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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Leones contra borregos

El alma del Messi alegre y confiado alberga ahora dudas y oscuros temores

SOLEDAD CALÉS

No hay acuerdo entre los exégetas del barcelonismo (casi tan numerosos como los escudriñadores del alma del Real Madrid) sobre los motivos de la frase colgada, blanco sobre negro, por Leo Messi en su cuenta de Instagram. Dice así: A lion doesn’t concern himself with the opinions of a sheep. Que viene a significar “Un león no se preocupa por las opiniones de un borrego”. Hay escribas que aseguran que se trata de una campaña publicitaria; otros sostienen que es un mensaje (despectivo) al juez de Gavà que no quiere archivar la acusación de fraude fiscal. Messi tendrá que declarar por tres presuntos delitos contra las arcas públicas, aunque sea ya el primer contribuyente catalán (no como otros). Y algunos de ERC se preguntan por qué ha puesto la frase en inglés y no en catalán. La frase la pronuncia un personaje, malvado y ladino, de la serie Juego de tronos, llamado Tywin Lanister. Para no atizar el fuego, descartemos que se trate de un desafío al juez. Si ese fuera el caso, Messi, culto anglohablante, le hubiera dedicado el aforismo del gran William Blake: One law for the lion and ox is opression. Esto es, aplicar la misma ley para el león y para el buey es injusto. La misma ley fiscal, se entiende.

A riesgo de que en realidad se trate de una promoción de sus nuevas botas, la frase de Lanister puede interpretarse como un paso más en la mutación del carácter del jugador. Messi era jovial, silencioso, probablemente tímido (eso dicen sus biógrafos) mientras acumuló balones de oro y halagos hiperbólicos. Pero durante la temporada pasada, decepcionante para el Barça y para el astro, Messi mudó a jugador más lento, menos decisivo, cariacontecido, aquejado de extraños mareos y vómitos inexplicados. El alma del muchacho alegre y confiado alberga ahora dudas y oscuros temores. El conflicto con Hacienda está arrastrando a Messi al lado oscuro de la fuerza.

Todo esto es contingente como la propia Juego de tronos. En cuanto Messi vuelva a marcar goles, los columnistas, convertidos en juglares de guardiá canten otra vez al Lionel triomfant y aparezca un nuevo Balón de Oro en el horizonte, la depresión, los estigmas psicosomáticos y las sentencias de monje shaolin desaparecerán como por ensalmo.

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