Un minuto de silencio por Costa de Marfil
Hay aniversarios y recuerdos que quedan sepultados bajo otros aniversarios y otras historias que nos conmueven. Así sucede especialmente en lo que se refiere a los medios de comunicación, la opinión pública, la memoria colectiva de nuestro planeta. En este mes nos centramos en el recuerdo de los 20 años transcurridos desde el genocidio en Ruanda, una auténtica tragedia que conmocionó al mundo y que hoy tapa otros genocidios más "pequeños", otras historias menos conocidas y quizás menos cruentas pero que también tuvieron y tienen lugar en suelo africano y marcan las vidas de muchas personas.
La tragedia tutsi eclipsa al conflicto que desangra lentamente la República Centroafricana o al aniversario de la intervención armada de la fuerza francesa Licorne y la misión de la ONU en Costa de Marfil, que tuvo lugar hace justamente tres años y que resultó en el bombardeo inmisericorde de la capital económica del país, Abiyán, durante una eterna semana antes del final de su crisis post-electoral.
"En el colegio, aprendí que este país fue una vez colonia francesa, aprendí que es el primer productor de cacao del mundo, aprendí que su primer presidente fue Félix Houphouët Boigny... Aprendí muchas cosas útiles e inútiles también... pero sobre todo aprendí que, el 7 de agosto de 1960, este país consiguió su independencia... Independencia...".
Quien así habla es el realizador marfileño Armand Breh (Krindjabo, Costa de Marfil, 1988), guionista y director de Un minuto de silencio, la primera película sobre las víctimas de la crisis post-electoral marfileña. Fue concebida con el comienzo de los bombardeos franceses y de la ONU sobre Abiyán: el calendario marcaba el 4 de abril de 2011, cuatro meses y cuatro días después de la segunda vuelta de las elecciones de 2010, que acabaron en un baño de sangre. Armand explica que la idea de la película, un cortometraje que no llega a los 18 minutos, surgió en la puerta de la casa de un amigo. Allí observó con sus propios ojos cómo uno de los helicópteros militares de la misión de la ONU, un MI-24, bombardeaba un campo militar situado en plena ciudad y habitado por militares y sus familias, Akouedo.
"Los hechos fueron poco tratados en los medios internacionales en aquel momento y caen, día a día, en la amnesia internacional -señala Armand Breh- ¿Quién sabe? Un día, enseñarán a mis hijos en el colegio cosas útiles e inútiles y puede que no se mencione jamás ese episodio de la historia de este país. Mientras tanto, tengo la suerte de ejercer un oficio que me permite dejar huellas... y voy a aprovecharme de ello".
Un minuto de silencio es para su director y guionista un desahogo, una manera de sanación. También un deber de memoria a fin de que no se olviden los días en los que, ante la indiferencia y la incomprensión del resto del mundo, los civiles marfileños sufrieron el bloqueo de medicamentos, el hambre, la sed y un fuego cruzado que acabó con muchas vidas. Armand Breh no intenta explicar lo que pasó. Simplemente ofrece un pequeño homenaje a los marfileños, atacados en su propio país y representados por un joven vecino de Abiyán, Innocent, un chico mudo que sale de casa a buscar alimentos y que muere, en la flor de la vida, por culpa de una bala perdida.
Armand afirma en facebook que es consciente de que la historia puede ser manipulada y reescrita con el tiempo y de que el olvido es largo, como decía Neruda. Por eso, a partir del 4 de abril de 2011, empezó a grabar imágenes de lo que pasaba en las calles de Abiyán, que luego utilizaría para mezclarlas con la historia de ficción de Innocent. Los muertos sobre el asfalto, abandonados bajo el sol o la lluvia, las barricadas, los cajeros destripados, las tiendas saqueadas, los impactos de balas, morteros y misiles.
Al año siguiente, pudo comenzar a embarcar a gente en su proyecto. Primero, con una tentativa de crowdfunding en la que recibió apoyos como los de Théophile Kouamouo o Edith Brou. Después, en el proceso creativo en sí, autofinanciado y casi infinito, con colaboraciones como los diálogos de Yehni Djidji o el storyboard de Roland Polman, la banda sonora de Youssoupha y las intervenciones de actores aficionados y profesionales, como Guy Kalou. Entre otras cosas.
Armand Breh aprovecha su corto para guiñar un ojo amable a #CivSocial, la iniciativa de internautas de la sociedad civil que auxilió a la población, en la medida de sus posibilidades, durante la crisis. Con cierta amargura, recuerda que hubo gente entre los propios marfileños que apoyó los bombardeos a su país, aunque las bombas no distingan afiliaciones políticas ni etnias.
También precisa que se desconoce el número de muertos ocasionados por Francia y la ONU en Costa de Marfil y, de nuevo, apunta que las guerras truncan vidas y proyectos vitales y que ocasionan un enorme sufrimiento en la población y un trauma nacional, sea cual sea el número final de víctimas mortales. Su corto, desde la denuncia y la reivindicación de la memoria, es también una llamada a la paz y la reconciliación.
Más información:
"Une minute de silence", premier film en hommage aux victimes de la crise
1 minute de Silence sur le 4 avril 2011
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