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Tribuna
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España, ¿hay alguien ahí?

El problema es que se actúa como si el país fuera solo la suma de 17 porciones aisladas

Hace unos años, siendo presidente de la Junta de Extremadura, con ocasión de un debate de presidentes autonómicos en el seno de la Comisión General de las Autonomías del Senado, afirmé que no me preocupaba tanto lo que dijeran quienes se consideran nacionalistas, sino los que sin serlo practicaban con frecuencia un discurso muy parecido. Para un nacionalista hablar de las diferencias es algo que va de suyo, es su razón de ser, incluso de existir. Y de paso la forma de obtener un puñado de euros más. Pero para los que no lo son, empeñarse en poner encima de la mesa debates igualmente identitarios en busca de otro puñado, en este caso de votos, tiene aun más peligro.

Por eso mi pregunta a España. Porque no sé si sigue habiendo alguien ahí. Quien me conoce sabe que no tengo nada que ver con concepciones uniformes y uniformadas de nuestro país, que admiro su diversidad, pluralidad, lenguas y culturas. Pero creo sinceramente que se actúa como si España fuera la mera suma aritmética de 17 porciones más dos ciudades autónomas.

En los últimos días hemos dado un claro paso al frente en el camino que nos conduce a ninguna parte. Hace meses en Granada, los secretarios generales de mi partido llegamos a la conclusión de que solamente hay uno, que es la reforma constitucional. Y lo hicimos porque siendo un partido diverso y plural como la España que llevamos en nuestras siglas, tenemos la sensación de que españoles y extremeños, catalanes, madrileños o murcianos, recuerdo que se puede cambiar el orden de los apellidos si uno quiere, hemos entrado en una vía que pone “carretera cortada por obras”. Y lo peor es que no vemos a nadie trabajando en ella para abrir el paso, con lo que el atasco que se puede producir es monumental.

Tenemos la sensación
de que  entramos en una vía que pone “carretera cortada por obras”

Hace cinco años le propuse al presidente Zapatero y a mi partido una idea. Se trataba de crear una Conferencia de Presidentes autonómicos sin el Gobierno de España. Un espacio donde poder hablar, discutir, debatir y acordar. No para ser un lobby autonómico, sino que fuera el lugar al que el Gobierno de España remitiera determinadas propuestas de acuerdos. Algo así como, “discutan y acuerden entre ustedes, que luego hablamos”. No me dijo que no y me puse a trabajar en ello con mucho interés. Comprobé que a casi todos los presidentes les pareció una gran idea, porque todos echábamos en falta un sitio para vernos que no sea solamente en el desfile de las Fuerzas Armadas. Pero que contra Madrid se vive mejor, y si puede ser contra algunos más, aún mejor. Ya saben que los más débiles se hacen fuertes dentro, buscando el enemigo exterior.

Pude ver, entonces, que muchos de los que llenaban sus plazas públicas de banderas de España, practicaban el mismo lenguaje de los que las escondían. El agravio como eje central de la relación con España. Y empezó lo que nunca debería haber comenzado. La guerra de guerrillas estadísticas, tirándonos a la cabeza los unos a los otros las balanzas fiscales, las energéticas, las hidráulicas, la contribución al cambio climático…

Y se fue a más, unos se querían quedar con sus impuestos porque eran suyos, otros con los ríos porque también eran suyos. Pero casi nadie se daba cuenta de que a medida que cada uno se quedaba con lo que le venía bien, a España le venía mal porque se estaba quedando sin los instrumentos que permiten cohesionar un país. Algunos recurrimos y ganamos en el Tribunal Constitucional, desde un discurso federal que tiene más que ver con unir y con aunar que con repartirse a trozos un país.

Únicamente puede garantizar la solidaridad quien la representa,
que es España

Ahora llega un capítulo nuevo del proceso. Hay que insistir en que quien únicamente puede garantizar la solidaridad es el que la representa, que es España, por lo que cualquier cosa que la debilite, hace más difícil garantizarla. Están surgiendo “grupos de comunidades autónomas” preparándose para la gran batalla de la financiación autonómica. Baleares, Comunidad Valenciana y región de Murcia por un lado. El consejero de Hacienda de mi tierra diciendo que “nosotros también estamos formando grupo con seis o siete”. Siempre hubo contactos discretos, pero este destape y alineamiento resulta grotesco. Me imagino a Rajoy con los presidentes autonómicos hablando de la financiación. A ver señores, que hable el portavoz del Mediterráneo. A continuación el del Atlántico. Ahora es el turno del de la España interior. Cierra el portavoz del Sur.

Los ciudadanos nos van a decir que “ya basta” de tonterías, mientras millones de personas viven la vida de forma dramática. Queda mucha gente que cree en la política, pero no esta política. Voy a decir algo que siento hace mucho tiempo. Para todos los que piensan que el problema de España se llama Cataluña, lamento decepcionarles. El problema de España se llama España, que la estamos dejando sola.

Un escritor alemán del siglo XVIII, Lichtenberg, sentenció que “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. No la perdamos nunca.

Guillermo Fernández Vara es expresidente de la Junta de Extremadura y secretario general del PSOE en Extremadura.

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