La voz de las víctimas
El testimonio de 50 años de guerra irrumpe en el diálogo entre las FARC y el Gobierno colombiano
La presencia e intervención de una representación de las víctimas de la guerrilla colombiana en las conversaciones que mantienen en La Habana el Gobierno de Bogotá y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) constituye un paso de gran significación en las negociaciones que pretenden acabar con el conflicto armado más antiguo de América Latina. La reparación a las víctimas es uno de los puntos más espinosos en el diálogo con la guerrilla y genera a la vez una intensa división en la sociedad colombiana.
Durante diez horas largas los jefes guerrilleros han tenido que escuchar cara a cara los relatos de quienes sufrieron la violencia en carne propia o perdieron a sus familiares en acciones de las FARC. Y no solo eso. Hasta ahora quienes se sentaban frente a los líderes de la guerrilla en la mesa de negociaciones eran representantes del Gobierno colombiano, a quienes las FARC consideran una entidad hostil, pero en esta ocasión los que han hablado han sido ciudadanos del mismo pueblo colombiano en nombre del cual las FARC se alzaron en armas hace 50 años contra el Estado, con un sangriento balance de 222.000 muertos y seis millones de víctimas.
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La intervención de las víctimas es un hecho sin precedentes en conversaciones de este tipo ya que se produce no cuando han culminado las negociaciones sino en pleno proceso. La fuerza moral de quienes han padecido la violencia no será un mero recurso retórico sino un elemento central en la agenda negociadora. Este colectivo ha realizado propuestas concretas y, lo más importante, ambas partes se han comprometido a tenerlas en cuenta.
Con la cautela necesaria en una negociación tan complicada, no cabe sino felicitarse por la decisión de acoger la presencia y las propuestas de las víctimas quienes a su vez han asumido que Colombia se encuentra ante una oportunidad histórica. En el mismo sentido, la justicia colombiana, mediante una sentencia de la Corte Constitucional, ha abierto la puerta para que los guerrilleros se incorporen a la política después de cumplir determinados requisitos entre los que figuran el arrepentimiento y la reparación. Es un espaldarazo a la estrategia del presidente Juan Manuel Santos, que busca medidas concretas que permitan la desmovilización de la guerrilla.
Se trata de dar pasos hacia un gran acuerdo final a pesar de los altibajos que pueda sufrir el proceso. Cuanto más se avance, más difícil será retroceder.
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