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Agujetas, retrato robot. ¿De verdad tienen remedio?

Que el agua con azúcar alivia el daño muscular se ha demostrado falso. ¿Qué nos queda entonces a los que hacemos ejercicio de manera ocasional?

“¡Tápate bien la boca, que te vas a constipar!”, “Ni se te ocurra bañarte antes de hacer la digestión, que se te corta”, “No te tragues el chicle, que se te pega en el estómago”… Nuestra infancia ha estado llena de mitos y leyendas relacionadas con la salud. Y algunas persisten en nuestra vida adulta. ¿Por ejemplo? Que tomar agua con azúcar es un remedio infalible contra las agujetas. Sin embargo, aunque ya no hagamos el pino-puente como cuando éramos niños, practicar cualquier ejercicio –en especial, si no estamos acostumbrados a movernos demasiado– acumula todas las papeletas para que al día siguiente sintamos las mismas molestias que de críos.

Qué son las agujetas: “Se trata de la rotura de microfibrillas musculares producida cuando se realiza un ejercicio superior al que el músculo está preparado para resistir”, explica el doctor Antonio Escribano, especialista en Endocrinología, Nutrición y Medicina Deportiva y asesor de la Federación Española de Fútbol y de Baloncesto. Para el doctor Alfonso del Corral, jefe de la Unidad de Medicina y Traumatología del Deporte del Hospital Ruber Internacional, “además de esa sobrecarga de músculos no acostumbrados al entrenamiento, pueden ser también una acumulación de ácido láctico en la fibra muscular”.

Qué ejercicios las provocan: Si no estamos adecuadamente preparados para practicarlo, cualquier tipo de gimnasia, entrenamiento o deporte puede producirnos esas microroturas que nos harán sentir ligeros pinchazos, incluso en partes de nuestro cuerpo que casi desconocíamos. Ahora bien, entre todos los ejercicios, hay unos que originan más agujetas que el resto, según asegura el doctor Del Corral: se trata de los anaeróbicos, aquellos basados en una actividad de gran intensidad donde el gasto energético se produce en las reservas de los músculos, en vez de usar el oxígeno de la respiración. Por ejemplo, las pesas, los abdominales o las carreras cortas e intensas.

A quiénes afectan: Sea cual sea la fecha de nacimiento y el sexo que aparezca en nuestro pasaporte, las agujetas nos igualan a todos, tal como afirma el doctor Escribano: “Debemos recordar que están relacionadas con una adecuada preparación física y eso no sabe de edad ni de género. Lo que ocurre es que, según cumplimos más años, nos cuesta más estar en forma. En cuanto a que sean más de hombres que de mujeres, tampoco es relevante, aunque la testosterona hace que ellos desarrollen una mayor masa muscular y que sus músculos soporten mejor el esfuerzo”.

Fecha de caducidad: La duración de las agujetas dependerá de la intensidad del entrenamiento y del número de microfibras dañadas. Lo habitual es que se pasen a los tres o cuatro días; seis si son muy intensas.

Remedios que sí funcionan

Digan lo que digan las madres, tomar agua con azúcar no nos salvará de las molestas agujetas. Sin embargo, los consejos que nos dan los doctores Antonio Escribano y Alfonso del Corral, expertos en Medicina Deportiva, sí que nos ayudarán a mantenerlas a raya.

  1. Cuando practicamos algún tipo de deporte o entrenamiento, es mejor comenzar siempre con ejercicios suaves. E ir aumentando la intensidad de manera progresiva.
  2. Una vez que hemos finalizado nuestra sesión para ponernos en forma, no está de más hacer unos cuantos estiramientos, ya que pueden ayudar a que no aparezca ninguna molestia.
  3. Los ejercicios aeróbicos –es decir, los que se basan en actividades de baja intensidad, pero durante periodos de tiempo más largos, como andar, correr, montar en bicicleta, nadar…– son más benévolos que los anaeróbicos (pesas, carreras de fondo, abdominales…).
  4. Puesto que se deben a un sobreesfuerzo, lo más sensato para recuperarse es el reposo. ¡Por fin, los médicos recomiendan el sofaning!
  5. También se alivian practicando más movimiento, porque al seguir ejercitando el músculo afectado, la circulación sanguínea es mayor y se acelera la cicatrización de esas microroturas.
  6. Mantener una alimentación equilibrada, rica en vitaminas, que incluya proteínas, lácteos, hidratos de carbono y, por supuesto, frutas y verduras. Evitar los fritos, las grasas o las chucherías, que llenan pero no alimentan.
  7. Hidratarse adecuadamente porque, si las fibras musculares también lo están, resisten mejor cualquier sobreesfuerzo.
  8. Llevar una vida sana en la que quedan excluidas las bebidas alcohólicas y otras sustancias tóxicas.
  9. Dormir lo suficiente y evitar el estrés, ya que, cuanto más tensos están los músculos, más difícil les resulta soportar un exceso de presión.
  10. Los masajes y friegas son recomendables puesto que movilizan el ácido láctico que aumenta los pinchazos. Eso sí, siempre muy suaves, para que esas pequeñas roturas en las fibras no se acentúen más.
  11. Los geles y pomadas calman las molestias cuando en su fórmula incluyen algún tipo de analgésico.
  12. Un baño templado también ayuda a que los pinchazos pasen. Y si es un baño de contraste frío-calor, mucho mejor.
  13. Aunque el dolor ocasionado por las agujetas no sea insoportable, los más quejicas pueden tomar un ibuprofeno o una aspirina.

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