Snowden en la UE
El desafío del Parlamento Europeo es síntoma de la desconfianza hacia el espionaje de EE UU
La decisión del Parlamento Europeo de escuchar al exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional Edward Snowden es una vuelta de tuerca más sobre un recurrente motivo de discordia entre Washington y Bruselas: el espionaje. La interceptación de datos por parte estadounidense siempre ha empañado las relaciones bilaterales. Pero el caso Snowden ha elevado aún más la tensión y la Eurocámara vuelve a ser la institución comunitaria más activa al respecto.
Ofrecer tan importante altavoz a uno de los fugitivos más buscados en este momento por la Administración americana no es, a simple vista, el mejor gesto de amistad por parte de la Unión Europea. De ello ha alertado airadamente el congresista Mike Rogers, que acusa a Snowden de haber puesto vidas en peligro, pero este político parece olvidar que los datos revelados por el exanalista han desvelado que Washington espió a líderes europeos —entre ellos, la canciller Angela Merkel— dentro de una extendida práctica que no tuvo en cuenta los estrechos lazos de cooperación y amistad que unen a Washington con Europa. Lazos que no han sido suficientes para que la Administración de Obama haya presentado las debidas excusas por los abusos de sus servicios de inteligencia.
Es posible que las dificultades técnicas —Snowden no quiere una videoconferencia en directo que podría geolocalizarle— y la presión del Partido Popular Europeo, mayoritario en la Eurocámara, impidan finalmente la audición acordada esta semana por la Comisión de Libertades. Pero es evidente que este caso ha alimentado la desconfianza europea hacia el amigo americano. Las protestas han sido mayoritariamente tibias, pero el escándalo está ensombreciendo las negociaciones del tratado comercial UE-EE UU, que se perfila como el mayor del mundo, y el Parlamento Europeo tiene derecho de veto sobre el buscado acuerdo.
Obama ha prometido revisar su sistema de espionaje. La presión interna de líderes de opinión y empresas tecnológicas se hace notar y hay una importante corriente de opinión interna a favor de esta revisión, cuyos detalles se presentarán el próximo viernes. Que al cabo de 43 años los filtradores de los documentos del FBI hayan salido a la luz se inscribe en esa corriente social de defensa de las libertades individuales frente al todopoderoso Gobierno de Washington.
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