Un golpe de suerte
Thomas Lyimo, médico de Unicef, se encontró con el pequeño Bhan. Y removió cielo y tierra para encontrar un tratamiento contra la malaria que sufría
Bhan es el hijo de nueve meses de Nyakuoch Keat. Llevaba varios días con fiebre, estaba apático y no respondía a los intentos de su madre de animarlo. Su estado empeoró hasta el punto de que no toleraba ningún alimento y hasta parecía perder la consciencia a ratos.
Parecía haber muy pocas opciones para Bhan y Nyakuoch, que viven en Sudán del Sur, en un grupo de chozas de barro y paja muy alejadas de los servicios sanitarios, incluso cuando no hay guerra abierta, como ocurre ahora. El médico más cercano estaba en el pueblo de Kiech Kuon, a dos horas de camino a través de campos inundados y pantanos. Pero desde que estallaron los combates en diciembre de 2013, la clínica está cerrada, con el personal sanitario huyendo del conflicto y el suministro del Gobierno de medicamentos, equipamiento y salarios extinguiéndose.
Pero Bhan tuvo suerte. Thomas Lyimo, especialista en salud y médico que trabaja con UNICEF, estaba en Kiech Kuon estos últimos 10 días como parte de una misión de varias agencias para proporcionar ayuda urgente. Esta misión forma parte de una serie de operaciones de Naciones Unidas en zonas remotas de Sudán del Sur que durante meses han tenido los servicios básicos fuera de su alcance.
Nyakuoch llegó al centro de salud de Kiech Kuon poco antes del amanecer, después de caminar durante dos horas desde su casa la noche anterior y de dormir en una choza abandonada. Thomas y el equipo estaban acampados en el centro de salud para llevar a cabo su misión dentro del llamado Mecanismo de Respuesta Rápida.
"Iba a ducharme cuando un compañero dijo que un bebé enfermo había llegado a primera hora de la mañana", explica Thomas, de 38 años. "El niño ya tenía fiebre muy alta, había estado vomitando casi todo lo que comía y calculamos que tendría 39 o 40 grados de fiebre, aunque no teníamos ningún termómetro para confirmarlo". De hecho, no había manera de que Thomas pudiera hacer nada más que un diagnóstico muy básico, y creyó que era malaria en un estado grave.
"El problema es que, desde que comenzó el conflicto, no hay estructura para poder prestar asistencia; no hay trabajadores sanitarios, ni suministros ni equipamiento", dice. "Es muy doloroso, sobre todo cuando se trata de niños, porque para hacer diagnósticos adecuados tienes que poder hacer algunas pruebas, pero en estas zonas remotas no tienes instalaciones para eso. Para tratar a un niño necesitas medicinas y, aquí, no hay". "Se hace muy difícil tomar una decisión sobre cómo puedes ser capaz de ayudar, si es que se puede", añade el sanitario.
No hay estructura para prestar asistencia; no hay trabajadores sanitarios, ni suministros ni equipamiento
Pero como médico y como trabajador sanitario de UNICEF, Thomas no podía abandonar a Bhan a su suerte. "Podría significar, en última instancia, que moriría", asegura. Aunque UNICEF no suele tratar directamente a los enfermos, él dio el paso para salvar la vida del bebé. Se abrió camino en el equipo de UNICEF y del Programa Mundial de Alimentos en Kiech Kuon para pedir un tipo de tratamiento específico contra la malaria que podría ayudar a salvar la vida de Bhan. Encontró una dosis para adultos, que no era lo ideal, pero era algo.
"Vine hasta aquí porque sabía que estaban estas personas de Naciones Unidas, de lo contrario me habría quedado en casa, ya que sé que esta clínica está cerrada", afirma Nyakuoch. "Habitualmente no hay a donde ir, quién sabe lo que habría pasado con mi bebé. Estoy muy, muy feliz de que este médico estuviera aquí. Somos afortunados, gracias a Dios".
Para Thomas, dar un paso más —o un kilómetro más— es lo que marca el verdadero compromiso de ayudar a las personas que están sufriendo. "Creo que ser un trabajador de Naciones Unidas tiene que ver con acciones humanitarias", cuenta. "No se trata sólo de sentarse en una mesa haciendo incidencia política, apoyando a un gobierno o a otros aliados para encontrar evidencias y mejorar estrategias, planes, directrices... cosas así. También se trata de prestar servicios, especialmente a los más desfavorecidos y, sobre todo, en un contexto como éste, de conflicto, donde las personas viven desplazadas y no tienen nada porque la guerra ha empeorado su situación de pobreza. Hay mucho que hacer y hay cosas que deben hacerse justo aquí, en el terreno, no solo en el ámbito de la política. Siento que puedo ser parte de eso".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Sudán del Sur
- Malaria
- Desnutrición
- Seguridad alimentaria
- Enfermedades olvidadas
- África subsahariana
- Hambre
- Enfermedades tropicales
- Nutrición
- África
- Control calidad
- Cuidado corporal
- Guerra
- Problemas sociales
- Enfermedades infecciosas
- Bienestar
- Conflictos
- Enfermedades
- Estilo vida
- Sociedad
- Medicina
- Bienes consumo
- Salud
- Comercio
- Planeta Futuro