rebeldía.

Julia Navas. Gijón (Asturias)

Ni frontera, ni valla, ni muro

La caída del muro de Berlín hace ahora cinco lustros, recuerda a Javier Reverte en su artículo Vallas para no salir y vallas para no entrar (19-10-2014), las vallas o muros de Tijuana, Troya, Melilla, Corea del Sur y del Norte, Argelia y Marruecos. Yo imagino la frontera que nacería entre Cataluña y el otro lado del Ebro si CiU y ERC, con la ANC y el Omnium Cultural, completaran sus deseos.

Mis padres y toda mi familia paterna y materna fueron catalanes. Lo siguen siendo por lo que toca a cuantos viven y trabajan en Cataluña o en Andorra. En cambio, yo, por esas cosas de la vida, nací en Valencia y no puedo menos de considerarme madrileño.

Sin embargo, mis lazos con aquella tierra y aquella sociedad siguen siendo, literalmente, brutales. Además de mi familia, la mitad de mis mejores amigos son de allí, conozco todo el país, en el que he tenido la oportunidad de vivir largos periodos, entiendo y leo el catalán, cuya cultura e historia he hecho mías, como deberían serlo de todos los españoles.

Hace unos días, Oriol Junqueras pedía en la radio de Barcelona, por favor y entre lágrimas, la independencia. En estas líneas ruego que el Ebro no sea frontera, ni valla, ni muro. Lo digo con un sentimiento a la vez tan sincero y tan egoísta como el de Junqueras. Porque, caso contrario, me parten por la mitad, como al caballero demediado.

Eduardo Cierco. Madrid

Una buena mezcla

Hojeo El País Semanal del 19 de octubre y encuentro cómo pasa la vida. Observo a la simpar Annie Lennox y veo que el tiempo le ha hecho mucha más justicia que a coetáneas suyas como Debbie Harry (Blondie) o Chrissie Hynde (The Pretenders). Como rezaba su canción, debe haber un ángel jugando con su corazón.

Sigo hojeando y me encuentro un interesantísimo reportaje sobre los 25 años de la caída del muro de Berlín. Es leer la palabra friedrichstrasse y me viene a la mente la imagen de Paul Newman y Julie Andrews tratando de encontrar la estación en Cortina rasgada de Hitchcock. La caída del Muro evoca muchos sucesos alrededor de esa división física de Alemania. El cine los ha reflejado muy bien en obras maestras como Good bye Lenin! o La vida de los otros.

Sigo leyendo y me encuentro al padre de Mafalda, al dibujante argentino Joaquín Salvador Lavado, y me viene a la mente la frase de una viñeta de Mafalda, cuando afirma que como siempre lo urgente no deja tiempo para lo importante. ¿Cómo no va a ser merecedor Quino del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades cuando rebosa comunicación y humanidad por cada uno de sus poros?

Continúo y me topo con Sebastião Salgado con fotos de tribus del Amazonas y con texto de Wim Wenders. La mezcla del fotógrafo brasileño con el cineasta alemán sólo puede dar como fruto una maravilla como el documental La sal de la Tierra.

Y termino de pasar páginas y me encuentro al genial Javier Marías mandando al manicomio a determinada prensa que miente y manipula con auténtico descaro asombrándose de nuestra capacidad para tragarnos mentiras con facilidad. En definitiva, un número de El País Semanal interesantísimo artística e históricamente hablando.

Diego Moraleda. Membrilla (Ciudad Real)

Admiración

Javier Marías, ¡un grande! No sólo como escritor, sino por los comentarios que publica en El País Semanal. El artículo del 19 de octubre, Por qué no están en el manicomio, con respecto a los relatores de televisión, es tan exacto como increíble que siga sucediendo sin que nadie lo mencione. Acá ocurre lo mismo. Desde Argentina con gran admiración.

Gabriela Morales. Correo electrónico

Basta un buen eslogan

Es muy interesante la reflexión que hace Javier Marías en su artículo Por qué no están en el manicomio (19-10-2014). Se asombra de la capacidad de la gente para tragarse mentiras y para dejarse convencer incluso de que no es cierto lo que ve, y a la vez denuncia la manipulación de los mensajes de los medios. Entiendo su alarma y su sorpresa, y me atrevería a ofrecerle una explicación.

Da la sensación de que la gente ya no tiene tiempo ni ganas de pensar, y para que pueda digerir cualquier pensamiento hay que dárselo un poco masticado, como si su capacidad de razonar estuviese medio atrofiada. No se presta ninguna atención a los argumentos, ni al significado de las palabras, ni al sentido de las frases o de las ideas, pero en cambio mucha al tono en que se reciben. Lo que importa no es lo que digas, sino cómo lo digas; si demuestras la seguridad y la convicción suficientes puedes vender lo que sea. Así, un ministro de Fomento admite que se retrasará la inauguración de una línea de AVE, pero niega tajantemente que se incumplan los plazos; y un acusado de corrupción, a pesar de las pruebas en su contra, sabe que puede defenderse si lo niega todo con la suficiente firmeza e indignación. No se atiende a razones, sino a actitudes. El filósofo José Antonio Marina dice que la gente ya apenas utiliza el pensamiento racional porque le basta con un eslogan publicitario, y me parece que tiene bastante razón.

Jaime Tapia-ruano. Barcelona

Verdad mansa o conflictiva

Señor Marías, dejando, como es mi costumbre, la lectura de su artículo para el final como guinda de una –espero– provechosa lectura de mi periódico predilecto, quisiera de algún modo participar en el siempre preclaro razonamiento de su comentario sobre la actualidad al que se refiere en su artículo Por qué no están en el manicomio (19-10-2014).

Conviene recordar una pequeña, pero en aquella época chocante escena, en la película de Orson Welles que retrata a uno de los monstruos de la modernidad –Randolph Hearst– cuya apreciación del ser humano como instrumento para convertir lo ordinario (la verdad) en extraordinario (verdad alternativa) sentó las bases para el periodismo del siglo XX. La escena a la que me refiero muestra a uno de los periodistas contratados por Charles Foster Kane quejándose a su jefe de que una noticia sobre la que debe escribir no tiene talla o envergadura suficiente para ocupar la portada del periódico. No recuerdo las palabras exactas de Kane/Welles, pero el sentido era “pon el titular en letra grande; eso convertirá la noticia en noticia bomba”.

Los locutores y comentaristas tanto futbolísticos como políticos (cabe pensar si realmente existe alguna diferencia de género entre ellos) convierten la no noticia en épica subiendo el tono y sirviéndose de un vocabulario combativo de lo más vulgar. Saben a la perfección lo que hacen y cobran casi de forma proporcional al tono épico que logran invertir en sus palabras, pero de tanto mentir –como bien apunta usted– acaban creyéndolo ellos mismos.

La clave, supongo, y es lo que más inquieta, es que el mundo en sí tiene una doble identidad, constituido de lo que yo llamaría la verdad mansa y la verdad conflictiva, en el cual todo elemento siempre está reñido con otro con el que entra en contacto. Lo realmente nocivo es que es esta percepción la que acaba instalándose en la conciencia de los ciudadanos.

Gracias por su artículo, ojalá contribuya a llevar la batalla al lugar donde la verdad mansa prevalezca sobre la conflictiva. P

Daniel Michael O’Connor. Campillos (Málaga)

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