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La tuberculosis encuentra en la diabetes un nuevo aliado

Las personas diabéticas tienen tres veces más posibilidades de sufrir la enfermedad infecciosa

Jessica Mouzo

La tuberculosis ha encontrado un nuevo aliado para reforzar su capacidad de contagio y expansión en los seres humanos: la diabetes. Si en la última década del siglo XX aprovechaba los cuerpos inmunodeprimidos afectados por el virus del VIH para propagarse con mayor facilidad –llegó a alcanzar proporciones endémicas, cuadriplicando el número de enfermos de tuberculosis en 18 países de África–, la Unión Internacional contra la Tuberculosis y las Enfermedades Respiratorias (La Unión) ha alertado ahora de que se avecina una nueva “co-epidemia” formada por la doble carga de tuberculosis y diabetes. Según un informe de La Unión sobre la prevalencia de ambas dolencias, las personas diabéticas tienen tres veces más posibilidades de desarrollar tuberculosis. Los científicos calculan que en 2035, países como India, China, Pakistán, Indonesia o Brasil, tendrán que enfrentarse a niveles endémicos de este peligroso tándem. “Es la tormenta perfecta. La diabetes debilita el sistema inmunitario, lo que facilita la infección por tuberculosis”, ha advertido el director ejecutivo de La Unión, José Luis Castro.

Lejos queda la concepción de que tuberculosis y diabetes, consideradas enfermedades propias de países pobres y ricos, respectivamente, son una amalgama improbable y “marginal”. Si bien es cierto que durante mucho tiempo se redujo el área de afectación de la diabetes a países desarrollados o ambientes acomodados de zonas pobres, la Unión asegura que actualmente, la enfermedad “es creciente en los países de ingresos bajos y medianos” y afecta a todos los segmentos de población por igual. "Se han encontrado cada vez más casos de obesidad en India o China y la diabetes aumenta en países con bajos ingresos de igual modo que la tuberculosis se presenta en países desarrollados", ha añadido Castro. Los expertos alertan de que a los factores de riesgo típicos de la tuberculosis, como el VIH o la desnutrición, se le suma ahora el avance de la diabetes. “Estamos siendo testigos de una transformación sin precedentes en la carga mundial de la enfermedad infecciosa”, advierte el informe.

Según la OMS, la tuberculosis mata a más personas cada año que cualquier otra enfermedad infecciosa, excepto el sida. En 2013, nueve millones de personas en todo el mundo estaban contagiados y un millón y medio de ellos fallecieron. “Alrededor de una de cada tres personas en todo el mundo viven con una infección tuberculosa latente. En la mayoría de los casos la infección permanece latente durante toda la vida pero no enferma a la persona. Sin embargo, el riesgo de que esta infección latente progrese aumentará si el sistema inmunológico de una persona se ve comprometido, por ejemplo, por diabetes”, concluye el informe presentado esta mañana en la 45º Conferencia Mundial de La Unión sobre Salud Pulmonar.

Los científicos exigen invertir más recursos para frenar la epidemia

En medio de este círculo vicioso, los expertos alertan de que el remedio puede ser peor que la enfermedad, ya que la interacción entre ambas dolencias provoca que cada una agrave más la otra. La tuberculosis puede aumentar temporalmente el nivel de azúcar en sangre (intolerancia a la glucosa), un factor de riesgo para la diabetes. Además, advierte la Unión, mientras algunos medicamentos utilizados para tratar la tuberculosis pueden dificultar el control de la diabetes, también “existe una preocupación creciente” de que los fármacos orales para la diabetes pueden disminuir la eficacia de los que se dispensan para combatir la tuberculosis.

La Unión asegura que la doble carga ha golpeado con especial dureza al Sur de Asia. “África subsahariana llevó la peor parte de la epidemia de tuberculosis-VIH, el sur de Asia se enfrenta ahora a una inminente epidemia simultánea de tuberculosis-diabetes”, sentencia el informe. Un estudio realizado en el estado indio de Tamil Nadu concluyó que el 25,3% de los enfermos de tuberculosis tenían diabetes. Asimismo, de los 8.886 pacientes con la enfermedad infecciosa examinados en China, el 12.4% también padecía la doble carga.

