El lado oscuro
La crisis del gobierno navarro está resultando ejemplar en el menos ejemplar de los sentidos
El paisaje de la corrupción se parece cada día más a una barraca de feria. Los trampantojos, las trampillas, las cajas de doble fondo, tan útiles para esconder elefantes como para sacar conejos de las chisteras, se multiplican por doquier. El chivo expiatorio evoluciona más deprisa que la telefonía móvil, hasta el punto de que ya casi nunca es una persona. Para descargar responsabilidades propias sobre hombros ajenos, vale todo. Desde la elevación del amor —que lleva a las mujeres a delinquir sin saber que lo están haciendo, pobrecitas— hasta el lodo de los bajos instintos.
Así, la crisis del Gobierno navarro está resultando ejemplar en el menos ejemplar de los sentidos. Con los datos en la mano, la vicepresidenta y consejera de Hacienda, Lourdes Goicoechea, protagoniza un episodio clásico de tráfico de influencias. Cuando Idoia Nieves, exdirectora de la Agencia Tributaria, confesó que la había presionado para que algunos de sus antiguos clientes fueran exonerados de una inspección fiscal, parecía imposible otra salida que no fuera la dimisión del Gobierno. Es probable que no puedan evitarla, pero el doble fondo ha vuelto a funcionar. Y de donde los magos sacan un conejo blanco, UPN ha sacado a Bildu.
La cuestión ya no es la denuncia de Nieves, el interés de Goicoechea por obtener un trato privilegiado para los antiguos clientes de su asesoría fiscal. Ahora, de lo que se trata es de la avidez del PSOE, dispuesto a pactar con ETA —¿matices?, ¿qué matices?— para robar el poder a los vencedores de las últimas elecciones. A mí me cuesta creer que no les dé vergüenza. Pero me parece aún más lamentable que la imaginación de nuestros políticos nunca esté al servicio del bien común, que consagren su creatividad al perfeccionamiento del juego sucio. Es la demostración más patente de que nos ha tocado vivir en el lado oscuro.
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