_
_
_
_
LA PUNTA DE LA LENGUA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El diccionario de La Moncloa

A estas alturas ya sabemos que las palabras del poder no significan lo mismo que las nuestras

Álex Grijelmo

El Gobierno anunció el 20 de junio que va a compensarnos por las subidas fiscales de 2011 y 2012. Y seguramente los ciudadanos que aún creen en las palabras se aprestaron a escuchar los detalles: ¿recibiremos las transferencias enseguida?, ¿nos reclamarán antes las declaraciones de la renta de 2012, 2013 y 2014? O tal vez nos exigirán un documento de antecedentes penales, un certificado de buena conducta... Ya sabemos que el Estado nos pide pureza de sangre cuando paga y que le valemos cualquiera cuando cobra. Pero si se trata de compensarnos por aquellos impuestos incrementados, pelillos a la mar.

Sí, sí, proclamaron que nos van a compensar. Y lo repitieron. Soraya Sáenz de Santamaría: “Después de los esfuerzos realizados por la sociedad española frente a la crisis, se pretende no sólo compensar estos sacrificios” mediante las nuevas medidas, sino también aprobar “una reforma que devuelva el esfuerzo hecho a los ciudadanos”. Y Cristóbal Montoro: “Los españoles van a recibir la compensación del esfuerzo que han hecho”.

Caramba, dijeron todo eso pero pasaban los minutos y los periodistas no preguntaban cómo cobraríamos el exceso pagado. Ni el primero que habló, ni el segundo, ni el tercero...

Termina la rueda de prensa en La Moncloa y nos quedamos sin saberlo. ¿Habremos entendido algo mal? Vayamos al Diccionario. Allí dice: “Compensar: igualar en opuesto sentido el efecto de una cosa con el de otra. Ejemplo: compensar las pérdidas con las ganancias (...). Dar algo o hacer un beneficio en resarcimiento del daño, perjuicio o disgusto que se ha causado”.

Así que “compensar” significa que a uno le resarcen o le igualan en opuesto sentido lo que ha perdido. Y “resarcir” equivale a “indemnizar, reparar, compensar un daño, perjuicio o agravio”.

"Compensar" significa

Por si no hubiéramos entendido el verbo “compensar”, también nos hablaron de “devolver” (“devolver el esfuerzo”). Y ese verbo equivale, diccionario en mano, a “restituir”. ¿Estará la trampa quizás en “restituir”? Pues no, porque significa “volver algo a quien lo tenía antes”.

Nada, no hay escapatoria: el Gobierno está diciendo que nos devolverá el dinero. Ea, que nos compensa y nos resarce. Y lo han pronunciado varias veces. Incluso el vídeo resumen de lamoncloa.gob.es recogía esas frases, repetidas luego durante la semana por otros portavoces del PP.

En fin, hasta aquí la lógica del idioma. A estas alturas ya sabemos casi todos que las palabras del poder no significan lo mismo que las nuestras. “Devolver” o “compensar” han adquirido otros sentidos en el diccionario de los ministros. “Devolver” quiere decir para ellos que te conminan a pagar algo un año, y lo mismo otro, y lo mismo otro, y que al cuarto año te liberan de tal obligación pero se quedan con lo que les diste. Es su forma de devolver.

Y “compensar” viene a suponer que te obligan a calzar unos zapatos dos números por debajo del tuyo para que luego sientas un gran placer al quitártelos.

El diccionario de La Moncloa ofrece otros muchos significados que conviene aprender. Por ejemplo, el del verbo “pedir”. Montoro y Rajoy han dicho varias veces esta semana que su Gobierno “pidió un esfuerzo a los españoles” al adoptar la subida fiscal. “Pedir” significa para la Academia “rogar o demandar a alguien que dé o haga algo, de gracia o de justicia”. Y basta con mirar dentro de la palabra “impuestos” para apreciar que no se piden o se demandan, sino que se exigen. Sin embargo, en el diccionario de La Moncloa los impuestos se piden aunque estemos obligados a abonarlos. Y además no tienen por qué ser “de justicia”: las rentas medias pagarán la reducción fiscal de las rentas más bajas pero también la disminución de las más altas, según han analizado los inspectores de Hacienda; y la indemnización por despido tributará desde ahora; y no se revierte la situación al punto de partida vigente en 2011.

Si seguimos el diccionario de todos, la reforma va a aliviar a algunos, sí. Pero más bien parece como que no compensa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_