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Chris Pine, un purasangre de Hollywood

“He aprendido a no tomarme las cosas muy en serio. Hay demasiado que no puedes controlar en este negocio”

Elisabet Sans
Brigitte Lacombe ha sido la encargada de fotografiar al actor como la nueva imagen de la fragancia Armani Code.
Brigitte Lacombe ha sido la encargada de fotografiar al actor como la nueva imagen de la fragancia Armani Code.

Chris Pine sabe lo que supone ser actor en la meca del cine. Además de ser uno de los pocos en tener Los Ángeles como lugar de nacimiento, su padre, Robert Pine, acumula en su filmografía casi 200 títulos, y su madre es la actriz Gwynne Gilford. También sus abuelos maternos trabajaron en la industria, ella como intérprete y él como abogado. “Mucha gente viene a Hollywood con sueños románticos de cómo les irán las cosas. Yo siempre he vivido aquí rodeado de una familia vinculada con el cine, así que para mí es solo un trabajo”, relativiza. Cumplida una década en la profesión, su papel como Capitán Kirk en la nueva saga de Star Trek lanzó su carrera en 2009, y desde entonces no ha parado. Es más, en los próximos meses puede que alguien incluso se harte de ver su bonito rostro.

Stretch, la secuela de Cómo acabar con tu jefe, el musical Into the woods y Z for Zachariah son las cuatro películas que Pine tiene pendientes de estreno. Y a partir del próximo otoño aparecerá en televisión, revistas y marquesinas como la cara de la nueva campaña de Armani Code, la primera vez en sus 10 años de historia que la fragancia escoge a un actor de Hollywood como imagen. “No sé si es un signo de que mi carrera se va consolidando. Con fortuna, significará que estoy haciendo algo bien. En cualquier caso es una oportunidad magnífica para mí, me gusta trabajar en cosas que no conozco, como la moda y los perfumes”. El actor, de 33 años, se confiesa tímido ante decenas de periodistas y varios retratos suyos enormes colgados de las paredes de una de las salas de la Galería Saatchi en el londinense barrio de Chelsea. Por ello cuenta que su reacción ante la posibilidad de su primer trabajo como modelo fue reírse al imaginar su fotografía en todos los aeropuertos.

Tras la rueda de prensa desaparece la imagen de chico Armani, ese hombre que desprende sensualidad y seguridad con un impecable traje oscuro, y revela a la estrella que se siente más cómodo con vaqueros y camiseta. El cambio de ropa no parece ayudarle mucho a ganar soltura para afrontar un cara a cara. Tras un cordial saludo mientras alcanza una tabla de quesos para saciar su hambre entre periodista y periodista, se muestra parco en palabras: nueve preguntas en 10 minutos.

“Me río mucho de la fama y no me la tomo muy en serio. No me gustan los paparazis. Pero es parte del trabajo. Puedes luchar contra ello o aceptarlo siempre que no se rompan ciertos límites. Solo intento proteger mi intimidad tanto como puedo”. Quizá ese sea uno de los motivos por los que no tiene perfil en ninguna red social. No le interesan: “Solo me gusta Instagram, porque me encanta la fotografía. Pero paso tanto tiempo pegado al teléfono que no me puedo imaginar pasar aún más rato para hacer otras cosas”. Una tampoco lo cree dispuesto a colgar selfies en la Red cuando más tarde asegura que le resulta difícil ver sus actuaciones en pantalla: “Soy crítico como todo el mundo. No lo paso muy bien y me parece duro, pero es bueno verse para saber qué funciona y qué no”.

En alguna ocasión ha reconocido creer en la suerte, el destino y el karma. Y la suerte, y quizá el destino, transformó su vida. Tras graduarse en la Universidad de Berkeley y creer que no iba a tener suerte con la interpretación, decidió trasladarse a Nueva York para cambiar su rumbo. Con los billetes comprados, un sitio donde quedarse en Manhattan y las maletas hechas, justo una semana antes de la mudanza le llegaron tres ofertas. Entre ellas, su primer papel en una película, Princesa por sorpresa 2 (2004), donde tenía que enamorar a una Anne Hathaway todavía poco conocida.

El intérprete estadounidense caracterizado como Capitán Kirk en la primera entrega de la nueva saga Star Trek, de J. J. Abrams (2009).
El intérprete estadounidense caracterizado como Capitán Kirk en la primera entrega de la nueva saga Star Trek, de J. J. Abrams (2009).ALBUM

Aunque Pine consiguió su primer papel en 2003 en la serie Urgencias, año en el que también hizo sus pinitos en El guardián y CSI Miami, este enamorado de Breaking bad y House of cards –y a la búsqueda de engancharse a una nueva serie, “quizá Juego de tronos”– por ahora no tiene proyectos en la pequeña pantalla. Si bien es consciente de que la televisión vive una época dorada. “Algunas de las mejores historias se cuentan allí, y algunos de los mejores actores, directores y escritores están allí porque creo que encuentran mucha más libertad para trabajar. Y te puedes garantizar el lujo de trabajar de manera continuada, que en el cine es más complicado”, reconoce. Ahora está centrado en su carrera cinematográfica, y en los próximos meses aparecerá en pantalla junto a actores de la talla de Meryl Streep, Johnny Depp, Kevin Spacey o Chiwetel Ejiofor.

Más de diez años de carrera en los que, a pesar de no ser el blanco de todos los gritos de una alfombra roja –a excepción de los de sus seguidores, autodenominados Pine Nuts–, su vida personal y profesional ha cambiado “tremendamente”, asegura. “Como actor he aprendido a no meterme tanta presión ni a tomarme las cosas muy en serio porque hay demasiado que no puedes controlar en este negocio. He aprendido a disfrutar. Cuanto más haces, más aprendes de ti mismo, y cuanto más aprendes de ti, más aportas a tu trabajo”, cuenta con su tono grave y pausado. Así que con esa filosofía, ni hablar de vacaciones. Este verano tiene un nuevo rodaje, y luego intentará meterse en dos proyectos el año que viene. Y aunque se defina serio por naturaleza, y lo demuestre, quiere hacer más comedia.

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Sobre la firma

Elisabet Sans
Responsable del suplemento El Viajero, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en secciones como El País Semanal, el suplemento Revista Sábado y en Gente y Estilo. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Ramón Llull de Barcelona y máster de Periodismo EL PAÍS.

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