El doctor Anthony Harries, asesor principal de La Unión, ha mostrado también su preocupación por el acceso a la medicación para tratar ambas dolencias. “Uno de los obstáculos que no fue un factor en el caso de TB-VIH es que, mientras que los tratamientos de tuberculosis y VIH son gratuitos para los pacientes, el tratamiento de la diabetes por lo general no lo es. A menudo las personas que viven donde la tuberculosis es común simplemente no pueden pagar el tratamiento y la asistencia que necesitan para gestionar su diabetes. Y en muchos países, el tratamiento de la diabetes no está disponible. Tenemos que hacer que el tratamiento de la diabetes sea ampliamente accesible y asequible”, ha explicado. Precisamente, al hilo de estas dificultades, la directora de investigación de La Unión, Paula Fujiwara ha apremiado a los gobiernos y administraciones a “invertir” en recursos e investigación para enfrentar la enfermedad.

La doble carga ha afectado con especial dureza al sur de Asia

La Unión asegura que para enfrentarse a la co-epidemia creciente no es preciso poner en marcha nuevas políticas de salud pública, sino “acciones prácticas”. Los expertos han abogado por fomentar la “detección bidireccional” para regular las dos enfermedades, garantizar el acceso al tratamiento a los pacientes afectados por la doble carga y coordinar los programas para combatir la tuberculosis y la diabetes, ya existentes en las agencias de salud pública.

"Yo me conformaba con respirar"

J. MOUZO
La única secuela que le queda a Ricardo Gutiérrez tras más de 14 años luchando contra los efectos de una tuberculosis multirresistente (cepas que no responde a los antituberculosos más potentes) es una generosa cicatriz que traza, de un lado a otro de su pecho, la historia del trasplante de pulmón que le devolvió la vida. "Yo antes no vivía, sobrevía. Me conformaba con respirar" revela el hombre. Las secuelas de la enfermedad infecciosa lo obligaron a vivir varios años enganchado a una máquina de oxígeno a la espera de un trasplante.
Ricardo desconoce exactamente dónde o quién pudo contagiarle la dolencia, pero sospecha que quizás en alguno de los suburbios que frecuentaba cuando era adicto a la heroína estuvo 20 años enganchadopudo pillar "el bicho". "Yo no sabía de dónde podía salir tanta tos y tantas flemas. Al principio pensaba que era por el tabaco", recuerda el hombre, vecino de las Palmas. En 1995 le diagnosticaron tuberculosis pulmonar y, aunque comenzó a tratarse enseguida, abandonó la medicación en algunas ocasiones, lo que provocó que el bacilo se inmunizase a varios fármacos. "Abandoné el tratamiento varias veces porque mi cuerpo no daba más. Estaba desenganchándome de la heroína al mismo tiempo y las pastillas contra la tuberculosis no me permitían comer. Mi cuerpo necesitaba comer algo porque estaba al límite y sabía que si las tomaba no podría", recuerda. Junto a la co-epidemia de tuberculosis y diabetes, los expertos alertan de la amenaza que supone la tuberculosis multirresistente y la necesidad de seguir los tratamientos según los protocolos internacionales para evitar que el bacilo se reproduzca con más resistencia. “Después me di cuenta de que si un día dejaba de tomar la medicación, la bacteria se reproducía por 10 y no servía de nada todo lo anterior. Es como una batalla constante”, explica.
Tras tres años ingresado en un hospital especializado en patologías infecciosas –donde conoció a su pareja Ana Rosa, víctima de la epidemia de tuberculosis y VIH que azotó a medio mundo en los años noventa, Ricardo venció a la tuberculosis. La enfermedad le dejó, sin embargo, extensas lesiones y una insuficiencia respiratoria grave que le obligaban a disponer de ventilación artificial. “No podía acostarme a dormir porque me asfixiaba. Yo pasaba toda la noche sentado en una silla, viendo como mi mujer dormía y deseando que amaneciese otro día", recuerda el canario. En 2013, completamente rehabilitado de sus adicciones, Ricardo se sometió con éxito a un trasplante bipulmonar. El hombre todavía no da crédito al pasado que carga a sus espaldas. “Hay gente que cuando me ve no se cree que esté vivo. Me daban por muerto. Pero todo el mundo quiere vivir, y yo también. Con voluntad se supera”, asegura.

Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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