"Me hubiera hecho ilusión que la Reina Letizia pirateara mi película"
Carlos Vermut ha logrado con 'Magical girl' algo más que la Concha de Oro de San Sebastián: se ha consagrado como cineasta
Cuentan que ha llegado para salvar el cine español del ostracismo internacional. En San Sebastián, festival donde se ha alzado con la Concha de Plata a mejor director así como la Concha de Oro a la mejor película, algunos de los que entraban a ver su Magical Girl (se estrena este viernes 17 de octubre) aseguraban sentir la misma excitación que sintieron antes de ver títulos clave del boom el cine español de los noventa, como La madre muerta de Juanma Bajo Ulloa o La ardilla roja de Julio Medem. La misma excitación que se suele sentir cuando uno sabe que lo que va a presenciar puede ser harina de otro costal.
En tan solo cuatro años este madrileño de 34 ha pasado de llevarse el premio gordo de Notodofilmfest con su primer corto, Maquetas, a estrenar en Internet una celebrada ópera prima Diamond flash, a acabar alzando la Concha de Oro de San Sebastián. Ahora, con este inquietante y sugestivo film noir que es Magical girl, Carlos Vermut se haya en pleno torbellino de celebridad. “tras el subidón inicial del premio ahora estoy con el bajón anímico que siempre viene después…", confiesa. "Pero con ganas de seguir”.
Hablamos mucho de los políticos, pero el cine al final hay que hacerlo para el público. Este año taqulla y calidad están yendo de la mano
Magical girl causa sensación ahí donde pasa. ¿Entiende él por qué? “Es el año de la reconciliación del cine español con el público", aduce. "Hablamos mucho de los políticos, pero el cine al final hay que hacerlo para el público. Este año taqulla y calidad están yendo de la mano”. Y prosigue zafándose de hablar de los méritos de su película par ahondar en el excelente año que está teniendo el cine patrio: “Yo creo que es posible que a mucha gente le guste ver también películas que se centren más en los personajes que en la trama. Un cine que coloque más el foco en las atmósferas, en lo visual, las sensaciones… Es cierto que pueden parecer películas complicadas en un principio, pero son historias que te adentran en un mundo extraño, que te hacen sentir de un modo más irracional. Yo apuesto por este tipo de cine que, al fin y al cabo, es el que más me llama como espectador”.
Le comentamos que la Reina Letizia es una de esas espectadoras dispuestas a entrar en el universo de Vermut; hace un par de meses se descargó Diamond Flash. “¿Ilegalmente?”, pregunta interesadísimo. Respondemos que indudablemente no. “Qué pena, me hubiese hecho más ilusión que se la hubiera descargado ilegalmente… pero bueno, me alegro de todos modos. Me encanta. Siempre agrada que a la gente le gusten tus películas, sean o no sean reinas”.
Le comentamos que hace un par de meses la Reina Letizia se descargó Diamond Flash. “¿Ilegalmente?”, pregunta interesadísimo. Respondemos que indudablemente no. “Qué pena, me hubiese hecho más ilusión que se la hubiera descargado ilegalmente…"
No solo el manga sino muy especialmente el cine japonés supone una de las más abundantes fuentes de referencias de las que bebe Vermut. Directores como Nagisha Oshima, Kaneto Shindo o Hiroshi Teshigahara. “El cine japonés es lo que no se puede explicar con palabras, se acerca a la realidad de un modo complejo, simbólico. Admiro grandes títulos del cine japonés como La mujer de la arena o La cara de otro, ambas de Teshigahara. Japón es un pueblo que no está acostumbrado a mostrar sus sentimientos, o al menos no cómo estamos habituados a hacerlo en España. Esa introspección hace que tengan un mundo interior muy desarrollado, que muchas veces narren desde la abstracción y esa abstracción para mi es la magia del cine”. Una abstracción que pisa la realidad o, según se mire, una realidad, la de su cine, que alcanza cotas de noble surrealismo español. “Yo diría que hago un cine muy real, muy a pie de suelo, aunque a veces pueda parecer alejado de este, pero es que la realidad casi siempre es así de tremenda. El surrealismo es precisamente eso, es tan real que está por encima de lo real”.
El surrealismo no quita, en este caso, la trama. "Yo hago películas de misterio. Eso es así", salta Vermut. "No sé si hago cine negro, o thrillers, pero lo que sí sé que hago son películas de misterio. El misterio es una de las cosas más maravillosas de la vida. Los humanos buscamos el misterio en un mundo cada vez menos misterioso gracias a la ciencia. Existen pocos lugares en el planeta Tierra que no haya visitado el hombre. El misterio está cada vez más fuera del mundo y más dentro de nosotros mismos. Me gusta que el espectador bucee dentro de su propio misterio y de su propia condición. Los misterios que están a la vuelta de la esquina”.
