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PALEONTOLOGÍA

Un dinosaurio como un avestruz de 11 metros y 6 toneladas

Dos nuevos esqueletos permiten recomponer el misterioso ‘Deinocheirus’

Ilustración del dinosaurio `Deinocheirus mirificus´.
 michael skrepnick
Ilustración del dinosaurio `Deinocheirus mirificus´. michael skrepnickmichael skrepnick

De aspecto similar al de un avestruz pero de 11 metros de largo y seis toneladas y media de peso, con dos brazos enormes, un pico como de pato, joroba y grandes garras, el Deinocheirus mirificus era un animal singular. Sus descubridores, hace casi medio siglo, lo llamaron precisamente “extraña mano terrible”, y ha sido considerado desde entonces uno de los dinosaurios más enigmáticos dada, además, la escasez de piezas del esqueleto encontradas. Ahora dos nuevos esqueletos descubiertos en Mongolia han permitido describir la anatomía, rasgos de alimentación y ecología de esta especie de hace 70 millones de años, unos cinco millones de años antes de la extinción de los dinosaurios. Está emparentado con el tiranosaurio y el velociraptor. El equipo internacional autor del hallazgo, liderado por el coreano Yuong Nam Lee, presenta en la revista Nature estos nuevos fósiles y la combinación inusual de rasgos del Deinocheirus.

El Deinocheirus mirificus emerge a la luz de la paleontología en 1965, cuando la científica polaca Zofia Kielan-Jaworowska, líder de una expedición conjunta de Polonia y Mongolia en el desierto de Gobi, descubre los primeros restos de Deinocheirus, unos pocos huesos fosilizados entre los que destacaban unas extremidades superiores de 2,4 metros de largo (el récord de longitud de brazo conocida para un animal bípedo), junto con algunas costillas y vertebras. “Pese a ser tan incompletos, los restos eran suficientemente distintivos en tamaño y morfología de otros terópodos para que Kielan-Jaworowska y sus colegas […]propusieran su pertenencia a un nuevo género y especie, Deinocheirus mirificus, o extraña mano horrible”, resume el experto Thomas R. Holtz, de la Universidad de Maryland, en Nature. Pero con tan pocos datos, los paleontólogos lo tenían difícil para encuadrar este dinosaurio en la familia de los terópodos.

De los dos esqueletos descubiertos ahora, uno tiene un brazo un 6% más largo que el descubierto en 1965 y el otro es de inferior tamaño. No solo permiten conocer la morfología del animal, sino que también dan pistas sobre su forma de vida y alimentación. El Deinocheirus, un ornitomimosaurio (lagarto imitadores de aves), con un cráneo de más de un metro de largo, tiene rasgos típicamente asociados al consumo de plantas, pero los científicos explican que han encontrado indicios de restos de peces en el estómago de uno de ellos, por lo que deducen que sería un omnívoro. El hocico alargado y la joroba en la espalda son rasgos ausentes en otras especies emparentadas; la pelvis extendida que soportaría músculos fuertes y los grandes pies indican que era un dinosaurio bípedo, corpulento de movimientos lentos y, en general, parece bien adaptado para vivir en entornos fluviales. La zona de Gobi donde han aparecido los fósiles sería un medio ambiente similar al actual delta del Okavango en África, señala Holtz.

La idea es que el Deinocheirus, compartiendo recursos alimenticios en el hábitat con herbívoros más grandes aún que él, habría tenido una ventaja en esa alimentación más variada de pequeños animales añadidos a la dieta de plantas. “El mosaico de características de […]ornitomimosaurio[/…] y de no […]ornitomimosaurio[/…] en el holotipo [los primeros fósiles descubiertos, en 1965] dificultaron la definición del estatus filogenético del […]Deinocheirus[/…]”, advierten Lee y sus colegas en Nature.

Este equipo, en el marco de la Expedición Internacional Corea-Mongolia de Dinosaurios, descubrió el primer esqueleto de Deinocheirus en 2006 y el segundo en 2009. Juntos permiten recomponer uno prácticamente completo. Pero la búsqueda fue más difícil aún porque los yacimientos habían sido claramente presa del furtivismo. Entonces, en 2011, un científico del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, Pascal Godefroit, alertó a Lee y sus colegas de que había visto varias piezas (un cráneo, un pie y una mano) del animal en una colección privada en Europa; huesos que, como luego se comprobó, efectivamente, encajaban perfectamente con los esqueletos descubiertos por los científicos en el Gobi. Los fósiles fueron devueltos a Mongolia en mayo de este año.

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