Manual de instrucciones para visitar las islas Galápagos
Hay muchos lugares en el mundo para ver fauna salvaje. Pero sólo uno donde esa fauna salvaje no huye del ser humano (o no se abalanza hacia él para comérselo): las islas Galápagos. Cinco millones de años de aislamiento y en ausencia de grandes depredadores transformó a los animales de Galápagos en los más confiados del mundo.
Te puedes tumbar a tomar el sol al lado de un lobo marino de 200 kilos de peso sin que se inmute, te puede pasar una iguana por encima del pie mientras haces fotos del paisaje o te tienes que apartar en un sendero porque un piquero patas azules se ha puesto en medio y no está dispuesto a moverse de su soleado emplazamiento para que tú pases, por más que te acerques a él.
Así son las islas Galápagos, el archipiélago más extraño y singular del mundo. Un auténtico viaje a la prehistoria.
Las islas son tan secas, áridas y carentes de comida que la evolución no dio ninguna chance a los grandes mamíferos. Éste es el reino de los reptiles y de las aves marinas. No me extraña que Charles Darwin alucinara cuando llegó a ellas en 1835. Cualquier viajero sigue alucinando de igual manera hoy, en pleno siglo XXI, ante la singularidad de sus paisajes y sus especies marinas y terrestres.
Acabo de regresar de allíy se me ha ocurrido escribir este post en forma demanual de usopor si te decides a visitar el laboratorio viviente de Darwin. Esto es lo que debes saber antes de viajar a las Galápagos:
Requisitos de entrada
El 97% de la superficie de las islas está declarado parque nacional y tiene unas férreas normas de uso. La dirección del parque establece el número máximo de grupos que pueden estar al mismo tiempo en cada uno de los 70 lugares autorizados para las visitas. Es decir, no puedes moverte por libre; siempre tienes que ir con un guía oficial. Sin embargo en torno a los núcleos habitados de las cuatro islas principales existen lo que se llaman lugares recreacionales -como Bahía Tortuga, en la isla de San Cruz, o el volcán Chico, en la Isabela- a los que sí puedes ir por libre, pero anotando tu nombre en las correspondientes oficinas de los guardaparques. El número máximo de visitantes que admiten las islas son 110.000 al año (aunque esta cifra se va siempre hasta 200.000).
Cómo reservar
Contactas con el hotel o barco que hayas elegido y reservas tu plaza para las fechas deseadas. Luego haces el pre-registroen esta página web, detallando las fechas y dónde te vas a alojar. En un plazo de tiempo recibes un mail autorizándote la entrada a Galápagos.
Tasas
En el aeropuerto de Guayaquil tienes que rellenar la TCT (Tarjeta de Control de Tránsito) que cuesta 10 dólares. Y al llegar a Galápagos tienes que pagar una tasa de entrada de 100$.
Cómo llegar
Hay que llegar a Guayaquil, en la costa continental ecuatoriana, y desde allí tomar un vuelo nacional a Galápagos. Existen tres aeropuertos en las islas: San Cristóbal, Baltra e Isabela. LAN Airlinesofrecevuelos diarios desde Guayaquil a Baltra y San Cristóbal desde 335 euros, ida y vuelta.
Cómo moverte
Solo hay dos formas de explorar Galápagos. Desde tierra, alojándote en algún hotel de una de las cuatro islas habitadas, y desde allí desplazarte por la propia isla o a otras con una agencia de viajes local (recuerda que está prohibido moverse dentro del parque nacional sin guías oficiales). O en un barco que haga recorridos del tipo vida a bordo. Ésta segunda opción no es la más barata pero es la más práctica y la que permite ver más lugares en menos tiempo, muy en especial las islas más remotas y no habitadas.
Yo viajé en La Pinta, uno de los tres barcos de la compañía Metropolitan Touring, que organiza salidas por Galápagos desde 3 hasta 15 días, con todo incluido menos las bebidas.
Mejor época
Hay dos recomendables: mayo y junio, un periodo de transición entre las dos estaciones en el que empieza la temporada de reproducción para la vida marina. Y noviembre-diciembre, coincidiendo con la época de cortejo de las aves marinas y cuando, gracias al choque de corrientes, hay más alimento en el océano y por tanto más actividad marina.
LAS ISLAS MÁS RECOMENDABLES
Isabela: es la isla más grande y la de paisajes más sobrecogedores. La más indicada también como base para quien va a hacer island hoping (saltos de una isla a otra con alojamiento en tierra). Isabela es una isla muy joven que muestra aún los volcanes de escudo (tipo hawaiano) con sus edificios volcánicos intactos. Los paisajes más espectaculares están en la costa oeste, en el canal de Bolívar. En ella vive el único cormorán no volador del mundo, capaz de bucear hasta 80 metros de profundidad pero incapaz de remontar el vuelo. También vive aquí la comunidad de pingüinos más grande de Galápagos. Los alojamientos y servicios turísticos (agencias, centros de buceo, etc.) están en Puerto Villamil. Tiene 7 kilómetros de playas de arena blanca repobladas con palmeras.
