Fronteras contra el hambre
Esas autoridades responsables de nuestras valladas fronteras del norte de África advierten de que los allí encaramados con frecuencia son cada vez más violentos, simulan sus heridas, fingen desfallecer, agreden con palos y piedras... A ver si entra en la mollera de las ONG y de quien no entienda los desvelos del Ministerio del Interior que es proporcionado que la guardia fronteriza se defienda de un posible inmigrante que enarbola la llama de un mechero, disparándole con un extintor de incendios. ¿No es una excelente muestra del celo disuasorio que ponen esas autoridades tan poco apreciadas, mientras lo dan todo por la seguridad de Europa? Pues el ministro encontrará soporte jurídico para cada una de las acciones de seguridad (gas pimienta, expulsar...) bajo sospecha en dichas fronteras, según información contrastada. También radio macuto Gurugú y Tarajal informa de que los subsaharianos acuerdan no fingir ni agredir y esforzarse en pasar desapercibidos para tampoco restar brillo a la marca España. Ya preparan sigilosos el día, hora y estrategia del próximo salto: lamentan no poder sobrevolar las vallas ni las fronteras contra su hambre.— Gaspar García Fernández. Madrid.
Las cadenasde televisión están repitiendo, una y otra vez las imágenes de los últimos asaltos a la valla de Melilla. Históricamente, nunca habíamos visto unas imágenes como esas en ninguna de las fronteras “calientes” que existen en el mundo. Esas masas de personas, de varios cientos o quizá miles, acercándose a una valla metálica de altura considerable, y una vez al pie de la misma trepar por ella y quedarse en la parte alta, debido a que las fuerzas de la Guardia Civil les impiden, con procedimientos insólitos, descender al lado español, es un espectáculo lamentable. Lo último que se ha visto es a un guardia civil rociando con un extintor contraincendios a uno de los asaltantes. La sensación que produce todo esto es de vergüenza. Vergüenza por los países donde se desarrollan estos hechos, España y Marruecos, y vergüenza por la civilización occidental que es incapaz de tomar la iniciativa en un asunto que afecta a los habitantes de dos continentes, el mundo feliz, Europa y el malpaís, África. Resolver esta desgracia debe ser una prioridad de la UE, pues es la credibilidad de sus valores y su cultura lo que está en juego.— Alberto Fernández.
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