Yo diría que hago un cine muy real, muy a pie de suelo, aunque a veces pueda parecer alejado de este, pero es que la realidad casi siempre es así de tremenda. El surrealismo es precisamente eso, es tan real que está por encima de lo real
Los muertos también. En esta película se vive la influencia de aquellos autores –Luis Buñuel a la cabeza– que Vermut querría tener como amigos. Entre los vivos, Pedro Almodóvar y Carlos Saura, aunque Magical girl también recuerde a las primeras películas de Bigas Luna, especialmente a Caniche y Bilbao. “Me gusta mucho Luna, pero creo que él y yo tenemos una relación diferente con el sexo. Yo soy menos de mostrarlo, no tengo nada en contra de lo explícito, pero los cierto es que prefiero que algunas cosas, entre ellas el sexo, sigan siendo un enigma” La elipsis es, de hecho, una de las indiscutibles divas del cine vermutiano. “Siempre es más interesante como espectador lo que no ves, participar en aquello que estás viendo a través de tu imaginación. Es una apuesta difícil, pues sabes de antemano que hay muchos espectadores que no van a entrar en tu juego, pero sabes también que aquellos que entren van a llegar hasta el final. Como narrador y espectador me fascina dejar y que me dejen cabos sueltos, tener que completar la película en tu cabeza, hasta quizá días después de haberla visto. Ver la punta del iceberg y tener imaginar lo que hay debajo”.
Y entre el horror moral, inesperadamente, surge la risa… “En la vida ocurre constantemente. En los momentos más trágicos siempre salta la risa. Me encanta el humor negro, la risa culpable. Lars Von Trier es un maestro en ello. Recuerdo cuando vi el final de Los Idiotas, o el final de Nymphomaniac, que mi novia y yo nos levantamos y nos abrazamos como si fuese aquello un partido de fútbol”. Precisamente Magical girl muestra ese perverso juego de poder y dominación que ya mostraba Lars Von Trier en Dogville; ese momento en el que una persona se aprovecha de la situación de otra para dominarla bajo su yugo.
¿Ha hecho Vermut algo así en su vida? “Sí", confiesa. "Sé que suena fatal, pero ha ocurrido. En ese momento no lo haces tan conscientemente, simplemente crees que es legítimo, que es lo más terrorífico de todo. Uno intenta no abusar, pero el abuso de poder es un sentimiento muy humano y que, no obstante, incomoda mucho ver en cine. Esa maldad cotidiana con la que todos nos vemos reflejados… Hay que gente que va a ver una película de Haneke porque le gusta mirarse al espejo y verse reflejado y luego hay gente que no lo soporta y se sale del cine. Enfrentarse a lo que no queremos ver de nosotros mismos es algo muy personal”.
Existen pocos lugares en el planeta Tierra que no haya visitado el hombre. El misterio está cada vez más fuera del mundo y más dentro de nosotros mismos. Me gusta que el espectador bucee dentro de su propio misterio y de su propia condición. Los misterios que están a la vuelta de la esquina
De hecho, lo que Carlos Vermut hace con la actriz Bárbara Lennie en Magical girl se acerca suntuosamente a lo que hizo Haneke con Isabelle Huppert, o Antonioni con Monica Vitti; ese abrumador espectáculo de confianza plena de una actriz hacia su director que es como encontrar una gema en un barrizal… “Bárbara y yo tenemos el mismo sentido del humor. La primera reunión fue para tomar unas cervezas y estando con ella, de repente, por teléfono me dieron una noticia terrible y me entró la risa nerviosa y ella empezó a reír también. Ahí me di cuenta de que íbamos a comunicarnos bien. En el rodaje lo hemos pasado estupendamente, nos hemos reído mucho, pese a que lo que ocurría en la película era muy duro. Salíamos mucho a fumar… No comparto este mito de los directores machaca-actores. Sacas mucho más de un actor dándole amor que machacándole. Hemos trabajado desde la contención, que es algo que da mucho más miedo que la histeria”.
Carlos Vermut fue dibujante de cómics antes de ser cineasta. Cura antes que fraile. “Los comics que más me gustan son los que no pueden ser películas, pero ya que van a hacer todas las películas de Marvel, pues que hagan ya Alpha Flight, de John Byrne, que es un grupo de superhéroes pero que dos de ellos son hermanos gemelos y uno es gay y coge sida, todo esto en los setenta, uno domina a otro y tiene que controlar su ira porque es peor que Hulk… en fin, me encantaría ver eso. Si me lo propusiesen iría a Hollywood a hacerla sin pensarlo. Me ha encantado lo que James Gunn, que es un director que viene de la Troma y de hacer películas medio porno, ha hecho con Guardianes de la Galaxia”. Pero la próxima película de Vermut será otra bien distinta. Nadie quiso producir la primera, Diamond Flash, pero a la tercera no le van a faltar novios. “Mi próxima película tratará sobre el mundo del corazón, quiero indagar en los sótanos de la prensa rosa, cómo la gente se agarra a la fama, los juegos de poder, cómo alguien que lo fue todo de repente ya no es nadie. Me interesa mirar hacia ahí sin hacer parodia”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.