Floreana: una buena isla para quien quiera practicar el buceo y el snorkel. Cuenta con bellos paisajes volcánicos en la cumbre y una laguna con una colonia de flamencos. Vida tranquila y sosegada: apenas viven 200 personas y solo hay tres o cuatro alojamientos en la isla.
San Cristóbal: En ella está Puerto Baquerizo Moreno, la capital de las islas, que es una ciudad un poco más auténtica y relajada que Puerto Ayora. En él hay todo tipo de alojamientos y servicios. A las afueras del pueblo se construyó un centro de interpretación muy moderno y bien equipado que merece la pena visitar para conocer más sobre el archipiélago. Allí mismo empieza un sendero bien pavimentado que sube hasta el mirador de Cerro Tijerita y luego llega a playa Baquerizo, la bahía donde atracó por primera vez el HMS Beagle y donde Darwin puso por primera vez pie en las Galápagos. Una estatua recuerda este hecho. Otras zonas de interés son Punta Pitt, el extremo oriental de la isla y de todo el archipiélago, con una playa frecuentada por machos solteros de lobo marino y un sendero que sube hasta unos nidos de piqueros pata roja; es un buen lugar para hacer snorkel con lobos. Otro lugar de interés: Cerro Brujo, formado por gigantescos acantilados de lava que se recorren en lancha zodiac. Junto al cerro se abre otra de las playas más bonitas de Galápagos, con una arena blanca coralina que tuvo que venir de muy lejos (en estas islas no hay coral).
Española: es la isla más al sur y una visita imprescindible en todo viaje por Galápagos. Está deshabitada por lo que hay que ir en un barco de vida a bordo o contratar alguna excursión desde San Cristóbal. Al ser la más meridional es la primera que recibe la corriente de Humboldt lo que la hace muy rica en plancton y comida. Por eso tiene grandes colonias de aves marinas: piqueros de varios tipos, cormoranes, fragatas, gaviotas… Está llena de iguanas marinas, que sestean indolentes en mitad del muelle de atraque, sin importarle si pasas a centímetros de ellas, o en las negras rocas volcánicas de la costa. Es la foto típica de las islas Galápagos. Un sendero autorizado por el parque permite recorrer buena parte de la isla.
Santa Cruz: el aeropuerto de Baltra, construido en un islote vecino, es uno de los que más vuelos recibe por lo que Santa Cruz es visita obligada para muchos viajeros. No es la isla más espectacular, pero sí tiene algunos lugares de interés. Por ejemplo el centro de cría de galápagos gigantes en cautividad que hay junto a la Estación Científica Charles Darwin, a las afueras de Punta Ayora. Es uno de los tres (los otros están en Isabel y San Cristóbal) que han permitido la recuperación de 10 de las 14 especies de tortugas que había en las islas antes de que la matanza indiscriminada del siglo XIX casi acabara con ellas. Aquí vivía el legendario Solitario George (el último ejemplar de tortuga de la isla Pinta, que murió en 2012 sin dejar descendencia) y aquí vive Diego, la tortuga gigante más longeva que ahora mismo se conoce y que permitió recuperar la especie de la isla Española (puedes ver la historia de Diego en este otro post). En Santa Cruz está Puerto Ayora, la mayor concentración humana de Galápagos (30.000 habitantes), con todo tipo de servicios turísticos. En la parte alta de la isla, cubierta por un bosque espectral de guayabillos que crecen gracias al agua de lluvia y a la garúa, viven y se pueden ver aún galápagos gigantes en libertad. También hay varias fincas que permiten visitar tubos de lava. La playa más recomendable queda a media hora en coche de Puerto Ayora.
Bartolomé: no está habitada por lo que hay que llegar en barco. Tiene maravillosos e inalterados paisajes volcánicos y un sendero habilitado por el parque para ver fauna y cráteres de volcanes. Pero lo que ha hecho famosa a la isla es una postal, otra de esas imágenes icónicas de Galápagos: la del Pináculo, restos de un viejo cono eruptivo que emerge en forma puntiaguda junto a su costa. Una imagen que hemos visto en infinidad de reportajes y en algunas películas (entre ellas, en Master and Commander). Está autorizado el baño y el snorkel en la cala del Pináculo, donde hay posibilidad de ver lobos y pingüinos.
Texto y fotos ©Paco Nadal
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.